El viejo indómito saca la lengua desde una foto pegada a un árbol de la plaza Alberti, en la esquina de Arcos y Roosevelt, el mejor gesto para burlarse de la solemnidad. Los hijos de Osvaldo Bayer -Esteban, Christian y Udo- trasladan el butacón rojo donde solía sentarse el autor de La Patagonia rebelde y colocan la urna con las cenizas del periodista, historiador y escritor, que murió el lunes 24 a los 91 años, en una pequeña mesita, una especie de altar íntimo y doméstico que incluye el aparato telefónico que usaba en su casa. ¡Osvaldo Bayer, presente!, grita el periodista Horacio Embón y una multitud responde: “Ahora y siempre”. Ahí están amigos y vecinos, militantes sindicales y políticos, anarquistas viejos y jóvenes, las madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, representantes de los pueblos originarios, artistas y estudiantes.
Los conductores del homenaje, Bruno Nápoli y Ariel Pennisi, los editores de la edición facsimilar de La Chispa, el periódico que fundó Bayer en Esquel, cuentan anécdotas hospitalarias y de distintas internaciones, a cual más divertida. “La última vez que lo llevamos al neurólogo, porque perdía la memoria y se perdía en las charlas, el médico nos dijo: ‘¡es la edad, mucho no se puede hacer!’ Pero decidió hacerle una prueba y le preguntó por la fecha de nacimiento, que la dijo bien. ¿Quién es el presidente? ‘El burro’, respondió Osvaldo. El neurólogo nos miró con mucha desconfianza, le dio una hoja de papel y le pidió que escribiera lo que quisiera. Osvaldo escribió: ‘la belleza es perenne’”, recuerda Nápoli, historiador, docente e investigador. “En una de las últimas internaciones, que fue muy larga, no sabíamos qué iba a pasar, y con Mariana, que lo cuidaba, armó un plan de escape. Ese era Osvaldo: in-do-ma-ble”. Parece que se quería escapar de todas las internaciones, pero cuando llegaba la comida dividía todo en partes iguales para que comiera Bruno, Ariel, Mariana, Claudia o quien lo estuviera acompañando. Era un viejo anarquista, solidario y muy “punk”, como lo definió una amiga de Napoli. Pennisi lee la adhesión de Sergio Maldonado y llegan los tangos libertarios de la mano del Quinteto Negro La Boca con letras de Bayer como “Severino”, “Gaucho Facón grande” –algunos repiten el verso, “carajo, viva la igualdad”– y “Chau Falcón, gracias Simón”.
Christian Bayer hizo un largo viaje a la Patagonia con su padre hace tres años. “El viejo andaba flojo y un poco olvidadizo. Cuando subimos al avión, me preguntó: ¿adónde vamos ahora? Me emocionó la afectividad que recibía de la gente, especialmente de Luis Milton Ibarra Filemón”, dice el hijo y lee un texto de este historiador, ex director del Archivo Histórico de El Calafate, que formó una Comisión en Memoria de las Huelgas del 21. “Osvaldo no se fue, estuvo y estará presente en cada uno de nosotros”. También el sindicato de Trabajadoras Sexuales participa del homenaje con un mensaje tan breve como contundente: “Las putas de San Julián están en la historia gracias a usted”. La coherencia y la ética de Osvaldo, que hoy es tan necesaria, aglutina a cada uno de los que suben al escenario a decir unas palabras o compartir una experiencia junto al autor de Los anarquistas expropiadores. Aunque escribió un texto, Cecilia Rossetto prefiere hablar y dejarse llevar por las tarjetas feministas que le enviaba Marlies, la esposa de Osvaldo. “Nunca más necesitaremos hombres para ser felices”, decía una esas tarjetas. O una carta del año 2000 en la que Osvaldo le proponía deshojar pétalos y “preparar los próximos planes de liberación de la humanidad”. Pero lo principal, cuenta Rossetto muy emocionada que le decía Bayer en esa carta, es “trabajar por un mundo sin hambre ni balas”. Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, le habla a Osvaldo como si estuviera frente a ella: “Acá estamos, porque sé que nos estás viendo y que estarás con nuestros queridos hijos, los 30 mil… Osvaldo, te voy a decir algo, que le dije a otra persona: ¡no te enterramos, te hemos sembrado! Tuvimos el privilegio de contar con él en los momentos más difíciles. ¡Hasta siempre, compañero!”.
Sube a tocar el charanguista Rolando Goldman, que realizó junto a Julián Troksberg Simón, hijo del pueblo, documental acerca del anarquista que mató al represor Ramón L.Falcón. Hay una campaña para cambiar el nombre de la calle que atraviesa los barrios de Floresta, Flores y una parte de Caballito por el de Osvaldo Bayer. Goldman empieza con “Hijo del pueblo”, el himno anarquista, y la gente canta: “Hijo del pueblo, te oprimen cadenas/ y esa injusticia no puede seguir,/ si tu existencia es un mundo de penas/ antes que esclavo prefiere morir”. María Julia Bertotto, la vestuarista del film La Patagonia rebelde, subraya la “generosidad” de Osvaldo, que compartió con ella todas las fotografías y datos que había recopilado para ayudarla con el trabajo del vestuario. Milagro Sala, presa política de este gobierno, grabó un audio para estar presente en el homenaje. “Cómo no recordar al amigo, al hermano, Osvaldo Bayer; fue uno de los principales compañero que colaboró con la lucha y defensa de las tierras, trabajó defendiendo al hermano mapuche e hizo la gran película La Patagonia rebelde. Cómo no recordarle y no tener un excelente recuerdo de él. Yo creo que muchos de los que pertenecemos a los pueblos originarios estamos agradecidos en poder tener su gran apoyo, porque son pocos los que se jugaron por los pueblos originarios; desde que él hizo conocer su película La Patagonia rebelde muchos más tuvieron en cuenta a los pueblos originarios. Así que quiero agradecer de mi profundo corazón todo lo que hizo por nosotros, más que nada agradecerle también porque él fue uno de los impulsores de la rebeldía pacífica, la rebeldía con amor, la rebeldía donde no tenía que existir la agresión”.
La voz de Nora Cortiñas, que no pudo estar en la plaza Alberti, llega también a través de un audio. “Estoy aquí, no para despedir a mi amigo y compañero Osvaldo Bayer. Te digo, Osvaldo, estoy aquí sólo para abrazarte, para decirte que dejás una verdadera historia de la Argentina plagada de ética y de compromiso. Estoy aquí para decirte que seguiremos resistiendo a esta historia que nos quieren meter y vamos a seguir resistiendo hasta que logremos uno de tus gustos: sacar de una vez por todas la estatua del traidor-genocida Roca del lugar donde la emplazaron, un lugar que no se merece. Estoy aquí para recordarte siempre, para admirarte por todo lo que dejaste en tu trabajo con la historia en Argentina”. Entre el público escuchan y aplauden Ernesto Tiffenberg, en representación del diario PáginaI12, Eduardo Jozami y el actor Arturo Bonín. Tato Dondero, secretario general del Sindicato de Prensa de Buenos (SiPreBa), plantea que en este momento tan difícil para la profesión Osvaldo nos enseñó que “se puede ser sindicalista y hacer periodismo a la vez”. El músico Miguel Ángel Estrella condensa el sentimiento de muchos: “te amamos, Osvaldo, siempre vas a estar en nuestros corazones”.