La Duma, el parlamento ruso, despenalizó la “violencia familiar” al dar la aprobación final a una ley que permite las golpizas domésticas “siempre que la agresión no cause daños a la salud de la víctima y no se reitere”. La nueva normativa también establece que, en caso de recurrencia, el agredido deberá demostrar los hechos, y que la justicia no actuará de oficio.
La nueva ley estipula que las agresiones “que causen dolor físico y dejen moretones o arañazos a la víctimas” no serán consideradas delitos, sino faltas administrativas, a menos que vuelvan a ocurrir. En ese caso, el agresor podrá ser procesado por la vía penal y castigado con la cárcel, pero únicamente si el agredido demuestra los hechos.
La abogada especializada en violencia de género Marí Davtián explicó que “las víctimas deberán reunir ellas mismas todas las pruebas de la paliza y acudir a todas las vistas en los tribunales para probarlo. Es absurdo que no se actúe de oficio. El agredido debe investigar su propio caso”.
La abogada sostuvo que en el 90 por ciento de los caso quienes denuncian “finalmente no acuden a los juzgados, porque el procedimiento es muy engorroso y porque el agresor es alguien del entorno más próximo, que casi siempre comparte hogar con su víctima”.
Las autoras de la iniciativa fueron dos diputadas y dos senadoras de Rusia Unida, el partido del presidente Vladimir Putin, quien un mes atrás había advertido que “la descarada injerencia en la familia” por parte de la justicia “es intolerable”.
Para los encuestadores, casi un 60 por ciento de los rusos respalda la reducción del castigo para los conflictos que se producen en la familia.
Según datos difundidos por el Ministerio de Interior ruso en 2008, que no han sido actualizados, entre 12.000 y 14.000 mujeres mueren todos los años a manos de sus parejas, mientras que organizaciones feministas indican que una mujer es asesinada cada 40 minutos en ese país.