Unas semanas después de obtener su quinto campeonato de Fórmula 1 e igualar la histórica marca de Juan Manuel Fangio también arriba de un Mercedes, Lewis Hamilton consideraba que era imposible “comprender la magnitud de lo que significan cinco títulos. Uno no significa nada, dos hacen que no parezcas tan malo, tres es como si estuvieras empezando a hacerlo bien y con cuatro te acercas a la cúspide de la grandeza. Es realmente extraño que en este deporte necesites varios para que la gente comience a darse cuenta de tu consistencia y fortaleza”. Casi tan hábil declarante como al frente del volante, el inglés repartía con sus frases un par de palitos. El primero, a su histórico némesis, el alemán Sebastian Vettel, quien en 2018 sumó su segundo subcampeonato consecutivo. Y el segundo, a la afición en general y en especial la británica, la cual nunca fue devota del piloto de ascendencia caribeña. Pero mejor, veamos más detenidamente de qué se tratan estos sutiles recados del pentacampeón.
- “Cerca de la grandeza”. Pero no en ella, claro. Nada inocente la reflexión de Hamilton (33 años) quien, ahora, en la cúspide con su quinto campeonato pudo dejar finalmente atrás a Vettel (31) y sus ostentosos cuatro títulos consecutivos entre 2010 y 2013, a cuya sombra estuvo durante mucho tiempo. Históricamente, el duelo de los prodigios inglés y alemán fue verdaderamente uno de idas y vueltas. El primer golpe lo dio Vettel cuando se convirtió en el campeón más joven de la categoría con 23 años y cuatro meses, en 2010, arrebatándole el honor al mismo Hamilton, que lo había hecho con 23 años y nueve meses en 2008. Luego, lo mencionado: tetracampeonato para el alemán con Red Bull y todas las fichas puestas en él para heredar el trono de su compatriota Michael Schumacher, máximo ganador de la F1 con siete. Sin embargo, la llegada de los motores híbridos, el acertado pase del inglés de McLaren a Mercedes y el no tan lúcido cambio del alemán a Ferrari darían vuelta completamente la tortilla. Cuatro consagraciones de las últimas cinco ediciones (Nico Rosberg fue la excepción en 2016) para que Hamilton pase al frente en el historial y termine festejando varias veces de manera holgada, como en este año, cuando lo hizo en el Gran Premio de México (le alcanzó con un cuarto puesto) a dos fechas del final mientras Vettel despotricaba (todavía lo hace) contra su equipo.
- “Que la gente comience a darse cuenta”. Alguna vez considerado el “niño mimado” de Inglaterra, Hamilton está lejos de ser un ídolo en su país. Hijo de padre negro y madre blanca y de abuelos centroamericanos, Lewis Carl, quien se llama así en honor al histórico atleta afronorteamericano y multicampeón olímpico, siempre cargó con la cuestión racial en un deporte extremadamente blanco. “El título de Hamilton es un punto de inflexión para un deporte hasta ahora demasiado elitista y reservado para los blancos. Es negro y tiene éxito”, consideraba Max Mosley (de supuestos nexos fascistas), por entonces presidente de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) en 2008. Tiempo después, Hamilton decía: “Ser el primer piloto de F1 negro es importante. Cuando empecé traté de ignorarlo pero, según me he ido haciendo mayor, realmente he empezado a apreciarlo. Es una sensación muy buena derribar una barrera. Tengo niños de todas las culturas que vienen a mí, todos que quieren ser pilotos de F1. Ellos sienten que el deporte está abierto a todos”. Pero hasta ahora, el oriundo de Stevenage, más relacionado con la cultura hiphopera estadounidense que el punk rock británico, no es profeta en su tierra. Y no por falta de esfuerzo.