El vendaval feminista en el 2018 rompió tranqueras de silencios y movió fronteras de lo inesperado. Si el Ni Una Menos destapó la olla de las múltiples violencias –muchas de las cuales preparan o terminan en feminicidios–, si la marea feminista se vistió de verde para exigir el derecho a decidir sobre nuestras vidas, si la furia trava –acuerpada por la furia feminista– levantó la bandera última pintada por Diana Sacayán: “Basta de travesticidios”. Si los Comandos ESI, las socorristas, la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, dieron clases teóricas y prácticas de autonomía sobre nuestras vidas. Si Actrices Argentinas acompañando a Thelma en denuncia-acción colectiva abrieron la Caja de Pandora donde se silenciaban los gritos no escuchados de los cuerpos violentados. Si pudo ponerse en jaque a la cultura de la violación y exponer cómo resulta naturalizada para favorecer a las redes de trata y de prostitución –incluida la explotación sexual de menores–. Si los Tribunales Eticos Populares Feministas denunciaron la complicidad de la llamada justicia con la legitimación de las violencias machistas, racistas, de los señores del poder y lo que es más importante, abrió debates sobre los sentidos de la justicia feminista. Si todas, cada cual como pudimos, levantamos nuestras voces y dijimos nuestro ¡ya basta!... Ese movimiento, mezclado y revuelto, pareciera ser algo más que el ascenso de la marea, algo más que la “cuarta ola”, porque las olas van y vienen pero lo que se está abriendo camino es una revolución profunda, masiva, que ataca al patriarcado como sistema de múltiples opresiones, en la perspectiva de una revolución estructural antipatriarcal, anticolonial y anticapitalista.
Uno de los datos centrales de esa revolución es el grito colectivo de millares de compañeras en el 33° Encuentro de Trelew: ¡Qué sea Plurinacional! Reclamado durante muchos años desde los talleres de mujeres indígenas en los encuentros de mujeres, e impulsada en esta oportunidad de manera decisiva desde el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, la demanda se fue extendiendo y fue asumida por mujeres de distintas comunidades. Feministas comunitarias, indígenas, campesinas, negras, afrodescendientes, maya kiché, aymaras, guaraníes, kollas, qom, mapuche, junto a compañeras de colectivas feministas populares del Abya Yala, cruzando las fronteras coloniales, se dieron cita en Trelew, donde en talleres, mesas, y con la presencia masiva en la marcha, profundizaron los contenidos y sentidos de asumirnos plurinacionales.
Cuando se habla de reconocer al movimiento como plurinacional, se abre el juego para un proceso que busca descolonizar aquellas políticas feministas contaminadas por la hegemonía cultural y política blanca, racista, hétero-patriarcal, capitalista. Es una propuesta que atiende también a gritar un “ya basta” colectivo frente a la criminalización que está sufriendo el pueblo mapuche y los pueblos originarios, especialmente las mujeres de estos pueblos que se encuentran a la cabeza de las resistencias a las políticas extractivistas. Las Feministas de Abya Yala subrayan que Justicia para Berta Cáceres, para Macarena Valdés, para las Niñas de Guatemala, para Marielle Franco, implica también revolucionar al feminismo, asumiendo como propias las luchas por la defensa de cuerpos y territorios, que estuvieron fuera del foco de las agendas colectivas históricas del movimiento de mujeres y de las disidencias sexuales.
Asumir la diversidad política y cultural de una historia e identidad de pueblos que han resistido los genocidios y coloniajes, se combinó en Trelew con las demandas de reconocimiento de identidades de las travestis, trans, lesbianas, intersex, bisexuales, queer. Cuerpos y territorios rebeldes, diversos, plurales, señalaron límites históricos de los feminismos eurocéntricos, blancos, y de sus privilegios. Se interpeló así al encuentro, desde el deseo de crear nuevos modos de convivencia, sin racismo, sin machismo.
La revolución feminista ha dado una nueva vuelta a su propio modo de ser y de existir. Si bien la Comisión Organizadora del Encuentro de Trelew no tuvo la sensibilidad y la radicalidad para llevar al plenario final las propuestas que venían de gran cantidad de talleres, para ampliar el modo de nombrarnos llamándonos “plurinacionales”, para la mayoría de quienes estuvieron en la cita nuestros encuentros se enriquecen al nombrarse de ese modo.
Sabernos Plurinacionales, es uno de los colores que nos regaló la Patagonia Rebelde para pintar nuestras revoluciones, con todos los matices, los sabores, los sueños de libertad. Los feminismos ahora danzan al ritmo del cultrún, el berimbau, los sikus, las violas, las marimbas, las quenas, los tambores. Ganamos libertades, sonidos, movimientos, y alegría. Ya nadie nos detendrá.