El desembolso del FMI del último viernes no logró restablecer la confianza. El riesgo país volvió a subir ayer cuatro puntos y cerró en 833 unidades. Los bonos de mediano y largo plazo volvieron a caer más de un punto porcentual y no encuentran un piso. Los títulos públicos de mayor liquidez ya cotizan al 70 por ciento de la paridad. Esto provoca que la Argentina tenga uno de los rendimientos de los bonos soberanos más elevados del mundo. La tasa se ubica por encima del 14 por ciento en los títulos largos y vuelve prohibitivo la posibilidad de colocar nueva deuda. El tipo de cambio también empezó a mostrar volatilidad. El dólar saltó ayer 46 centavos. Cerró en 39,48 pesos a nivel minorista. El año cierra con elevada incertidumbre cambiaria.
Los fondos del extranjero y los grandes jugadores locales no creen en el rumbo de la economía. El Fondo Monetario Internacional desembolsó la semana pasada 7619 millones de dólares para fortalecer las reservas y despejar los rumores de impago de las deudas. La respuesta del mercado, lejos de tranquilizarse, fue acelerar el ritmo de ventas de los activos argentinos. El riesgo país pasó en los últimos 10 días de un mínimo de 763 unidades a un pico de 833 puntos. La Argentina superó a Ecuador entre las economías de la región con más riesgo país y se ubica exclusivamente por debajo de Venezuela, con una economía en situación de colapso.
El Argentina 2037 es un ejemplo claro de lo que ocurre con los bonos argentinos con vencimiento en el largo plazo. Este título cotizó ayer a 69 dólares. El título cotizaba a comienzo de año en 115 dólares. La caída es del 40 por ciento. Este derrumbe en el precio se explica por una ola de venta de los inversores locales e internacionales. La estrategia de los inversores es desprenderse de activos argentinos que vencen después de 2019 por miedo a una reestructuración de la deuda. El país tiene que pagar importantes vencimientos de intereses y capital a partir de 2021. Ese año ya no contará con ayuda del Fondo Monetario Internacional. El organismo de crédito acordó enviar divisas que sirven únicamente para cubrir las deudas del próximo año y medio.
El clima financiero internacional no colaboró en los últimos meses para moderar la incertidumbre con la Argentina. Los fondos de inversión que invierten en acciones y bonos de países emergentes registraron una importante pérdida este año. Uno de los activos más representativos para medir este fenómeno es el iShares MSCI Emerging Markets Index Fund. Este índice replica la evolución de los precios de las bolsas de países en desarrollo. El indicador acumula una caída del 18 por ciento en el año. Los índices que replican el comportamiento del mercado brasileño acumulan baja del 10 por ciento y los que se mueven en base a los activos chinos, de 15. La suba de la tasa de interés de Estados Unidos, la guerra comercial y la falta de estabilidad del sistema financiero de Europa son algunos de los elementos que potenciaron la volatilidad en los activos financieros de los países emergentes.
El menor optimismo en el mundo, no obstante, no es el elemento principal para explicar el derrumbe de los bonos argentinos. El salto del riesgo país fue mucho mayor respecto de lo que ocurrió en el resto de la región. Este año el indicador que elabora JP Morgan aumentó un 138 por ciento en la Argentina. En países como Perú subió un 22 por ciento, mientras que en Colombia avanzó un 29 por ciento, en Brasil 18 por ciento y en México 38 por ciento. En la jornada de ayer, en tanto, la bolsa de Estados Unidos registró un fuerte rebote, de casi el 6 por ciento, pero los títulos públicos argentinos no sólo no subieron sino que volvieron a bajar casi 2 por ciento. Se destacó el retroceso del 1,5 por ciento del Par en moneda extranjera. Este es otro elemento que muestra que las tensiones del mercado interno pesan más que los factores globales.
El aumento del dólar, pese a que por ahora se ubica más cerca del piso que del techo de la banda cambiaria, fue uno de los puntos que encendió luces de alarma. Las tasas de interés continúan en niveles muy elevados (por arriba del 59 por ciento), la inflación no se detuvo y entre los inversores empieza a incrementarse la expectativa de devaluación. El Banco Central no tiene reservas líquidas (disponibles) para enfrentar una nueva corrida cambiaria ni el permiso del Fondo Monetario Internacional.