Asocio a Jaime con esa maravillosa creación que es el Tantanakuy, “encuentro” en quechua. Fue en 1982 en Humahuaca y desde entonces se sostiene por el profundo sentido de su intención de jerarquizar el arte andino, quebradeño y puneño. No sólo su música sino también sus artes plásticas, su poesía, su ensayística. En ese gran encuentro cultural que convoca a antropólogos, politólogos, etc., de nuestro país y del extranjero, nunca falta la tradicional ceremonia de ofrenda a la Pachamama. Por sus espacios desfilan los artistas populares, consagrados y emergentes. En una entrevista Torres declaró: “el Tantanakuy nació porque estaba en el espíritu y en el alma de todos, y eso no ha cambiado. Es un encuentro que ha mantenido la esencia y que ha logrado la participación de otras gentes, que vienen de otras culturas, de otros géneros musicales, de otras geografías, pero que tienen identidad, que son argentinos y piensan en argentino, y sienten a nuestra América”. Quizás lo más interesante del Tantanakuy es su especial convocatoria a jóvenes y niños, que así entran en contacto con consagradas figuras nacionales, no sólo del folklore sino tambié de otros géneros a los que Jaime se abrió con interés y con generosidad: el rock, la música clásica, la música tropical, el jazz, etc. Una última palabra: de aquí en más cada vez que se escuche alguna pieza de la maravillosa música andina, toque quien la toque, será inevitable recordar a Jaime con emoción y gratitud. Un grande.
* Historiador, escritor y psicoanalista