Cincuenta personas, entre ellas veinte menores de 18 años, resultaron heridas como consecuencia del uso de pirotecnia e impacto de corchos durante los festejos de Año Nuevo en la ciudad de Buenos Aires. Una estadística que en algunos centros de salud porteños representó una reducción superior al 50 por ciento respecto del año anterior. Los jefes de servicios médicos atribuyeron la baja a los precios elevados de la pirotecnia y a las campañas de prevención. En tanto, un vocero de la empresa Cienfuegos, que vendió un 20 por ciento más que el año pasado (si bien reconoció que el sector sufrió una retracción en las ventas, que en promedio puede rondar el 15 por ciento) sostuvo que la baja de los accidentes está asociada, además de a las campañas, a la menor venta ilegal y la mayor seguridad de los productos. Y señaló que la sensación de que hubo menos pirotecnia se debe a que hay un cambio en el consumo, “la gente deja de usar las de alto impacto auditivo y se vuelca a las lumínicas”.
Del medio centenar de personas atendidas en el Hospital de Quemados, Hospital de Oftalmología Pedro Lagleyze y el Hospital de Oftalmología Santa Lucía, los únicos heridos de gravedad fueron dos niños que sufrieron lesiones en los ojos como consecuencia de la manipulación de pirotecnia.
El resto de los casos fueron de atención ambulatoria, a excepción de dos pacientes que fueron internados: un niño con sangre en el ojo y un joven con quemaduras en los miembros inferiores.
En el Santa Lucía, del barrio porteño de San Cristóbal, fueron atendidos diez chicos, dos de los cuales serán sometidos a cirugía, y cinco adultos, según informó Natalia Chautemps,la jefa de guardia de ese centro médico.
Entre la noche del 31 y la madrugada del 1° “atendimos quince personas, de las cuales trece fueron atendidas en forma ambulatoria mientras que dos menores, una niña de 10 y uno de 11, requirieron intervenciones quirúrgicas. Todas por manipulación de pirotecnia”, informó la médica. Y detalló que estos niños, que se encuentran a la espera de ser operados en los hospitales Gutiérrez y Garrahan, fueron diagnosticados con “herida penetrante corneal escleral” e indicó que se trata de “lesiones graves con pronóstico reservado”.
“De los quince pacientes, diez eran menores de 15 años. Los casos más graves suelen presentarse en los niños a quienes se les deja manipular productos que son peligrosos, más allá de que sean comprados en forma legal y de que se tomen los recaudos. Hay que seguir generando conciencia porque estas lesiones pueden producir una discapacidad de por vida”, afirmó.
También la guardia del Hospital de Quemados recibió 15 heridos: diez adultos y cinco chicos, aunque ninguno de gravedad. La jefa de Día del centro sanitario, Samanta Foster, explicó que durante la celebración de fin de año y de Navidad “se atendió a 40 personas, la mitad de lo registrado el año pasado, ya que entre las dos fechas festivas se atendieron unas 80 personas”.
La profesional indicó a la prensa que catorce de los lesionados sufrieron heridas leves, mientras que sólo un adulto tuvo que quedar internado con “una quemadura que por su extensión es de moderada gravedad”. Foster sostuvo que se trata de un joven que fue alcanzado por las llamas de un combustible que se encendió a causa de un elemento pirotécnico. Según la médica, “tras la tragedia de Cromañón (30 de diciembre de 2004) la cifra de heridos se reduce año tras año, sobre todo en Navidad”.
En el mismo sentido, Rubén Casale, el jefe de Guardia del Lagleyze, donde se atendió a veinte personas, dijo que “hay una reducción drástica de los heridos”, y señaló que “no sólo disminuyeron los casos, sino la gravedad”. A modo de ejemplo explicó que de los 60 pacientes del año pasado, nueve terminaron en cirugía mientras que este año el centro de salud no tuvo que operar a nadie. Los tres jefes de servicios coincidieron en que las campañas de prevención sumadas al precio de los productos pueden ser las causas de la disminución tan significativa.
Según pudo averiguar este diario, la caída de ventas en el mercado pirotécnico se dio, sobre todo, en el sector mayorista durante la preventa que se realiza entre marzo y abril, donde la retracción alcanzó el 30 por ciento. Según la Cámara Argentina de Empresas de Fuegos Artificiales, la merma en las ventas de productos de pirotecnia rondaría el 10 por ciento con respecto a 2017.