Las divergencias entre Estados Unidos y México crecieron el jueves cuando el presidente norteamericano, Donald Trump, le dio un ultimátum a su par mexicano, Peña Nieto, para que pague un muro fronterizo para detener la migración ilegal. El mandatario mexicano respondió cancelando una visita a Washington programada para el 31 de enero. Ambos presidentes reconocieron ayer en una llamada telefónica de una hora que sostuvieron sus claras y públicas diferencias de posición sobre el pago del muro, que Trump insiste debe costear México, reportó en un comunicado la presidencia mexicana. “Acordaron resolver estas diferencias como parte de una discusión integral de todos los aspectos de la relación bilateral. Los presidentes también convinieron por ahora ya no hablar públicamente de este controversial tema”, añadió la presidencia mexicana. Poco después, la Casa Blanca difundió un comunicado casi idéntico, sólo que no mencionaba el acuerdo de no hablar en público sobre el pago del muro como lo dice el que difundió la presidencia mexicana.
“Fue una llamada muy, muy amistosa”, dijo Trump durante una conferencia de prensa con la primera ministra británica Theresa May. Aunque también declaró que la relación comercial con México hace que los estadounidenses sean vistos como “tontos” porque el intercambio deja a Estados Unidos con un déficit de 60 mil millones de dólares al año. “Como todos saben, México negoció mejor y nos hizo papilla gracias a nuestros anteriores presidentes. Nos hace quedar como tontos”, añadió Trump. Ese punto también fue abordado en la llamada telefónica, de acuerdo con el comunicado de la presidencia mexicana, aunque no dio más detalles.
Los gobiernos de ambos países están dispuestos a renegociar el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN, en vigor desde 1994) por insistencia de Trump, y también están dispuestos a abandonar ese pacto si resultan afectados sus intereses. “Cualquier acuerdo que se proponga que lastime o vulnere el interés económico o social de México o que vulnere la dignidad de la Nación, por supuesto será inaceptable”, replicó el canciller mexicano, Luis Videgaray. El 80 por ciento de las exportaciones mexicanas tienen como destino a Estados Unidos, un país ahora gobernado por quien aconseja públicamente a su pueblo comprar productos estadounidenses y a su clase empresarial a dar trabajo a los estadounidenses.
Un punto coincidente entre los dos comunicados fue la necesidad de que ambos gobiernos trabajen juntos para detener el tráfico de drogas y el flujo ilegal de armas, que también formó parte de la conversación, concluyó la presidencia mexicana en su escueto comunicado.
El ministro de Economía, Ildefonso Guajardo, había dicho ayer que la relación bilateral de México y Estados Unidos, que comparten una frontera de más de 3200 kilómetros, atraviesa un estado de “impasse” pero que tiene posibilidades de solucionarse. “La situación es grave en tanto no encontremos un mecanismo para resolverla, porque nos deja en un impasse, pero se mantiene la comunicación y eso es lo que nos da claramente posibilidades de encontrarle una solución”, dijo Guajardo en entrevista de la cadena Televisa.
Guajardo y el canciller mexicano Videgaray se encontraban en Washington preparando la visita de Peña Nieto a Estados Unidos cuando su equipo recibió la información sobre el lapidario tweet de Trump, en el que sugirió que si el gobierno de México insistía en no pagar el muro, era mejor que el presidente mexicano cancelara su visita. El ministro de Economía confía en que Trump y su equipo terminarán dándose cuenta de que “la realidad de gobernar es mucho más compleja que una campaña”. “Trump va a tener que aceptar que hay realidades con las que tiene que funcionar, aunque no le gusten”, añadió Guajardo en la entrevista.
El jueves, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, empañó aún más la situación al sugerir que Estados Unidos podría financiar el muro aplicando un arancel de 20 por ciento a la importación de productos provenientes de México.
Varias voces se han levantado a favor de que el gobierno mexicano tenga una posición más dura contra Trump, como el ex presidente de México, Felipe Calderón (2006-2012), que sugirió usar la carta de seguridad interna en las negociaciones con Estados Unidos. “En lugar de tener batallones de soldados mexicanos revisando tráileres en carreteras para ver si traen droga, vamos a poner a esos mismos batallones a patrullar algunas zonas y que los americanos se encarguen de la preocupación que tienen de las drogas que reciben de América latina a través de México”, propuso Calderón, artífice de la militarización de la guerra contra las drogas.
Trump habló con particular agresividad en contra de México durante toda su campaña electoral, en un tono que mantuvo incluso después de la ceremonia de investidura, hace una semana. Llamó “violadores y criminales” a los inmigrantes que llegan ilegalmente desde México a Estados Unidos, denunció que su vecino se aprovechó unilateralmente de los tratados de comercio vigentes en América del Norte y amenazó con imponer aranceles a los productos mexicanos. Peña Nieto, al menos en sus apariciones públicas, procuró buscar formas de acercamiento y abrir un canal de diálogo con Trump para tratar la relación bilateral en forma integral.
A pesar de la conversación entre ambos mandatarios y el acuerdo de no hablar públicamente del muro, Trump comparó ayer el muro con el que Israel construyó para separar a los territorios palestinos con la intención de evitar atentados. “El muro es necesario porque la gente quiere protección y el muro protege. Lo único que tienes que hacer es preguntar a Israel. Tenían un absoluto desastre al otro lado”, opinó Trump en una conversación con un presentador del canal Fox News. Trump comparó, así, el muro israelí, criticado por aislar a poblaciones palestinas, a su proyecto para levantar una barrera física con México.