La instalación de una antena de telefonía celular encrespó a vecinos de Italia al 4300, en barrio La Guardia, resueltos a impedir de cualquier modo esa obra ante el temor por la radiación electromagnética que emite ese transmisor. "Prefiero recibir una carta documento antes que mi hija enferme de cáncer", resumió, lacónico y vehemente, uno de los vecinos movilizados.

El asunto despuntó en julio pasado, y replica el mismo temor de tantos otros casos similares por la radiación de esas estructuras. La empresa Atis Group SA -que brinda infraestructura para telefonía- realizó un acuerdo económico con el dueño de la fábrica de trapos de piso Riviera, en Italia 4345, para establecer una antena de 36 metros de altura en el corazón de la manzana. El emplazamiento acordado sería en un patio interno dentro del inmueble dividido en dos sectores: la fábrica misma y una cancha de fútbol 5 con buffet que otro vecino del barrio alquila para explotar una escuelita de ese deporte y un salón de fiestas infantiles. Cuando el viernes pasado una cuadrilla de operarios llegó con una camioneta e intentó ingresar materiales para comenzar la obra, los vecinos bloquearon el portón de ingreso y lo impidieron.

La empresa había tramitado la habilitación ante el programa Antenas, de la Municipalidad, y la consiguió a principios de diciembre. Fue entonces que la noticia corrió en el barrio. Con el permiso nº 61/2018 en su poder, Atis Group SA encaró la instalación y halló la férrea oposición del vecindario.

El titular del inmueble que acordó con la empresa también es un viejo vecino, y su decisión inconsulta enojó todavía más a los demás. Juntaron cientos de firmas y las presentaron ante el Ejecutivo y ante el Concejo para demostrar el consenso imperante para oponerse a la instalación de la antena transmisora. Ayer volvieron al Centro Municipal de Distrito Sur, desde donde acudió un inspector a interpretar el temor del vecindario. Con el conflicto in crescendo, el expediente ahora está sujeto a revisión. "Mi dormitorio está a diez metros de donde quieren poner la antena", contó Abel Nosa. "Hasta la canchita donde se hacen fiestas y van chicos a jugar se perjudica: ¿quién querrá mandar a su hijo abajo de semejante cosa? Se sabe que eso emite mucha radiación, que es peligroso para las personas que tienen marcapasos, también afecta a quienes tienen problemas de tiroides. Otros dicen que se desvalorizan las propiedades, pero eso es lo que menos me importa, no es pelear plata por plata. No quiero que en un par de años nos lamentemos de que se enfermó tal o cual. Para nosotros no es una cuestión de dinero, es una cuestión de salud", ratificó.

Con el titular del inmueble hubo un contacto tenso por la posición irreductible de ambas partes. "Con la soberbia de imponerse por el dinero, nos mostraron el papel firmado y nos dijeron que fuéramos a quejarnos a la Municipalidad", lamentó el vecino. Es que en el sector señalado ya hay una excavación destinada a la fundación de hormigón sobre la que se apoyaría la antena.

La ordenanza vigente, que data de 2008, obliga a la empresa a realizar una medición de RNI (radiación no ionizante) al mes de instalada la antena, y proceder en consecuencia respecto de la salud humana. Pero a los vecinos eso no los tranquiliza.

"Vamos a agotar todos los medios posibles para tratar legalmente de que no se instale la antena, y si legalmente no se puede y tenemos que plantarnos frente al portón para que no entre la máquina, como lo hicimos la semana pasada, lo vamos a hacer. No queremos lamentarnos más adelante", advirtió Nosa. Tampoco los arredra la posibilidad de incurrir en un delito al impedir una obra habilitada por el municipio. "No dejaría de ser una cuestión legal: prefiero recibir una carta documento, llegado el caso lo resolveré con un abogado, y no que mi hija termine internada con un cáncer terminal", recalcó.

El asunto recaló en la comisión de Ecología del Concejo municipal, desde donde maduró un pedido de informes al Ejecutivo.