Un corazón de papel pegado con cinta adhesiva en un árbol decía: “Queremos carpas que acojan las disidencias, diversidades y todos los feminismos”. Con ese espíritu se daba la bienvenida a todxs al Ella 2018. El 4º Encuentro Latinoamericano de Feminismos entró en la escena argentina con mucha fuerza, en un año de marea verde, de grandes luchas, de búsquedas de estrategias ante las violencias e injusticias que las mujeres, lesbianas, trans y travetis sufrimos a diario, que culmina con denuncias que se plantan desde la idea de lo colectivo como respuesta a los silencios cómplices.
Es un momento político muy complejo ante la avanzada de los gobiernos neoliberales de corte fascista en Latinoamérica y su impacto en nuestras realidades, caracterizadas por una mayor precariedad de nuestras vidas. En esta coyuntura las representaciones entran en juego muy fuertemente y estos problemas no solo se inscriben en el lugar de lo político partidario, sino también dentro de los distintos feminismos de las disidencias, ante las preguntas: ¿Pueden hablar las heterosexuales sobre las lesbianas? ¿Las cis sobre lxs trans? El debate se abre generoso y amplio, se problematiza la idea de hablar por lxs que no tienen voz, la interseccionalidad se cuela fuertemente en las charlas, exponen la necesidad de ser escuchadas, de ser tenidas en cuenta. Dríade Aguiar (activista negra, perteneciente a Midia Ninja- Brasil) reflexionó sobre la representatividad (¿pueden las blancas de clase media representar a lasa negras de clases populares?) e invitó a repensar en la urgencia de construir un feminismo latinoamericano que cuestione los privilegios del feminismo blanco.
La necesidad de hablar sobre los feminismos del margen, los que nacen en las villas, las favelas, de las negras, de los pueblos originarios y de lxs trans ponen en la mesa de debate la compleja relación no solo del poder que los varones ejercen sobre todes lxs que no son ellxs, sino para comprender cómo ese sistema se articula con otros para entender la complejidad de las situaciones de exclusión, invita a pensar cómo se dan las exclusiones en distintos niveles, en forma múltiple y simultánea. Poner en discusión las disidencias fue generando estrategias concretas para superar las discriminaciones, como las luchas contra el racismo muy fuerte en Brasil, las luchas de las mujeres de los pueblos originarios (en Guatemala el pueblo K´ Iché, en Argentina la nación Mapuche) y el impulso a leyes de cupo trans en Uruguay (aprobado este año).
La discusión también pasó por las estrategias de denuncias frente a las violencias machistas, la rueda “Ni puritanas ni punitivistas. Respuestas colectivas frente al acoso” dio lugar a muchas preguntas, puso en discusión las intervenciones frente a las violencias machistas, invitó a pensar qué finalidad perseguimos y si se logra con los escraches y denuncias, si estas son las únicas herramientas, reflexionar desde las distintas experiencias de alianzas y de sanación. Una compañera mejicana narró su experiencia con mujeres víctimas de violaciones sistemáticas en Guatemala, en contexto de violencia estatal: desde el trabajo colectivo buscar las formas de sanar frente a la falta de justicia. No todo fueron denuncias y escraches, Rita Segato brindó declaraciones que generaron mucha polémica en este sentido, planteando la necesidad de no construir al enemigo en el cuerpo de los varones, expuso que hay que tener “cuidado con las formas que aprendimos de hacer justicia” desde lo punitivo, que están ligadas a la lógica patriarcal y remarcó el peligro de la repetición de los modelos masculinos.
No hay soluciones simples y mágicas, hemos transitado un camino largo, sinuoso y plagado de obstáculos, pero lo hemos transitado desde nuestras lógicas feministas de la sororidad y del goce, somos movimiento, a veces marea alta, a veces marea baja, pero nunca dejamos de ser mar.
No tenemos dudas, ¡América latina va a ser toda feminista!