Tradición heladera 2.0
Pistacchio es una heladería de barrio, donde los vecinos van, se quedan un rato y prueban alguno de los nuevos sabores que siempre hay en la pizarra, donde lo único que no falta es dulce de leche, chocolate y, claro, pistacho. Herencia generacional, su dueño Martín aprendió la profesión de su papá, que a su vez la obtuvo de su abuelo. Al cambiar la pizarra continuamente, Pistacchio no tiene delivery: quienes quieran comer helado, deberán acercarse al lugar, elegir, pagar en efectivo (pronto tendrán tarjeta) y disfrutar los gustos elegidos. Muchos de los nombres dan solo un indicio del sabor que esconden. Por ejemplo, Blanco/Negro/Calafate es un helado de chocolate blanco con chispas de chocolate negro y frutos rojos. También es posible encontrar Cielo Nublado, Petit o Llevame bombón. La estrategia funciona: desde que abrió, Pistacchio fue ganando adeptos y fanáticos que peregrinan hasta la heladería, en una eficaz comunicación lograda boca a boca.
Pistacchio no se ve a simple vista: si uno viene medio apurado puede pasar por delante sin registrarlo. Está en la entrada de un edificio, detrás de un doble vidrio y, recién en el fondo, la gran pizarra da los indicios necesarios. El espacio es cómodo sin ser grande, tiene algunas pequeñas mesas, varias sillas y, además de helado, también sirven té y café. El helado viene en tres tamaños: el vaso chico (casi un mediano de otra heladería) a $75; el grande a $90; y el infaltable cucurucho a $100. El kilo sale $450, el cuarto $140.
Uno de los fuertes del lugar son los deliciosos helados de agua, bien lejos de los sabores industriales. El de pomelo es muy refrescante; el durazno con un toque de bitter es especial; y el limón en cualquiera de sus presentaciones, con menta, jengibre y otros etcéteras, una obligación. De las cremas, sale mucho el Kinder, mientras que el sambayón y el flan de pistacho con whisky son bienvenidas innovaciones.
Una heladería de barrio, que escapa al lugar común, con sabores del día que se muestran en la pizarra.
Pistacchio queda en Santos Dumont 3429. Teléfono: 2093-6568. Horario de atención: todos los días de 14 a 23.
Laboratorio del frío
The Creme Lab poco tiene que ver con una heladería tradicional. Es de color blanco inmaculado y en el largo mostrador una hilera de batidoras ocupa el espacio donde uno imaginaría que están los tachos de helado. Un vapor blanco inunda el ambiente como si hubiera chicos echando hielo seco en vasos de agua. Y es que The Creme Lab se define como un laboratorio de sabores, donde preparan helados exóticos, originales y deliciosos, con una técnica que consiste en agregar nitrógeno a la preparación base para lograr la consistencia buscada. En The Creme Lab, el helado se hace en el momento, en un minuto, sin conservantes ni aditivos, luego de que el nitrógeno se vierta a una temperatura de nada menos que -198°C sobre la crema. El resultado es un helado muy cremoso y fresco.
Más allá de sabores tradicionales como dulce de leche o chocolate, hay gustos más jugados que se alternan, como el Sésamo negro, el Matcha Latte, el Earl Grey o el Cinnamon Crunch. Además, todas las semanas hay un sabor invitado. The Creme Lab no hace delivery, pero se puede utilizar el servicio de Rappi para pedirlo sin salir del hogar. Los helados vienen en vaso o cono (desde $85) o en su versión Hong Kong Waffle, donde el sabor elegido llega junto a un waffle que se enrolla dentro de un vaso ($165).
The Creme Lab ofrece también café de especialidad, bien preparado, en opciones como Flat White o Latte, y en versiones saborizadas como el Vanilla Latte o el Mocaccino (desde $ 60). Dentro del capítulo té, hay desde el Iced Matcha Tea ($115) hasta un Indian Chai pasando por un Green Jasmine (desde $70). El local es cómodo, largo, tiene en el fondo un pequeño patio para disfrutar del sol y hay también algunas mesas en la vereda. Para acompañar la cafetería, la estrella es el Waffle Bruselas, con helado, banana asada y nueces.
Visitar The Creme Lab propone una salida distinta, que a los ricos sabores suma la experiencia de ver el juego de la química, en vivo y en directo.
The Creme Lab queda en El Salvador 4872. Horario de atención: domingos a jueves, de 12 a 23; viernes y sábado, de 12 a 1.
100% instagrameable
Concepto, estética de diseño y un producto cuidado, así es Goodstën Cold Rock Creamery, la particular heladería que abrió hace un año en Zona Norte, y que cada fin de semana cosecha largas colas fuera del local. Al llegar, hay que elegir uno de los 24 sabores base que se van a combinar con tres toppings, para obtener un helado hecho a medida. La mezcla se realiza sobre una piedra fría, con los toppings como parte del helado. Así, hay tantos gustos como combinaciones posibles: a una crema o un chocolate se le pueden sumar merengues, chispas de chocolate, nueces, almendras, cookie dough, oreos y varios etcéteras. Como todo se arma en el momento, hay que tener un poco de paciencia (la recomendación es elegir el sabor y los toppings antes de que sea el turno de pedir, para acelerar el proceso). A sabores más sencillos como el dulce de leche, la vainilla o el bourbon, se le suman las “creaciones insignia”, gustos que ya están armados como el Candy Smash, un helado de cotton candy, granas, marshmellows y cotton candy; el Monkey Way que es de banana, nueces, toffee y banana liofilizada; o el Cheescake que es helado de cream cheese, frutillas maceradas y coco snack.
El helado viene en versiones regular o large (desde $95) o en pintas de 500cc que salen en contenedores de cartón y que corresponden sólo a las creaciones insignia. Hay otros formatos como los bitës, unas bolitas de helado bañadas en chocolate con un corazón sorpresa, que incluyen sabores como el Snick Attack con helado de peanut butter con salsa caramel, cobertura de chocolate y maní; o el Tropicalia, un helado de yogur con salsa de maracuyá y cobertura de chocolate crocante ($45 cada uno; 6 unidades a $225). También hay paletas de diseño geométrico; kids bars, redondas y más pequeñas; y cookies que se sirven con helado en el medio, tipo sándwich. El lugar parece la locación de una película de ciencia ficción: todo blanco, con un salón en el primer piso y mucho diseño.
Lejos, lejísimos de la tradición italiana, en Goodstën hay que dejarse sorprender.
Goodstën queda en Av. del Libertador 13966, Martínez. Teléfono: 4733-2940. Horario de atención: domingos a jueves, de 12 a 24; viernes y sábados, de 12 a 2.