Borrón y cuenta nueva. Barajar y dar de nuevo. ¡Cómo pasa el tiempo! Típicas frases de fin de año que se dicen sin ton ni son. Y sí, el tiempo pasa, es verdad. Y es verdad que algunas cosas habrá que barajarlas de nuevo, como que un kilo de hoy ya no es el kilo de siempre, que la patria ya no es el otro, que ha muerto gente admirada y que políticos que hacen campañas de odio reciben apoyo de esos mismos a los que dicen odiar.

Por muy pagano que uno sea, las fiestas tienen ese aire de algo que se termina y de algo que comienza. Barajar y dar de nuevo, repito por las dudas. Borrón y cuenta nueva le digo al banco que me persigue para que pague la tarjeta. Borrón y cuenta nueva les digo a los que ofendí o desilusioné. No siempre funciona. Con el banco no funciona.

Pero son simplificaciones peligrosas. Frases que nos quieren mostrar la vida como una casa que se arregla con muebles nuevos y algo de pintura. Y que lo que no logra la cosmética se resuelve con tirar ropa vieja y comprar nueva. Sin olvidar que a veces es la vida misma la que nos obliga a dejar cosas atrás: amigos, trabajos, sueños. Pero, ¿y si uno tuviera que elegir lo que debe abandonar?

Al barajar y dar de nuevo te pueden tocar cartas peores. Borrón y cuenta nueva nos puede hacer borrar momentos irrepetibles. Y las zapatillas que se descartan por viejas serán trending topic luego de agregarles lentejuelas en la lengüeta.  Otros interpretan estas frases como mejor le conviene. Ahí tiene países que con el cuento de sacarse de encima lo que molesta, expulsan a la mitad de la población. Cuál de las dos mitades, depende de quién oficia de basurero.

Creo que es inteligente aceptar que es bueno cambiar algunas cosas. Sobre todo las que fallaron, los planes que han demostrado su inutilidad. Ya se sabe: mismos procedimientos, mismos resultados. Si no cambiamos, el tiempo va a seguir pasando sin nosotros. Miremos o actuemos, el tiempo hará lo suyo. ¡Cómo pasa el tiempo, diremos después con aire trágico!

Lo ideal sería un equilibrio: conservar una parte y cambiar otra. Tirar lo que no sirve y conservar lo que costó crear. Pero, ¿seremos capaces de reconocer el valor de cada cosa? ¿Podremos bajar la bandera de un ideal porque se volvió viejo? ¿O será que el diablo nos dicta al oído que ese ideal es viejo sólo porque a él le conviene? Mire si uno se saca de encima los trastos ideológicos y después no sabe qué hacer con las novedades ideológicas.

Qué dilema.

Y no es cuestión de defender un ideal de cabeza dura. ¿Y si es un ideal que el enemigo nos dejó porque ya no sirve? ¿No tiene a veces la sensación de que nos dieron un teléfono a disco mientras el enemigo tiene miles de satélites para planear saqueos y golpes?

Creo que lo más difícil de sacarse de encima son las recetas mágicas del progresismo argentino. Están ahí, entre el corazón y los riñones. Si usted los quiere amputar, busque donde todo suena genial, grave como en un teatro gigante, donde retumban las frases del estilo "el pueblo unido jamás será vencido", "se quiebra pero no se dobla", "no pasarán". Si llega a ese lugar, saque el facón y no dude porque esas frases son como los cantos de las sirenas. Dudaste y fuiste Carlitos.

Lo mejor es no pensar en lo que se pierde sino en lo que se gana. Es vomitar el 31 a la noche para que el 1 de enero haya lugar para el lechón. Y es mejor desoír los consejos. Este es un momento de diálogo con uno mismo, aprovechando los efluvios de la sidra barata y del pan dulce fermentado que compramos de oferta el año pasado.

Así nacerá un hombre nuevo. Una mujer nueva. Sin exagerar, claro. Tendrá la misma pinta de siempre aunque bajar la panza podría ayudar a disimular las cosas inalterables. Y si quiere teñirse el pelo de naranja, hágalo, que el fin del año tiene ese aura imbatible de inimputabilidad.

¿Si muchos nos sacáramos de encima una ideología, esa ideología desaparecería o cambiaría de manos? ¿No es eso lo que sucedió con el fascismo? Se abandonó acá y se adoptó allá, o al revés. ¿No será que las cosas, todas, siguen una ley parecida a la masa de agua de la tierra, que puede cambiar de lugar y de estado, pero sigue siendo la misma masa?

Quizá es un círculo vicioso. El peronismo fue abandonado una madrugada y recogido a la siguiente. Y por mucho que uno se libere de viejos axiomas sin sentido, ideologías que se van pudriendo con el paso de los días, siempre habrá un cartonero moral que los recoja hasta el momento de resucitarlas. Es la historia de nunca acabar.

Elija lo que elija, tenga cuidado ante tanto cambio y novedad. No sea que le pase como al personaje de Fantasmas de lo nuevo,de Bradbury. A un tipo se le quema la casa llena de obras de artes, regalos y de recuerdos de viajes. Él se empeña en reproducirla exactamente igual. Viaja a los mismos lugares a comprar los mismos souvenires. Al fin, cuando la casa está hecha, no logra pasar más que una noche allí porque la casa está habitada con los fantasmas de las cosas nuevas. Buuu… Y feliz año nuevo.

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