Desde Ciudad de México
La relación entre México y Estados Unidos está al borde del precipicio al cerrarse ayer las vías del diálogo político y diplomático al más alto nivel, al menos en el corto plazo, luego de que los presidentes de ambos países intercambiaron rudos mensajes por Twitter. Si no vas a pagar el muro, mejor ni vengas, es el mensaje subyacente que Donald Trump envió en las primeras horas de ayer a Enrique Peña Nieto, que le tomó la palabra y respondió: entonces no voy.
La crisis bilateral apenas inicia y no se ven señales inmediatas de distensión. Trump entorpeció deliberadamente las puertas del diálogo y Peña Nieto espera el reporte de sus colaboradores que durante dos días en la Casa Blanca han tenido un primer acercamiento político, económico y comercial con el asesor principal de Trump. Como un adolescente pendenciero, el presidente estadounidense inició el día utilizando su cuenta personal, @realDonaldTrump, para tuitear: “Estados Unidos tiene un déficit comercial de 60 mil millones de dólares con México. Ha sido un acuerdo unilateral desde el principio del TLC, con enormes cifras de trabajos y empresas perdidas. Si México no está dispuesto a pagar por el tan necesario muro, entonces será mejor cancelar la próxima reunión”.
Peña Nieto desperdició la oportunidad de darle una lección política a Trump, utilizando los canales diplomáticos para fijar la postura mexicana. En su lugar, respondió al mismo nivel desde su cuenta personal, @EPN: “Esta mañana hemos informado a la Casa Blanca que no asistiré a la reunión de trabajo programada para el próximo martes con el @POTUS”, las iniciales en inglés del presidente de los Estados Unidos, la cuenta “oficial” que Trump heredó de su antecesor Barack Obama.
Por lo menos, Peña Nieto debe agradecer a Trump haber logrado que toda la clase política lo respalde por primera vez, incluyendo al dirigente de izquierda Andrés Manuel López Obrador, en momentos en que la aceptación nacional del presidente mexicano ha caído a 12 por ciento.
En contraste, según observadores estadounidenses entrevistados por la cadena CNN, Trump se ha disparado en el pie. “Esta ha sido una provocación de Trump hacia el presidente de México y le ha hecho imposible venir a Estados Unidos sin pasar una gran vergüenza en casa”, y representa “el primer gran paso atrás de la política exterior de la era Trump”.
Esta crisis coincide con la revelación de la renuncia de la plana mayor de los diplomáticos veteranos que han manejado el Departamento de Estado desde hace décadas, empezando por el subsecretario Patrick Kennedy, según reportó ayer The Washington Post (ver aparte). Junto con él renunciaron los responsables de administración y de asuntos consulares, además del director de la Oficina de Misiones en el Exterior.
En la capital mexicana, cerca de la medianoche del miércoles, el presidente Peña Nieto respondió a la firma de la orden ejecutiva de Trump para bloquear la frontera, mediante un tuit con un video tomado en su oficina. “Lamento y condeno la decisión de Estados Unidos de continuar la construcción de un muro que, desde hace años, lejos de unirnos, nos divide. México no cree en los muros”, dice Peña Nieto sentado detrás de su escritorio, entre libros y un escudo nacional a sus espaldas. Y enfatizó: “Lo he dicho una y otra vez: México no pagará ningún muro”, cuyo costo, por cierto, ha sido calculado hasta en 15.000 millones de dólares.
Pocas horas después del anuncio mexicano, en un retiro del Partido Republicano en Filadelfia, Trump desestimó el anuncio del presidente mexicano, y aseguró que él y Peña Nieto “hemos acordado cancelar la reunión”, como si se hubiese tratado de un acuerdo entre mandatarios. Lejos de eso, Trump endureció el discurso: “La seguridad fronteriza en un tema muy, muy serio asunto nacional y un problema. La falta de seguridad plantea una amenaza substancial a la soberanía y seguridad de Estados Unidos y sus ciudadanos. La mayor parte de los inmigrantes ilegales vienen de nuestra frontera sur. He dicho muchas veces que los estadounidenses no pagarán por ese muro y así se lo dejé claro al gobierno mexicano”.
En tanto, el vocero de la Casa Blanca, Sean Spicer, anunció que tratará de reagendar la reunión con Peña Nieto y de mantener abiertas las líneas de comunicación con México. “Buscaremos una fecha para programar algo en el futuro”, dijo Spicer en Washington, casi al mismo tiempo en que Trump lanzaba otro golpe desde Filadelfia:“A menos que México le dé a Estados Unidos un trato justo, con respeto, una reunión como esa (con Peña Nieto) será infructuosa, y entonces quiero ir en otra dirección. No tenemos otra opción”, advirtió. Una opción es aumentar los impuestos a las exportaciones mexicanas –evalúa un 20 por ciento–, “generando los recursos que pagarán por el muro, si decidimos tomar ese rumbo”, dijo un envalentonado Trump ante legisladores republicanos.
Los discursos, tuits y órdenes ejecutivas firmadas por el presidente de Estados Unidos en torno al muro en la frontera con México “son una emboscada”, sostuvo el embajador de carrera Arturo Sarukhan, exrepresentante de México en Washington entre 2007 y 2013. La crisis estalló mientas los secretarios de Relaciones Exteriores y de Economía se reúnen en la Casa Blanca con el asesor principal del presidente estadunidense para iniciar las conversaciones en torno al Tratado de Libre Comercio (TLC), que Trump califica como “un desastre” para su país. La pregunta es hasta dónde está dispuesto a llegar Trump para doblegar a México, su país vecino, mientras dentro de sus propias fronteras viven no menos de 12 millones de ciudadanos mexicanos que forman parte de un total de alrededor de 35 millones de hispanos de origen mexicano, según el Centro de Investigaciones Pew Research Center.
Para el embajador Sarukhan, Estados Unidos amenaza con “amputarse un pie”. México es un subpoder global, concedió el diplomático, pero “no carece de dientes”. Existen varios frentes “en los que puede impactar a la seguridad nacional y a la economía de Estados Unidos”, si se decide a hacer las cosas diferentes a como lo ha hecho en los últimos 20 años.
Por lo pronto, la conducta de Donald Trump es una abierta declaración: en lugar de puentes, Estados Unidos ha decidido construir muros con México y con el resto del mundo.