Los procesos de trabajo acostumbran a ofrecer sus réditos cuando se efectúan con planificación, y también por la paciencia que se debe tener para esperar los resultados. La Copa del Mundo de fútbol suele ser un espacio donde se analizan esas tareas, debido a que se utiliza como punto de separación entre los ciclos. Argentina y Uruguay son dos países donde se muestra claramente la diferencia que tienen en la estructura de sus seleccionados, y se sigue ampliando luego de lo que sucedió en Rusia. Si bien los uruguayos llegaron a un escalón más (cuartos de final) que Argentina, lo que permanece es la seriedad para transitar por un camino más allá de una posición final.
El técnico de Uruguay, Oscar Tabárez, asumió ese cargo el 7 de marzo de 2006, luego de su paso anterior entre finales de los ‘80 y principio de los 90. El equipo no había clasificado para el Mundial de Alemania, luego de perder el repechaje ante Australia, y él encabezó el trayecto que desembocaría en el cuarto puesto de Sudáfrica 2010. En el 2007 también logró el cuarto lugar en la Copa América de Venezuela, y tuvo su revancha en este certamen en 2011, cuando se quedó con el título en la Copa desarrollada en Argentina. El encuentro decisivo fue ante Paraguay, en la cancha de River, y los uruguayos ganaron 3-0 con claridad.
Uruguay logró en Rusia el puntaje perfecto en su zona, algo que no sucedía desde Suiza 1954. La instancia siguiente fue ante Portugal, y el triunfo fue 2-1. La despedida fue ante Francia, que terminaría siendo el campeón, al perder 2-0 en la ciudad de Nizhni Nóvgorod. El contrato del ex entrenador de Boca había finalizado luego de ese partido, y todo hacía imaginar que dejaría su puesto. El presidente de la Federación Uruguaya, Wilmar Valdez, tenía intenciones de que Tabárez continúe, pero el escándalo por acusaciones de corrupción sobre la entidad finalizó con la renuncia de Valdez y la intervención de la FIFA, quien no permitió la renovación del conductor.
La Selección fue dirigida de manera interina por Fabián Coito, en el encuentro amistoso que terminó con goleada 4-1 sobre México, en Houston, Estados Unidos, el 7 de septiembre. Dos semanas después de ese partido, la Comisión Reguladora liderada por Pedro Bordaberry resolvió renovar el vínculo con Tabárez, quien seguirá siendo el técnico hasta el Mundial de Qatar 2022. De esa manera, cumplirá 16 años al frente del plantel.
Lo que pasa en Argentina es distinto. Desde que asumió Tabárez, en 2006, desfilaron 12 técnicos: José Pekerman (2004-2006), Alfio Basile (2006-2008), Diego Maradona (2008-2010), Sergio Batista (2010-2011), Alejandro Sabella (2011-2014), Gerardo Martino (2014-2016), Edgardo Bauza (2016-2017) y Jorge Sampaoli (2017-2018).
La salida de Sampaoli después del Mundial desató otro terreno de incertidumbre, del cual todavía no se pudo salir. El que ocupa ese lugar es Lionel Scaloni, que trabajará hasta la Copa América de Brasil, a mediados del año que viene, y la AFA tendrá que definir en ese momento un técnico definitivo.
El 13 de julio de 2014 Argentina disputó la final del mundo ante Alemania, luego de 24 años, en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, y desde ese día todo lo que sucedió fue un vacío profundo. Pero no sólo en la Selección, sino en el fútbol argentino.
Sabella, luego de meditarlo unos días, decidió dejar la conducción del equipo, por una enfermedad que lo aquejaba desde 2013. Y cuando recién se estaba asimilando la determinación de Sabella, el fallecimiento de Julio Humberto Grondona, presidente de la AFA desde 1979, terminó de provocar un sismo aún mayor. La línea de sucesión le correspondía a Luis Segura, quien era vicepresidente primero. Con la nueva conducción se resolvió ofrecerle el cargo de director técnico a Martino, quien era el preferido de Grondona. La primera prueba oficial de Martino fue la Copa América de 2015, y si bien tuvo un desempeño aceptable, no pudo obtenerla en la final frente al local, Chile, en julio de ese año, al perder 4-1 en la definición por penales luego de empatar en cero.
Martino inició ese año las Eliminatorias Sudamericanas con una derrota frente a Ecuador, en octubre, mientras afuera de la cancha se preparaba la elección en la AFA, que tenía como fecha el 3 de diciembre. Segura disputaría su lugar con Marcelo Tinelli, que asomaba como el futuro dirigente. El acto quedó en los anales por haber terminado con un empate en 38, luego de que hayan votado 75 asambleístas.
Los intentos por unirse entre los candidatos fracasaron, y no se vislumbraba una salida clara. Como los enfrentamientos iban en aumento, y ante la falta de representatividad, la Federación Internacional (FIFA) decidió intervenir y designó un Comité de Normalización, que quedó a cargo de Armando Pérez, ex presidente de Belgrano.
La Selección comenzó el 2016 con problemas para afirmarse en la clasificación, y llegó a la Copa América Centenario con varios interrogantes. El equipo nuevamente llegó a la final del certamen, que se jugó en Estados Unidos, y en el último paso perdió por penales (4-2) otra vez ante Chile, después del empate sin goles en Nueva York.
El Comité de Normalización no se podía poner de acuerdo en muchos temas, mientras el seleccionado Sub 23 tenía que prepararse para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. El plantel no podía entrenar debido a que los clubes no estaban dispuestos a ceder a sus hombres más importantes, y ante la falta de reacción de los dirigentes Martino resolvió dejar su puesto a poco más de un mes para la competencia. El tiempo apremiaba y se decidió que Julio Olarticoechea, campeón del mundo en 1986 y que ya estaba trabajando con los seleccionados menores, se haga cargo del Sub 23.
Pérez eligió a Bauza, que estaba trabajando en San Pablo de Brasil, para ocupar el lugar de Martino, unos días antes de que el equipo de Olarticoechea quede eliminado en la primera ronda de los Juegos Olímpicos.
El Comité de Normalización consigue finalmente determinar que en marzo de 2017 se elija nuevo presidente de la AFA, y como el único candidato que se postuló fue Claudio Tapia, que contaba con el aval de la mayoría de la dirigencia, fue nombrado el 29 de ese mes. Argentina estaba afuera de los cuatro puestos que otorgaban el lugar directo hacia Rusia, y la primera decisión de Tapia fue despedir a Bauza de la Selección Argentina. El hombre señalado era Sampaoli, quien se encontraba conduciendo a Sevilla de España.
Las negociaciones no fueron sencillas, pero fue oficializado el 1° de junio de 2017 como director técnico, con un contrato de cinco años, hasta la Copa del Mundo de Qatar 2022. El santafesino tenía la misión de clasificar a Argentina para Rusia, y había poco margen en las eliminatorias. El debut fue el 31 de agosto frente a Uruguay, en Montevideo, y el partido terminó igualado sin goles. Los empates ante Venezuela y Perú, ambos de local, hacían todo más difícil, y quedaba ir a Ecuador para lograr la hazaña en Quito. Lionel Messi convirtió tres goles esa noche, y el 3-1 final le permitió a Argentina estar en la cita máxima.
Los cuatro años que pasaron desde Río de Janeiro hasta la eliminación en Kazán fueron a puro vértigo. Y todavía no se pudo renudar el camino adecuado. La desventaja con Uruguay, en ese aspecto, es enorme.