¿Cuánto tiempo de horror puede soportar una persona en su vida? Lo importante de la respuesta, en todo caso, es cuánto sobrevive a aquello. El caso de Sara Rus es doloroso hasta para contar: nacida en Lodz, Polonia, hace 91 años, Sara es sobreviviente de la Shoá, de aquella etapa ominosa de la historia en la que un grupo de genocidas nazis decidieron sobre la vida de millones de judíos. Guiados por el odio y el racismo, implementaron la maquinaria de exterminio más abominable de la humanidad. Y Sara logró sobrevivir. Ella recuerda mucho de aquella época, en la que abundaba, además del horror, el temor a ser fulminado en una cámara de gas, en la que no había deseos de ningún tipo más que el de la propia supervivencia, en la que el ser humano digno, cooperativo y compañero era incrustado en el más miserable de los terrenos. También se acuerda de su llegada a la Argentina en tiempos en que el presidente era Juan Domingo Perón. Pasaron los años, llegó la dictadura de Jorge Rafael Videla y el hijo de Sara, Daniel, desapareció en 1977. De nuevo el horror se hizo presente en la vida de esta mujer, casi como un juego de espejos diabólicos entre aquella maquinaria de exterminio nazi y la dictadura más aberrante y cruel de la historia argentina. Y Sara llegó a ser una Madre de Plaza de Mayo (Línea Fundadora).
Estrenado la semana pasada en el Cine Gaumont, el documental La memoria y después, de Eduardo Feller, que hizo el guión junto a Paula Scheinkopf –nieta de Sara Rus– y Federico Posternak, relata su historia. O más bien, la repasa parte de la familia: la propia Sara, su hija Natalia Rus, casada con José Scheinkopf (los dos son hijos de sobrevivientes de la Shoá). Pero el documental es en primera persona porque la propia nieta de Sara Rus, Paula Scheinkopf, trata de armar ese difícil rompecabezas que significa su historia familiar, con su abuela materna sobreviviente del Holocausto y con los recuerdos de su tío Daniel, que desapareció cuando Paula todavía no había nacido. Su interés por la Shoá tiene su origen, entonces, en su abuela materna. La memoria y después reconstruye la historia de Sara desde los tiempos de Lodz, pero esta gran mujer no sólo habla del campo de exterminio nazi sino también de la lucha contra la dictadura y la llegada de la democracia, entre otros temas. El material audiovisual contiene además una entrevista en la que el ex juez Baltasar Garzón entrevista a Sara. La memoria y después es también un legado cinematográfico para las nuevas generaciones, ya que Paula Scheinkopf no sólo indaga desde su propia vivencia, poniendo su cuerpo en escena, sino que escarba en la historia con el envión que tiene una mujer de 34 años deseosa de aprender y, a la vez, de transmitir aquello que a Sara quisieron negarle: la vida. Nada más y nada menos.
“Esta película nació después de una serie que hicimos para Canal Encuentro. Empezaron a aparecer más documentos de Sara, de su marido que escribió un texto fabuloso que está en la película, en el inicio, y otro material que me dio la mamá de Paula (la hija de Sara) que es un video de su fiesta de 15 años. La mandé a pasar a DVD. En esa fiesta estaban vivos Daniel, el hijo de Sara y tío de Paula (que permanece desaparecido), y el abuelo Bernardo, que es el que escribió el texto que se ve en la película”, cuenta el director Eduardo Feller. “De mi abuela es de la que más escuché el testimonio y la historia personal, pero mis cuatro abuelos fueron sobrevivientes de la Shoá, cada uno con su historia. Lo que pasa es que la que más habló y más pudo contar fue mi abuela materna Sara”, comenta Paula Scheinkopf.
–En el documental se preguntan qué hacer con los recuerdos. ¿Esta película es una forma de juntarlos y transmitirlos?
Eduardo Feller: –En realidad, sólo parcialmente porque, por ejemplo, en relación al texto inicial de la película nunca se termina de leer. Se le presentan al público tres líneas. Y el texto tiene seis hojas. O sea, queda también como un misterio a resolver. Y también hay que tener en cuenta qué es lo que se narra, qué es lo que se puede contar en una película, qué es lo que no se cuenta. Es lo que también queda afuera por circunstancias tan simples como editar una película. Inevitablemente, hay partes que quedan afuera. Los testimonios son muchos más largos, fueron de horas y horas de grabación. Hay mucho que quedó afuera y diría que es a propósito.
Paula Scheinkopf: –Se transmiten recuerdos pero también se hace una reflexión sobre esos recuerdos que precisamente lo que hace es tratar de poner un poco en diálogo todos esos recuerdos. Y también la idea fue plantear preguntas sobre cómo nosotros abordamos esos temas, cómo los recibimos, cómo escuchamos, de qué forma los procesamos, de qué forma no los elaboramos, etcétera.
E.F.: –También durante toda la realización de la película, incluso antes, cuando empezamos a escribir el guión junto con Paula y con Federico Posternak, que es uno de los productores, todo el tiempo yo me preguntaba dónde está la memoria, si está en lo que cuenta Sara, si está en los documentos, si está en las imágenes (porque hay muchas fotos), si está en lo que publicaron los diarios de la época y si está también en lo que no se cuenta.
–¿No está un poco en todo eso?
E.F.: –Está un poco en todo. Y como está parcialmente, ese recorrido se puede hacer de muchas maneras, pero también está como dejado a libre voluntad del espectador cómo juntar esas partes.
–En relación a cómo sobrevive un sobreviviente, ¿Sara es un ejemplo o una excepción?
P.S.: –Un poco las dos cosas. Ella tiene una fuerza que la hace poder superar ciertas situaciones, tiene mucha creatividad. Tiene una personalidad muy fuerte, con mucha presencia en la familia. Y un poco también desde su lugar maternal… Yo viví muy cercana a mi abuela porque nos cuidaba a mi hermana y a mí siempre que mi mamá no podía. Es una abuela muy presente. Tiene una forma muy espontánea de salir adelante de esas situaciones. Me parece que la excepcionalidad también tiene que ver con la forma en la que ella todo el tiempo hace hincapié en los buenos recuerdos, en lo que sí pudo lograr frente a todas las tragedias que le tocaron sobrellevar.
–¿Cómo fue crecer en medio del relato de dos horrores?
P.S.: –De lo de mi tío se habló más tarde. Siempre pasa que cuando uno empieza a crecer comienza a preguntar más sobre la historia familiar o sobre quiénes no están, porque se nombra a mi abuelo, se nombra a mi tío, pero no están. Entonces, a medida que iba creciendo iba preguntando cada vez más y me iba interesando cada vez más. En mi caso, al menos, nunca se me negó ni se me escondió la historia familiar. Para mí, el haber vivido rodeada un poco de estas historias tan terribles también tuve bastante respuesta de las inquietudes que me generaban.