El titilar de las luces navideñas y findeañeras incitando al consumo no logra neutralizar las sombras que se abaten sobre la existencia de cientos de miles de mujeres, niñas, niños, jóvenes y ancianos.

En efecto, el sombrío panorama es de exclusión social, con un creciente número de personas en situación de calle, miles y miles de desempleados y hambreados. La persecución a luchadoras y luchadores sociales es de una evidencia patética y contundente.

La violencia del Estado y el capital se expresa de múltiples maneras. Hostigamiento a comunidades resistentes mapuches, encarcelamientos, despliegue militarista en las ciudades, un plan socioeconómico que lanza a la pobreza y a la indigencia cada día a miles de personas.

Los arteros ataques a la salud pública y a la educación pública son algunos de esos tenebrosos dispositivos que privan de recursos materiales y simbólicos. Toda una tecnología para generar sufrimiento y resignación. La emergencia del racismo y la misoginia.

En tanto, continúa la orgía financiera, la timba de letras y dólares.

Estamos perplejos ante la indolencia general.

Indignados frente a la demagogia. Pero a pesar de todo aun nos quedan fuerzas para librar las luchas indispensables a librar de modo colectivo y solidario. Sobran los motivos. Hace cien años en Alemania daba comienzo la Revolución Espartaquista con Rosa Luxemburgo. Liebneck y Gustav Landauer. En la región Argentina, conmemoramos la huelga de ferro portuarios y vísperas de la Semana de Enero, de la gran huelga que se inició en los Talleres Vasena.