Antes de sentarnos en su despacho del Palacio de Miraflores, en Caracas, para realizar esta entrevista, el presidente Maduro me invita a acompañarle a una ceremonia pública de entrega de viviendas sociales. Se va a entregar el apartamento subvencionado por el Estado número 2,5 millones… Los edificios, construidos en colaboración con una empresa china, están localizados a proximidad de la parroquia caraqueña del Valle, de clase media, donde precisamente el mandatario nació y en cuyas calles se crió.
La población presente, no muy numerosa, acoge al mandatario con ruidosas muestras de alegría y afecto. Maduro viste una guayabera blanca con el cuello de los colores de la banderavenezolana. Naturalmente elegante, de imponente estatura –mide más de 1,90 m– es un hombre tranquilo, afable, sereno, dotado de un sentido muy fino del humor.
En su corto discurso denuncia la “indolencia” de muchos de sus propios colaboradores en el gobierno o en las administraciones locales. Los ciudadanos presentes aplauden con entusiasmo esas críticas. Y lo vitorean a pleno grito cuando el presidente carga contra la corrupción y se propone castigarla sin miramientos “caiga quien caiga”. Alterna comentarios afables, casi personales, dirigidos a algunas de las familias (entre ellas, una joven pareja con discapacidad auditiva y su bebé) que reciben las llaves de sus nuevos apartamentos, y reflexiones profundas de política económica nacional o de relaciones internacionales. Un poco a la manera en que lo hacía el Comandante Hugo Chávez. Oscila desde lo personal a lo colectivo, desde lo concreto a lo general, desde la praxis a la teoría. Siempre dando pedagogicamente una impresión de liviedad para nunca resultar pesado.
Al día siguiente, 27 de diciembre de 2018, nos encontramos en su despacho de trabajo en el palacio de gobierno. Exactamente en aquella misma sala en la que Chávez, hace casi seis años exactos, señaló a Maduro como su continuador. Nos saludamos y, mientras los equipos terminan de preparar el set, caminamos conversando por el patio y los bellos jardines interiores de Miraflores sobriamente adornados con decorados de la Navidad. Hoy el Presidente viste una elegante camisa de color azul intenso. Aunque es una entrevista para prensa escrita, se van a tomar fotos de nuestro encuentro y se van a rodar, en video, algunas de las respuestas. Como es habitual en él, ha traído bajo el brazo un paquete de libros que coloca en la mesita que nos separa. Todo está listo. Entonces, sin más preámbulo, arrancamos.
–Quizá el principal evento político de 2018 fue su reelección el 20 de mayo con más de seis millones de votos y más de 40 por ciento de diferencia. ¿Cómo explica usted en un contexto tan dificil que los electores le hayan otorgado, por segunda vez, un apoyo tan masivo?
–El pueblo de Venezuela otorgó a la Revolución Bolivariana, al chavismo –que es una fuerza política y social real, que existe en las calles, en los barrios, en los campos, en las ciudades y en los pueblos– y otorgó también, debo decirlo con humildad, a mi candidatura, el mayor apoyo –en términos porcentuales– que cualquier candidato haya obtenido jamás en una elección presidencial en Venezuela. Ya veníamos notando –luego de la victoria de la paz con la elección constituyente de julio de 2017– una recuperación sostenida de nuestras fuerzas, un afianzamiento de la unidad revolucionaria –recibimos el apoyo de todos los partidos del Gran Polo Patriótico y de infinidad de movimientos sociales–, y un crecimiento organizado de nuestro Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que es el partido político con mayor número de afiliados de toda Latinoamérica. Ese buen resultado se explica también, me atrevo a señalarlo así, por la madurez y sabiduría demostrada por nuestro pueblo en medio de la más brutal agresión que hayamos sufrido desde nuestra guerra de independencia. Nuestro pueblo ha crecido en conciencia, en fuerza organizada, en patriotismo, frente a la guerra psicológica y a la ilegal e ilegítima guerra económica perpetrada por el imperio norteamericano junto a sus gobiernos satélites de este continente y de Europa, para tratar de doblegarnos. El resultado de esa hostilidad ha sido la terquedad demostrada por los ciudadanos y ciudadanas en su determinación de seguir siendo libres, independientes y soberanos. Y otro factor fundamental, determinante, Ramonet, es que la Revolución Bolivariana ha atendido, en medio de las dificultades y del hostigamiento económico y financiero, las necesidades de la sociedad venezolana. Aquí no ha cerrado una sola escuela, ni una universidad. Al contrario, ha aumentado el número de estudiantes de la educación pública. Aquí continuamos atendiendo de manera gratuita la salud de todo el pueblo. Hemos protegido, con mucha fuerza y determinación, el salario y el empleo de todas y todos. Y aproximadamente cada tres semanas llevamos el alimento básico, las ya famosas “cajas CLAP”, a unos seis millones de hogares de Venezuela; se las entregamos directamente en sus casas. En las paredes de Caracas se pueden leer pintadas, grafitis en los muros, que quizás resuman esto que le respondo: “Voto por quien me aumenta el salario, no por quien encarece los productos.” Quizás eso explique por qué la Revolución Bolivariana se encuentra hoy más robusta, viva y amalgamada en un solo esfuerzo constructivo que nunca.
–Esta semana arranca su nuevo mandato presidencial de seis años. Algunos gobiernos que no reconocieron los resultados de las elecciones presidenciales del 20 de mayo pasado amenazan con desconocerlo a usted como Presidente.
–Venezuela es un país que ha forjado, a lo largo de la historia, su identidad, su carácter republicano, su independencia. En 2018, tuvimos dos certámenes electorales totalmente transparentes, regidos por las instituciones electorales del país. Debo recordar que el Poder Electoral, en Venezuela, es un poder público, el quinto poder público. Y ese poder utilizó toda su logística, sus sistemas electrónicos del más alto nivel de transparencia. Reconocido por personalidades internacionales de indiscutible prestigio como[el ex Presidente de Estados Unidos] Jimmy Carter quien afirmó en su momento que “el sistema electoral venezolano es el más transparente y pulcro que se haya visto en el mundo; el más perfecto”. Las elecciones presidenciales del 20 de mayo del 2018 se realizaron bajo el control de observadores nacionales e internacionales. Y nuestro pueblo tomó una decisión. Las decisiones sobre Venezuela no las toman los gobiernos extranjeros. No somos un país intervenido, tutoreado por ningún imperio. Ni por el imperio del Norte, ni por sus satélites de América Latina y el Caribe, ni por Europa. En Venezuela gobierna y manda soberanamente el pueblo. Y el pueblo tomó una decisión muy clara y muy contundente: por primera vez, nosotros sacamos 68 por ciento de los sufragios… Usted lo señalaba: más de cuatro millones de votos de diferencia con el candidato principal de la oposición. Así que: el pueblo ha decidido. Y nosotros vamos a cumplir la decisión del pueblo. No existe la posibilidad de que gobierno alguno diga la mínima palabra, desde el extranjero, para conocer, reconocer o desconocer la legitimidad constitucional y democrática del gobierno que voy a presidir desde el 10 de enero de 2019 hasta el 10 de enero de 2025. Dispongo del plan, del proyecto, de la experiencia, de la fuerza. Cuento con el pueblo, con la unión cívico–militar. Y sobre todo: con la legitimidad constitucional que es lo más importante. Permítame repetirle que las presiones y las agresiones del imperio norteamericano y de sus gobiernos satélites no significan nada frente a la voz de nuestro pueblo. Nuestra democracia posee una fortaleza real que se ha expresado en 25 elecciones en los últimos veinte años… Vale decir que, en veinte años de Revolución Bolivariana, ha habido casi el triple de elecciones que las realizadas durante el mismo período, por ejemplo, en Estados Unidos… En la campaña electoral de abril y mayo de 2018, que duró veintiún días, visité los veintitrés estados de Venezuela varias veces. Y al pueblo que colmó calles y avenidas, yo le preguntaba: “¿Quién elige al Presidente en Venezuela? ¿Washington o Caracas? ¿Miami o Maracaibo?” Y la respuesta enérgica de todo el pueblo, incluido el que vota por la oposición, es que nosotros tenemos el derecho inalienable de elegir a nuestros gobernantes. Nada ni nadie va a cambiar ese derecho elemental y sagrado. A quien le moleste eso le decimos que Venezuela tiene una larga tradición de no injerencia en los asuntos de otros Estados. La Revolución Bolivariana ha sido solidaria con todos los países de nuestro continente y del mundo si así lo han requerido frente a catástrofes naturales o de otra índole. Lo menos que exigimos es la reciprocidad. Que se nos respete en tanto y cuantosomos soberanos e independientes.
–En el marco de la Revolución Bolivariana, ¿cuál es el espacio político del que dispone la oposición? ¿La Revolución aceptaría que la oposición ganase unas elecciones presidenciales ?
–La oposición en Venezuela cuenta con todas las garantías que la Constitución establece para el libre ejercicio de la política. Y le digo más, de las veinticinco elecciones que ha habido en Venezuela en 20 años hemos ganado veintitrés, es cierto, pero hemos perdido dos: la reforma constitucional de 2007 y las legislativas de 2015. Cuando perdimos, de inmediato reconocimos nuestra derrota, minutos después de que el Consejo Electoral emitiera su boletín. Chávez en 2007 y yo en 2015 reconocimos el resultado y llamamos al pueblo a respetarlo en paz. Yo presenté mi mensaje a la nación, en enero de 2016, ante la Asamblea Nacional de mayoría opositora, presidida por el líder de la oposición Henry Ramos Allup. Y ¿cuál fue la respuesta de la derecha envanecida por su victoria electoral? Decir que me sacarían del poder en seis meses, violando la Constitución y el mandato electoral otorgado por el pueblo. Ya se ven las consecuencias de sus actos: ahora tenemos a una oposición fragmentada, dividida, odiándose sus dirigentes entre ellos, y muy disminuida en su fuerza política. Quiero decir con esto que siempre hemos reconocido todos los resultados electorales, cuando hemos ganado y cuando hemos perdido. La oposición ha ejercido el poder regional y local en aquellas elecciones de gobernador y de alcalde en las que ha resultado favorecida. Por cierto con el mismo sistema electoral automatizado con que cuenta Venezuela desde 2004. El problema es que ellos reconocen sólo las decisiones electorales cuando ganan… No reconocieron el resultado del Referendo Revocatorio de 2004, y eso que Chávez les ganó con 20 puntos de diferencia. Ni el de la elección presidencial de 2006, cuando Chávez les sacó 23 puntos de diferencia. Ni mi victoria de 2014, ni la de mayo de 2018.
–En reiteradas ocasiones, el presidente Chávez y usted mismo han hablado de la necesidad de contar con una oposición democrática que abandone la línea golpista y su subordinación hacia alguna potencia extranjera, ¿Considera usted que, en 2018, ha habido algún avance en ese sentido?
–En Venezuela, la oposición, el bloque opositor, la MUD, lamentablemente han venido desgajándose, desintegrándose. Y estoy convencido de que la causa principal de ese desmoronamiento es su dependencia de las políticas de Washington y de Bogotá. No es una oposición nacional, no tiene una política en función de los intereses nacionales, de un pensamiento o de una doctrina nacional. Es una oposición financiada, mantenida y dirigida directamente –como si fueran drones teledirigidos– desde Washington y Bogotá. Y eso los ha desintegrado a todos porque no piensan con cabeza propia. No tienen capacidad para tomar decisiones. Basta con ver el lamentable espectáculo que dieron en el último proceso del Diálogo Nacional, cuando se planteó la inscripción de candidaturas para las elecciones presidenciales del 20 de mayo de 2018. Sólo atendieron al llamado de las fuerzas internacionales de la derecha y del imperialismo norteamericano. Aquello fue lamentable. Porque Venezuela necesita una oposición política. Yo he llamado al dialogo centenares de veces. Y me mantengo firme : todo aquel sector de la oposición que quiera dialogar me hallará con los brazos abiertos, con la mente abierta, listo para dialogar sobre el futuro del país. Creo profundamente que, más temprano que tarde, en Venezuela, se va a instalar un diálogo político diverso, con todas las fuerzas ideológicas de esa oposición. Tengo esa fe. Y voy a trabajar para conseguir ese objetivo. Para que, en Venezuela, en el 2019, haya un diálogo político fructífero que permita reconstruir una oposición auténtica que nuestro país requiere para tener paz, para tener tranquilidad. Y para tener una democracia diversa que es la que necesitamos.
–Varios líderes de la oposición han lanzado una campaña internacional de desprestigio contra su gobierno acusándolo de la existencia de “presos políticos”.
–Mire, aquí hay personas que,por estar acusadas de cometer un delito, como por ejemplo estar involucradas en golpes de Estado o intentos de golpes militares, e incluso de intento de magnicidio como el del pasado 4 de agosto, deben responder ante la justicia. Ya sean políticos o no. No hay que confundir un político preso con un preso político. Eso es así en Venezuela y en cualquier país del mundo. Imagine usted por un momento que un actor político –un diputado, un alcalde, un concejal, un ex ministro– intente asesinar al Presidente de Francia, o dar un golpe de Estado al Presidente de España ¿cuál sería la respuesta legal que recibirían por parte de los tribunales de esos Estados? Pues bien, en Venezuela, hay un Estado de Derecho que debe ser respetado por todos. Digo más, como resultado del diálogo con la oposición en 2017, una Comisión de la Verdad nombrada por la Asamblea Nacional Constituyente, otorgó generosas medidas sustitutivas y beneficios a casi todos los acusados que habían actuado contra la Constitución y las leyes, desde el golpe de Estado de 2002 hasta las acciones violentas –las “guarimbas”– de 2014 y 2017, con excepción de quienes hubieran cometido delitos graves, como homicidio o narcotráfico.
–En Venezuela hay actualmente dos Asambleas legislativas. Por una parte, la Asamblea Nacional surgida de las elecciones de 2016 y dominada por la oposición pero que el Tribunal Supremo ha declarado “en desacato”. Y por otra parte, la Asamblea Nacional Constituyente surgida de las elecciones del 30 de julio de 2017 y dominada por el oficialismo, pero que varias potencias internacionales no reconocen. ¿Cómo piensa usted que se puede resolver esta situación?
–Realmente son dos figuras de representación popular claramente establecidas en la Constitución y con funciones específicas también contenidas en la letra constitucional. Por un lado, el Poder Legislativo, que desacató de manera flagrante una disposición del máximo tribunal de la República, obligando a este tribunal a una acción de resguardo constitucional que se supera en el mismo momento en que la Asamblea Nacional se ponga a derecho y acate la decisión de la sala constitucional. Por otro lado, atendiendo a la iniciativa que me otorga la Constitución en su artículo 348, convoqué a la elección de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) por el voto del pueblo, en un contexto en que la derecha había sumido sectores del país en una grave violencia homicida, con más de 130 muertos, personas quemadas vivas por su color de piel, niños que eran inducidos a actuar con violencia bajo efectos de drogas… En suma, una situación muy lamentable y dolorosa. Pues bien, fue sabia y balsámica la elección de la ANC. Trajo la paz al país. En idénticas circunstancias, volvería a hacerlo. Se lo aseguro. Y ahora la ANC se encuentra cumpliendo con la función constitucional establecida de transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución.
–Hablemos de economía. Una vez superado el escenario de violencia política, la batalla económica y en particular la lucha contra la inflación se presentan como las principales tareas. ¿Qué balance hace usted del Plan de Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad lanzado el 20 de agosto? ¿Y cuáles son las perspectivas para 2019 ?
–Yo creo que el logro principal del Programa de Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad es que tenemos las riendas ya de lo que es un plan de crecimiento y de recuperación. Tenemos las riendas para la protección del empleo, la protección del ingreso de los trabajadores. Tenemos las riendas para el crecimiento organizado de los sectores fundamentales de la economía. Y estamos en mejores condiciones para afrontar la batalla cruenta, durísima, contra las sanciones internacionales que le han hecho perder a Venezuela por lo menos, sólo durante el año 2018, unos veinte mil millones de dólares... Son pérdidas multimillonarias, colosales. Nos persiguen las cuentas bancarias. Nos impiden las compras de cualquier producto en el mundo: alimentos, medicinas, insumos... Es una persecución salvaje, un acoso criminal lo que se hace contra Venezuela. Sin hablar del bloqueo financiero, que es más que un bloqueo... Porque un bloqueo, a veces, cuando te quieren bloquear, te ponen una barrera ahí, y ya tú no puedes pasar para acá. Pero es una auténtica persecución, una persecución de las cuentas bancarias, de los negocios que Venezuela realiza en el mundo, del comercio, de las compras. Por ejemplo, Euroclear (uno de los mayores sistemas de compensación y liquidación de valores financieros del mundo cuya sede está en Bruselas) nos secuestró en 2018 mil cuatrocientos millones de euros que teníamos ya comprometidos para comprar medicinas, insumos y alimentos. Y nadie responde. Lo hemos denunciado en las Naciones Unidas, ante el Secretario General de la ONU. Lo he denunciado ante los distintos organismos internacionales... Y nadie dice nada. Entonces, nosotros tenemos una lucha por liberarnos, por independizarnos de toda esa persecución y de ese bloqueo. Yeso sólo se logra a través de la producción de riquezas. Yo estoy muy empeñado en la elevación de la producción petrolera, en la elevación de la capacidad de Venezuela en su petroquímica, en la producción de oro, de diamantes, de coltán. En la elevación de la producción de hierro, acero, aluminio, etc. Riquezas abundantes que posee Venezuela y que, por mucha persecución internacional que decreten los Estados Unidos de Norteamérica, son materias primas que tienen un mercado internacional sin ningún tipo de cortapisas. Debo añadir que los ataques contra nosotros son constantes, despiadados y de toda índole. Y no son sólo económicos. Por ejemplo, ahora, con las fiestas de fin de año, han llegado desde afuera, cruzando la frontera, decenas de comandos terroristas especializados en los sabotajes eléctricos. Vuelan los transformadores, cortan los cables de alta tensión, dinamitan las centrales eléctricas. Dejan barrios enteros, a veces ciudades enteras, sin luz, sin energía para las industrias, los congeladores, los transportes, los hospitales. Ponen vidas en peligro, amargan las fiestas de miles de familias. Otros comandos se infiltran con consignas de provocar cortes en la distribución del agua. Destruyen tuberías, sabotean aqueductos, provocan cortes de agua... Complican la vida cotidiana de cientos de familias. Otros terroristas sabotean los transportes públicos, otros se especializan en hacer desaparecer el dinero efectivo de papel que se llevan masivamente para Colombia. Son actos criminales que no- sotros calificamos de terroristas. Nuestras fuerzas de seguridad están desplegadas por todo el país y son cada día más eficaces. Ya han detenido a decenas de estos comandos mercenarios. Pero siguen llegando porque los recursos de nuestros enemigos son infinitos. Y debo decir, con admiración, que el pueblo venezolano enfrenta todas estas agresiones con una conciencia política asombrosa. Muy determinado a resistir, con el apoyo decidido de nuestras fuerzas de seguridad, a tan cobardes ataques. Por eso yo digo que el pueblo de Venezuela está siendo víctima de una persecución feroz que he comparado, me he atrevido, con la persecución de Hitler contra los judíos, con el permiso de la comunidad judía mundial. Nos persiguen sin piedad. Nos asedian. Nos acosan desde los Estados Unidos con obsesión, con sadismo, y nos quieren hacer daño económico para asfixiarnos, estrangularnos, derrotarnos. No lo han logrado. Ni lo van a lograr. Y creo que con ese Programa de Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad, en el año 2019 va a haber grandes sorpresas muy positivas, en torno a la elevación de la producción, y la creación de riquezas diversas para el país y para la población. Decididamente,nuestra economía va a despegar gracias al control de la inflación y de los elementos que han venido perturbando la vida de los venezolanos en los últimos años.
–Según nuestras informaciones, la producción de petróleo de Venezuela se sitúa en torno a 1.200.000 barriles diarios, o sea por debajo de la producción óptima. ¿Cuál es la situación real de la empresa estatal de petróleos PDVSA?
–Hemos emprendido un proceso –y mi gobierno se ha empeñado en ello–, de defensa de los precios internacionales del petróleo. A pesar de que una de las formas de agresión multiforme contra las economías de Rusia, Irán y Venezuela –por mencionar algunos de los grandes exportadores– sea por vía de la manipulación de formas peligrosas de producción, el llamado fracking del petróleo de esquisto, y la especulación financiera en los contratos a futuro, para bajar los precios de modo artificial. Nosotros procuramos y defendemos un precio de equilibrio que favorezca a productores y consumidores. Y seguiremos actuando de esa manera en el marco del acuerdo de países productores miembros de la OPEP y no miembros de la OPEP. Acerca de su pregunta específica, le confieso: es cierto, Venezuela está produciendo menos petróleo del que debería, y esa ha sido una de mis mayores preocupaciones. Lamentablemente se enquistaron, en el seno de PDVSA verdaderas mafias. La maldita corrupción que, como un cáncer, ha minado nuestra fuerza y nos ha impedido aumentar la producción de petróleo. Las hemos enfrentado con ímpetu, con determinación. Hemos puesto a la disposición de la justicia, y están siendo procesados,varios gerentes corruptos y altos funcionarios que traicionaron nuestra confianza, su palabra de honor y su lealtad para convertirse en meros ladrones. –¿Qué les responde usted a los medios internacionales que hacen campaña contra su gobierno hablando de carencia crónica de alimentos básicos, de penuria de medicamentos de primera necesidad, y que denuncian una crisis humanitaria?
–Ha quedado demostrada, por parte de investigadores de la información serios, la realidad de la brutal e infame campaña psicológica y mediática de los centros imperiales contra Venezuela y contra los venezolanos. Quieren doblegar nuestra moral y nuestra inquebrantable decisión de ser independientes y libres. De todas las noticias publicadas sobre Venezuela en medios de EE.UU. y de Europa, el 98 por ciento son noticias negativas. ¡El 98! Una barbaridad. No dicen que seis millones de hogares venezolanos reciben cada tres semanas en sus hogares, de forma casi gratuita, los alimentos esenciales para la familia. Silencian que estamos garantizando la alimentación para el pueblo, como así lo reconocen organismos multilaterales como la FAO. No mencionan que, en estas semanas de vísperas de fiestas, nuestro gobierno ha distribuido unos 14 millones de juguetes a niños y niñas de familias humildes. Callan que hemos entregado –usted fue ayer, en parte, testigo de ello– dos millones y medio de viviendas sociales. ¿En qué otro país se ha hecho eso? Ocultan que estamos enfrentando una durísima guerra económica y un bloqueo promovido por el imperio norteamericano y algunos países de Europa. Omiten indicar que casi toda la población de Venezuela tiene acceso a atención médica, gratuita y de calidad. No hay un rincón de Venezuela al que no llegue la atención de nuestros médicos de la misión Barrio Adentro. No dicen –como también ya se lo señalé– que toda la población tiene acceso a educación gratuita y de calidad desde el preescolar hasta la universidad y postgrado. Por cierto, en el año 2018, aumentó en Venezuela la matrícula en toda la educación. ¿ No le parece raro, Ramonet, que hayamos conseguido aumentar la matrícula escolar en ese supuesto contexto “catastrófico” que intentan difundir? La respuesta a esas patrañas ya la sugirió, en 2015, el general John Kelly cuando señaló que Washington “intervendría” en Venezuela en caso de que se presentara una “crisis humanitaria”. No negamos los problemas que hay en nuestro país. Al contrario, los afrontamos, los discutimos con nuestro pueblo y estamos decididos a resolverlos. Si los Estados Unidos nos quieren ayudar, podrían empezar por no ser hipócritas. Podrían liberar los recursos que nos robó Euroclear, 1400 millones de euros. Podrían permitirnos el acceso al crédito del sistema financiero internacional al que tienen alcance todos los Estados del mundo. Y mire que Venezuela es buena pagadora.
–En 2018, algunos medios internacionales han difundido imágenes de venezolanos “huyendo” de su país a causa del pretendido derrumbe económico y crisis humanitaria. Se ha hablado de millones de emigrantes. Y varios países vecinos receptores de esa emigración –azuzados por Estados Unidos, la Unión Europea y Canadá– están reclamando ayudas internacionales para los supuestos gastos de atención a esos migrantes. ¿Qué reflexión le merecen estos fenómenos?
–Estos fenómenos, como usted mismo lo observa, se han construido, en parte, a base de “fake news”, de “verdades alternativas” y otras desinformaciones fabricadas con la complicidad activa de varios conglomerados de medios de comunicación. Sobre una base mínima de realidad –que nadie niega, Ramonet–, unos hábiles guionistas han elaborado un relato antichavista para multitudes. Se trata de una gigantesca operación de “falso positivo” coordinada por los campeones mundiales en “falso positivo”, o sea el gobierno de Colombia, acompañado en la comparsa por algunos países satélites del imperialismo norteamericano. Es una historia bien triste. Da mucha pena. Por un lado, estos ilusionistas estafaron a un grupo de venezolanos, cuyo número –aprovecho para denunciarlo– jamás alcanzó ni remotamente las cifras que de forma mentirosa los grandes medios repiten mil veces. Nosotros, insisto, no negamos que un grupo de venezolanos salió del país comprando esa oferta engañosa de “mejores condiciones de vida y de trabajo”. Fue un grupo atípico, por decirlo de algún modo, porque los que salieron, lo hicieron llevando dinero: los unos, diez mil dólares; los otros, veinte mil dólares, o incluso cantidades mayores. Y se dirigieron al Perú, a Colombia, a Ecuador, a Chile, y allí se encontraron con la brutal realidad del capitalismo salvaje, de la xenofobia, del odio racial. A muchos les robaron el dinero, a otros los maltrataron, los vejaron y los sometieron a trabajo esclavo. En paralelo, los propagandistas elaboraban el expediente mentiroso de la “migración masiva” y la “crisis humanitaria”. Afirmando cosas francamente absurdas, mentiras flagrantes. Llegaron, por ejemplo, a repetir que a Ecuador entraban un millón de venezolanos cada mes. Yo hice un pequeño ejercicio de aritmética, Ramonet: ¿Sabe usted cuántos autobuses se necesitan diariamente para trasladar a esa cantidad de personas a Ecuador? ¡Ochocientos viajes diarios!¿Usted se imagina ochocientos autobuses ingresando diariamente a Quito? ¿Dónde están las fotografías mostrando ese millón de personas? El gobierno de Colombia y su presidente Iván Duque, en un arresto de insólito descaro, están tratando de sacar dinero de la operación. ¡Es increíble! ¿No? Dinero que, seguro, se perderá, se robará. Todavía hay quienes se preguntan, en el Congreso de Estados Unidos, qué hizo el gobierno de Colombia con los 72 mil millones de dólares que Washington les dio para “la lucha contra las drogas”. ¿Qué hicieron con esos miles de millones?
* La versión ampliada y el video de este reportaje están disponibles en www.pagina12.com.ar