Osvaldo Bayer ya no estará para abrir la puerta de “El Tugurio”, su casa del barrio porteño de Belgrano, a cualquier interesado en charlar con él, en compartir un encuentro debajo del patio techado rodeado de libros, revistas y plantas. Este rebelde esperanzado no estará para repetir el rito con los jóvenes y no tanto que siempre desearon conocerlo. Pero quedan los cuatro tomos de Los vengadores de la Patagonia trágica y la película La Patagonia rebelde; su lucha incansable en favor delos derechos humanos y delos pueblos originarios; su ejemplo de pelea en el exilio durante la última dictadura cívico-militar; su gesto libertario para abrazar las causas nobles de la humanidad; sus críticas feroces al neoliberalismo del gobierno de Macri. Ya no estará más para escribir un prólogo, presentar un libro, dar una charla en cualquier rincón del país, prestarse a entrevistas.

Duele su partida, pero ese dolor debe transformarse en fortaleza para difundir su testimonio, conocer su vida, que, en definitiva, es parte de la historia argentina y latinoamericana (y también mundial) y del periodismo nacional.

La muerte de Bayer es otro golpe duro en este año, que también se llevó a su colega Isidoro Gilbert, con quien había compartido decenas de momentos de otra Argentina, coincidiendo a veces y polemizando otras.

Bayer no hubiera querido que lo despidamos con dolor o tristeza, sino con el puño en alto para tratar de construir un mundo más justo. Que así sea.

Germán Ferrari es periodista. Autor de “Osvaldo Bayer. El rebelde esperanzado” (Sudamericana).