El Estado perpetra abusos,hambre y todo tipo de violencias y exclusión sobre nuestras cuerpas, pero en esta última década el feminismo logró entrar a las Casitas de Casasco, en Moreno en lo profundo del conurbano, un distrito empobrecido por los desgobiernos que pasaron durante estos estos años. Lo que no nos mato nos fortaleció. Nos hizo re insurrectas,empoderadas, ya no nos entra una bala más, acá en las casitas vinimos a vivir hace once años desde que se entregaron las viviendas en la gestión de Néstor Kirchner. Al principio fue una alegría enorme, pero al poco tiempo se convirtió en angustia y barbarie,vimos pibes morir,nos arrancaban nuestrxshijxs de nuestras casas como en épocas nefastas armándoles causas en las que muchos salieron y otros siguen presos. Vimos como se mataban entre ellos, corte guerras de tribus acá manda el más fuerte. 

Ante estos sucesos decidimos pararnos de manos ante el narcotráfico. La estrategia funcionó y se fueron pero tuvo un costo: una causa armada sobre mí. Al tiempo vimos nuestro poder de territorialización en el barrio. Acá se habían perdidos los códigos de convivencia, logramos que se establezca el respeto al barrio, cuidar al barrio y cuidarnos entre todes, al mejor estilo comunidad familión gigante, una vecindad. Al ver esa manada organizada que andaba cuidando a lxsjovenes de las garras de la policía empezó a llamarnos por distintos problemas, pero no porque abordábamos casos y lo lleváramos a la justicia, sino porque conjuntamente con organizaciones independientes feministas armábamos jornadas de concientización y agite en la plaza del barrio. 

Uno de esos problemas era el de la violencia machista, a pesar de ser un barrio lumpen y atravesado por el patriarcado empezaba a deconstruiry desnaturalizar la violencia física y se decidió romper el silencio, íbamos en grupas de madres mujeres –de no más de cuarenta años, cada una con diferentes historias de supervivencias a las violencias– y decidimos hacer lo que nadie hacía por nosotras: defendernos contra los machitos que se creían los más piolas. Juntas no hay machito piola que valga. Para nosotras eran los más cobardes y se escabullían cuando nos veían llegar, atrás nuestro venían nuestrxshijxs jóvenes y liberábamos a las pibas jóvenes de sus garras. Los machitos corrían, ja ja. O llegaba un patrullero llamados por algún lumpen machito suelto del barrio y corrían a refugiarse adentro de los patrulleros terminada la acción directa o autodefensa la acompañábamos a la fiscalía a denunciar penalmente pero el machito abusador no volvía más.

Después de eso empezamos a armar talleres y clases de autodefensas con distintas grupas libertarias e independientes altas grosas que traían experiencias de distintos países como México, Bolivia, Chile, entre otros. Las experiencias se repiten pero ya no con tanta frecuencia porque saben los machitos que si tocan a una respondemos todas y ahora sí que somos un montón. 

Carina Leguizamon: Responsable local de la Red de Mujeres de Moreno y activista feminista popular al frente de la agrupación VecinxsOrganizadxs de Moreno Sur.