Tomemos como punto de partida para nuestros fines una caracterización general sobre la segregación, que es la de separar una parte del todo, y que por sus fines y efectos significa marginación, racismo y exclusión. Valoraciones basadas en diferencias reales o imaginadas buscan un beneficio del acusador y un detrimento de su víctima, su función es la de justificar una acción, que se basa en el rechazo al otro, por rasgos o signos de diferencia. Esta caracterización nos permite ver que el beneficio buscado, puede ser nuclear a una amplia mayoría con fines electorales, es decir, hacer un uso de la segregación como herramienta política. No es condición indispensable que esta mayoría identifique y dirija su odio ante el mismo objeto, persona o discurso. Esto varía y puede dirigirse hacia los inmigrantes, los gays, las lesbianas, el feminismo, etc. Esta herramienta ha sido reflotada y actualizada, y es usada con éxito por un tipo de discurso político que podemos nombrar como de derecha neoliberal, que toma cada uno de estos componentes (luego veremos a través de qué medios y la potencia de su alcance) explotando un sentimiento contrario que amplifica y se lo utiliza generando una corriente de voluntad a favor del resultado electoral. Valga como ilustración el papel de Steve Bannon, como asesor, tanto en el triunfo de Trump como el de Bolsonaro. Su estrategia y prédica se basa en un cierto desprecio por la prensa y la clase política tradicional, a la cual califica de corrupta. Su prédica se sostiene en la idea de sepultar estos “poderes” a través de un gran movimiento de derecha global, que tiene previsto un gran encuentro a realizarse en Europa este año. Movimiento que se autodefine como capitalismo esclarecido desde una derecha alternativa.

Sin embargo, la eficacia del odio como herramienta política de esta “nueva derecha” no sería posible si no fuera porque la segregación es inherente a todo sistema simbólico. Y que su presencia persistente en el siglo XXI es una constante en el malestar de la cultura. Lacan sitúa esta cuestión bajo  la afirmación de que todo lo que existe se basa en la segregación1. 

Sería ilusorio pensar un mundo sin segregación, pero esto justifica la utilización de la misma como generadora y promotora de odio hacia las  políticas populares que buscan una inclusión lo más amplia posible de los sectores más postergados. Marco Aurélio García sostuvo que el capital financiero no se limita a la explotación y a la despolitización del mundo del trabajo, sino que se revela como racista, misógino y oscurantista2.

Aventuremos sobre esta globalización de la cual el neoliberismo es causa, que utiliza para sus fines, una voz y una mirada de carácter omnipresente. La voz que dice de diversas maneras y constantemente “tienes todo a tu alcance”, la mirada que muestra los objetos que universalizan, a todos se les ofrece la misma mercancía. Pero no se trata simplemente de consumo, sino que, como señala Lacan, “la verdadera naturaleza del bien, su duplicidad profunda, se debe a que no es pura y simplemente bien natural, respuesta a una necesidad, sino poder posible, potencia de satisfacer. Debido a este hecho, toda la relación del hombre con lo real de los bienes se organiza en relación al poder que es del otro, el otro imaginario, de privarlo de ellos”3. Simplificando, sin restarle contundencia, dice y da a ver a un otro (diverso, como decíamos al principio de estas notas) que te quita lo que es tuyo, pero no solo eso, sino que además no lo merece. Y no solo no lo merece sino que defiende valores, ideas, que son contrarios a los propios.

No nos parece aventurado sostener que los impulsores de la segregación y el odio como herramienta política conocen la lectura estructural de estos que el psicoanálisis ha desarrollado e interpretado desde sus inicios freudianos. Recordemos que Freud abordó el tema desde el narcisismo de la pequeña diferencia, dificultad del contacto con el semejante. Sus diversos desarrollos sobre hermanos, padres, cónyuges comunidades, etc. resaltan la hostilidad y la segregación, para luego conceptualizarlo en términos de identificación. Freud4 ubica las formaciones colectivas a partir del Ideal del Yo y, desde allí, racismo y segregación son situadas como lo diverso que altera al sujeto a partir de lo extraño y que hace o genera la alianza con el parecido contra el diferente. En última instancia, la subversión freudiana que ubica la singularidad implica la discrepancia radical entre los sujetos y esto hace que sea necesaria la referencia a un tercero para que exista la posibilidad de comunidad. Y es así como Lacan lee el amor al prójimo, ya que de lo que se trata es que el sujeto quiere el mal del prójimo incluido en su goce. Claro está que la maldad habita no sólo en el otro sino en uno mismo. En esta línea podemos afirmar que lo que aglutina es la relación con el odio a lo extranjero, al Otro diferente, portador de otro goce. En esta línea es que podemos leer el discurso de Bolsonaro apelando al personalismo y presentándose como “superhéroe” de un nacionalismo que connota el rechazo a lo extranjero, ya que el nacionalismo no ha desaparecido por la globalización, sino que adquiere nuevas significaciones. Significaciones que se sostienen en la base pulsional, como plantea J.-A. Miller5 señalando que la soledad del sujeto en lo que hace a su goce es una soledad correlativa de su maldad, ya que la pulsión no es humanista.

El dinero tampoco es humanista y la utilización de este poderoso medio por las diferentes derechas neoliberales tampoco. No solo es el objetivo sino también el instrumento de inversión para propagar el discurso del odio segregativo. Por ejemplo, en las elecciones brasileñas se utilizó a través de las diferentes combinaciones de algoritmos en las redes, las difamaciones potenciadas geométricamente por Whats App, y la diversidad de “fake news”. No sostenemos aquí que esto sea la causa exclusiva del triunfo de Bolsonaro, pero no podemos dejar de señalar que ayudaron y mucho (una ayuda que jaquea a la democracia). Si bien desarrollar esta cuestión, para nada menor, no es el fin principal de estas notas, señalemos que el marco generador de esta crucial ayuda para el triunfo de Bolsonaro se inscribe en el datamining, la digitalización del mundo y el proceso masivo de datos, un procedimiento en tiempo real de la totalidad de lo que acontece. Esto en sí mismo podría no ser preocupante, la cuestión es quiénes lo utilizan y para qué fines, ya que poseer los perfiles de los votantes, junto al poder anticipar ciertos comportamientos individuales y sociales no solo son una influencia, sino una determinación. Además, la aspiración de manejo y control no se limita a los procesos electorales sino a gobernar la totalidad de lo existente6. Ayudaron en Brasil a una corriente ya instalada a través de la utilización de un aparato judicial dirigido, de una cantidad de medios que sistemáticamente fueron sembrando la idea y la conexión entre populismo y corrupción, generando así el campo fértil para que viniera el “Mesías” salvador, el gigante que representa la espada de la “verdad” y que hará “justicia” extirpando esos otros que te quitan lo que por “naturaleza te corresponde”. Discurso neoliberal que utiliza la democracia como un medio y no le preocupa para nada su destino. Valga como ejemplo la caracterización que realizara Boaventura de Sousa Santos ante la pregunta sobre las razones del triunfo de Bolsonaro: “Es una situación muy compleja porque Brasil, en este momento, es casi un laboratorio de transformación política conservadora en el continente7”. Un laboratorio donde pusieron en marcha desde el 2014 un impeachment, una demonización del PT instalando la idea de que se trata de corruptos, instalando una narrativa de la corrupción. Y entonces llevaron  adelante una política despolitizada cuyos actores principales son la segregación y el odio. Bolsonaro no es el ideólogo, sino un instrumento de esta nueva “democracia” afín a los mercados y que abre toda la economía al servicio de las ganancias del capital financiero internacional. Si bien no es el fin de estas notas, no podemos dejar de señalar que con otro “estilo”, el gobierno de Cambiemos, en Argentina, sostiene y lleva adelante los mismos objetivos.

Volvamos sobre los vínculos colectivos que ubican e interrogan los efectos de la segregación tanto a nivel de lo social, de lo grupal y del sujeto. En este sentido, la humanidad no puede ser definida por algún atributo positivo sino por un rechazo, por un rasgo de segregación. Concepción freudiana según la cual, el sujeto tiene con el prójimo la misma relación de odio que consigo mismo. No está de más acentuar que la segregación implica también aquello que en el discurso no es lenguaje, es decir, remite al goce, por lo tanto, la segregación sostiene modos de gozar. Cuestión que, a nuestro entender, Lacan toma en sus textos posteriores a la segunda guerra mundial y al nazismo. En ellos, caracteriza la segregación anticipando los acontecimientos posteriores a la década del 70 y también dándonos una perspectiva para situar el orden simbólico del siglo XXI. Nos referimos a las selecciones sociales implicadas en la técnica que, sumadas a los efectos del “capitalismo reordenado”8, nos permiten la calificación de nuestra época como la de segregación por la vía del racismo9. Y no podría ser de otra manera ya que la segregación es un efecto estructural del lazo colectivo y, como señalamos al comienzo, opera sobre lo diferente.  Así lo señala Lacan al referirse al racismo como el odio al goce del otro, ubicado en un conjunto con diferentes identificaciones. Entonces, no sólo se trata del narcisismo de la pequeña diferencia sino de cómo el otro manifiesta sus arreglos con el goce, con su ser de goce. 

Desde estas perspectivas volvamos a la pregunta sobre las causas del triunfo de Bolsonaro, y sumemos nuestra lectura a las diversas razones y motivos que aparecen en diversos artículos de opinión. Entre ellas se destaca que se trata de un país con una profunda historia de esclavitud, con una marcada exclusión social y una gran concentración de las riquezas. Además no está ausente en el marco señalado el rol de las iglesias evangélicas que fueron las portadoras de presentarlo como el “Salvador”, el “Mesías” y el guerrero que confrontaría al diablo encarnado en el PT. Un cartel de campaña de Haddad, en Río de Janeiro, refleja a nuestro entender el efecto logrado, dice así: 

“Una hormiga por bronca contra la cucaracha votó a favor del insecticida. Todos murieron. Hasta el grillo que se abstuvo de votar”, reflejando la moraleja señalada por Esopo en su fabula de las ovejas y los lobos.

La imposición sobre propios intereses y control segregativo se da a través de nuevas herramientas políticas mediáticas. Claro está que no es un matiz el hecho de que los tipos de imposiciones pueden ir de lo subliminal hasta llegar a los campos de concentración, marcando un amplio espectro. Como ejemplo valga que inmediatamente después del triunfo, una diputada electa del partido de Bolsonaro lanzó una campaña para que los alumnos filmen a los profesores que “adoctrinan”, es decir, los que reflexionen sobre la política, y que critiquen a Bolsonaro y que ella sería la encargada de vehiculizar las denuncias. Quizás, las mismas acompañen a las tres bancadas mayoritarias del nuevo Congreso, la del “Frente parlamentario Agropecuario” defensores del uso de agrotóxicos y de la deforestación del Amazonas; la “Bancada de la Bala” formada por policías y militares que, entre otras cuestiones, sostienen que la población civil debe tener derecho a portar y usar armas, (cualquier semejanza con una ministra argentina no es casualidad) y por último los legisladores evangélicos que conforman la “Bancada de la Biblia” que están en contra del aborto legal, la igualdad de género, la diversidad sexual y exigen la educación religiosa en las escuelas públicas10.

Entonces, sin el ánimo de concluir sobre las causas que llevaron a Bolsonaro a la presidencia, la herramienta política del odio y la segregación la ubicamos en ese movimiento que no es una simple oposición entre civilización y pulsión. Y recurrimos al discurso analítico que sostiene la efectividad de tratar el callejón sin salida de idealizar la posibilidad de renunciar a la pulsión o al ideal de un universal sin segregación. Ante  el avance de una nueva razón del mundo que sostiene y se sostiene en la segregación.

Aníbal Leserre: Psicoanalista.

        

Notas:

1. Lacan, J., El Seminario, Libro 17, El reverso del Psicoanálisis, Paidós, Bs. As., p. 193. 

2. Citado por Martín Granovsky en “Es una cagada, viejo”. Artículo de PáginaI12 del 29-10-2018.

3. Lacan, J., El Seminario, Libro 7, La Ética del Psicoanálisis, Paidós, Bs. As., p. 281.

4. Freud, S., Psicología de las masas y análisis del yo,  Amorrortu, O.C., Tomo XVIII. Bs. As., 1976

5. Miller, J-A., Curso de la Orientación Lacaniana, Vida de Lacan, Clase VI; 24 de marzo del 2010. Inédito.

6. Facundo Carmona “El algoritmo caníbal”, en revista Ñ. Número 788

7. Boaventura de Sousa Santos. Jurista y sociólogo portugués. Reportaje publicado en el diario PáginaI12 del 22 de octubre de 2018.

8. Lacan, J., Psicoanálisis Radiofonía & Televisión, Ed. Anagrama. Barcelona 1977, p. 117.

9. Miller, J-A., Extimidad, Paidós. Bs. As. 2010, p. 51.

10. Datos tomados de un artículo de Pablo Gentili publicado en PáginaI12, 29/10/2018.