El fútbol italiano transita por otro período oscuro. Los gritos racistas proferidos el miércoles último contra el defensor senegalés Kalidou Koulibaly, además de la muerte ayer de un aficionado milanés después de los incidentes en los alrededores del estadio San Siro, pusieron de manifiesto aspectos sombríos en ese país. “Triste por la derrota y sobre todo por haber abandonado a mis hermanos. Pero estoy orgulloso del color de mi piel. De ser francés, senegalés, napolitano. De ser hombre”, tuiteó Koulibaly en italiano después del partido. Una hora antes, el defensor central había sido expulsado del terreno de juego por dos amarillas consecutivas, la primera por una falta y la segunda por aplaudir irónicamente al árbitro.
En ese momento resonaron gritos de mono procedentes de las tribunas del estadio, como había ocurrido en varias ocasiones desde el inicio del partido. “Pedimos tres veces la suspensión del partido y hubo tres anuncios. Pero el partido continuó”, lamentó su entrenador Carlo Ancelotti en la cadena Sky. El Inter fue sancionado ayer con tener que disputar dos partidos a puertas cerradas por esos gritos.
Los sonidos de mono son un fenómeno recurrente en el fútbol italiano, y Koulibaly, quien recibió ayer el apoyo de Cristiano Ronaldo –“no al racismo y a todas las ofensas y discriminaciones”, escribió el portugués en Twitter– ya fue víctima de racismo en Roma en 2016, durante un partido contra Lazio.
El volante de la Juventus de Turín, Blaise Matuidi, fue víctima más recientemente de hechos similares en dos ocasiones, en enero de 2018 en Cagliari, y en diciembre de 2017 en la cancha de Verona Hellas. En el desarrollo de la temporada 2016-2017, el ghanés Sulley Muntari, que jugaba en el Pescara, abandonó el césped de Cagliari después de haber sido objeto de gritos racistas. Eso le costó una segunda amarilla y la consiguiente expulsión, finalmente anulada luego de recurso. Antes de ellos, el marfileño Zoro, el ghanés Boateng, el nigeriano Omolade y el camerunés Samuel Eto’o tuvieron que sufrir actos racistas, sin que conllevasen sanciones reales.
“Casi ningún incidente responde a los criterios que deben reunirse para que los clubes sean sancionados. Y las sanciones, cuando las hay, son provisionales. Es ridículo”, declaró a la agencia AFP Mauro Valeri, responsable del Observatorio sobre el racismo y el antiracismo en el fútbol, después del caso Muntari en mayo de 2017.
El alcalde de Milán, Giuseppe Sala (centroizquierda), afirmó ayer sentir “vergüenza” por los cánticos racistas a Koulibaly y pidió “perdón” en nombre de la ciudad al defensor del club napolitano. “Si Italia no logra derrotar este cáncer, entonces no hay futuro”, estimó Mino Raiola, nuevo agente de Koulibaly. “El fútbol es un espejo de la sociedad. Hace falta un único objetivo, valentía, ideas sanas, hacen falta pelotas”, añadió el influyente agente irlandés.
“Condenamos toda forma de violencia, sea física o verbal, siendo la discriminación racial un factor agravante. No aceptamos esos comportamientos dañinos para el fútbol”, declaró el nuevo presidente de la Federación italiana de Fútbol, Gabriele Gravina.
Además, otros incidentes de gravedad tuvieron lugar en los alrededores del estadio el miércoles por la noche, que provocaron la muerte de un joven jugador del Inter de 35 años, que fue atropellado por un vehículo en el marco de un ataque perpetrado por un centenar de ultras contra minibuses, que transportaban a tifoni napolitanos. Según el prefecto de policía de Milán, Marcello Cardona, ex árbitro de la Serie A, varios ultras del Inter, pero también del Varese y del Niza, participaron en este ataque “ruin” en el que cuatro aficionados del Napoli resultaron heridos.
Tres barras del Inter fueron detenidos, y el prefecto anunció que pedirá la prohibición de desplazamiento de aficionados de ese club hasta el final de temporada. El ministro de Interior y hombre fuerte del gobierno italiano, Matteo Salvini, anunció que convocará en enero próximo a dirigentes de clubes de la Serie A y la B. “No puede ser que alguien muera en un partido de fútbol”, insistió, sin hacer alusión a los insultos contra Koulibaly.