El ex dictador egipcio Hosni Mubarak apareció ayer en público por primera vez desde que en marzo de 2017 salió del hospital en el que cumplió condena. Mubarak, de 90 años, fue llamado para declarar como testigo en un juicio contra su sucesor, Mohamed Mursi, a quien se acusa –junto con otros líderes del grupo islamista Hermanos Musulmanes– de ayudar a entrar a Egipto a combatientes armados del grupo palestino Hamas desde la Franja de Gaza en 2011.
A principios de este mes, Mubarak había sido llamado a asistir a la corte por este caso, informó el medio qatarí Al Jazeera. Sin embargo, su abogado, Farid al Deeb, dijo a la Corte Criminal de El Cairo que el ex mandatario era militar, por lo que tenía que obtener permiso de las fuerzas para aparecer en la corte. Finalmente, Mubarak, derrocado en la revolución de 2011, llegó ayer al Tribunal de El Cairo, caminando con un bastón. No obstante, entró a la sala del juicio asistido por sus hijos, Gamal y Alaa, que le sujetaban los brazos, según mostró la televisión egipcia. El ex dictador declaró sentado con permiso del tribunal pero se mostró con buen semblante y ágil en su exposición.
Sobre el caso, dijo que el jefe de los servicios de Inteligencia de la época, Omar Suleiman, le había informado que 800 personas armadas habían entrado en Egipto a través de túneles en la frontera de la Franja de Gaza en los primeros días de la revolución de enero de 2011. Este grupo, según Mubarak, entró en Egipto para “colaborar con los Hermanos Musulmanes y crear caos” en la revolución del 25 de enero. Esa es también la postura de la Fiscalía, que considera que miembros de los Hermanos Musulmanes y de la facción palestina Hamas se infiltraron en Egipto desde Gaza para asaltar centros penitenciarios y liberar presos. Según el testimonio de Mubarak, esos infiltrados mataron a policías y manifestantes en la plaza Tahrir antes de liberar a los reclusos.
No obstante, el exdictador se negó a responder varias preguntas del juez relativas a secretos de Estado, por no haber recibido permiso expreso de la Presidencia egipcia, encabezada por Abdel Fatah al Sisi.
Mubarak, conocido como el faraón, que gobernó Egipto con puño de hierro durante 30 años (1981-2011), fue arrestado en abril de 2011 y fue puesto en libertad en marzo de 2017. Desde que en marzo de 2017 salió del hospital en el que cumplía condena, solo se lo había visto en dos fotos. Una fue tomada en la playa con su familia y otra fue publicada recientemente en las redes sociales después de que surgieran rumores acerca de su estado de salud. Mubarak cumplió esa única condena, por apropiación de fondos públicos, y después de largos litigios fue absuelto en otro juicio en el que se le responsabilizaba por la muerte de 239 manifestantes por la represión violenta de las protestas que acabaron con su mandato entre enero y febrero de 2011.
Por su parte, desde que fue derrocado en un golpe militar liderado por al Sisi, Mursi fue procesado en múltiples casos. En abril de 2015, fue sentenciado a 20 años por ordenar el arresto y la tortura de manifestantes en las protestas afuera del palacio presidencial en 2012. En el 2015 también, Mursi y quienes en ese entonces eran altos cargos de los Hermanos Musulmanes fueron condenados a muerte por la fuga de miles de presos de la prisión Uadi Natrun, al norte del Cairo. Sin embargo dicha sentencia fue apelada, revocada, el proceso vuelto a convocarse, y finalmente comenzó de nuevo ayer, con Mubarak como la estrella del evento. En septiembre de 2016, Mursi fue sentenciado a otros 25 años de prisión por espionaje a causa de pasar inteligencia a Qatar. En diciembre de 2017, fue sentenciado a tres años por insultar a los jueces.
Después del derrocamiento de Mursi en el 2013, al Sisi desató una feroz campaña de mano dura contra sus oponentes, con decenas de miles encarcelados, con o sin cargos, en condiciones que han sido condenadas por grupos de defensa de los derechos humanos. Amnistía Internacional describió al sistema judicial egipcio como horriblemente roto y describió las penas de muerte a miembros de los Hermanos Musulmanes como una marcha vengativa hacia la horca.