Hace once años que las calles de la pequeña ciudad de El Bolsón se llenan de abrazos, brillos y lucha. Ocurre desde que Piernas Abiertas al Sur intervino con sus tan deseosas identidades contra la cosificación de los cuerpos y la elección de la Reina Nacional del Lúpulo en dicha localidad. A partir de ese acontecimiento nació el Festivxl de la diversidad sexual en aquel entonces y hoy Festivxl Diversx y Disidente, que se reitera desde sus nuevas formas de habitar año a año los primeros días de enero.
La ocupación de las calles, plazas y camas significa y resignifica la apropiación de nuestros cuerpos como territorios de placeres, como espacios que se vuelcan sobre sí mismos cada vez más lejanos de toda colonización. Nos posicionamos contra la cisheteronorma que de modo tan patriarcal y capitalista busca dictaminar o contaminar nuestras existencias. Somos la trasgresión de toda moral que nos exige desde sus sacramentos el cumplimiento de un mundo que actúa como sistema de poder, limitando nuestras identidades para adaptarnos a un determinado orden social. El Festivxl es un grito que se alza como vendaval sobre todo cuerpo que transite las calles, cuestionando esa determinación del ser que tan dicotómica, binaria y autoritaria se nos impone desde de todos los rincones, causando que a los espacios los hagamos nuestros, poniendo en práctica ese otro mundo que queremos.
Iniciando por la II Cumbre Trava Trans e identidades disidentes donde nos encontramos en manada, envueltes en el abrazo de las miradas reconocedoras de las monstruosidades que reivindicamos ser, fuimos delineando las discusiones y debates que nos atraviesan en el trascurrir de nuestras luchas. Al calor del encuentro dimos lugar al aquelarre que nos define como transfeministas, quiebres de todo lo hegemónico, disidentes de toda opresión. Porque si nos quieren dentro de su mundo, van a tener que abolirlo para que otro emerja.
Así, iluminades por los destellos del fogón de bienvenida nos compartimos los cuidados para los días que dura el Festivxl. Dando comienzo un 3 de enero, pasados los eventos familiares donde visibilizamos la ruptura de la primera institución que fabrica la heterosexualidad como sistema y norma única, acabamos un 6 de enero mojades de emoción, con más herramientas y estrategias de lucha que las que traemos a colación en un principio.
Continuamos el viernes en manos de Transmutantes, una grupa amiga que es parte de la organización del Festivxl. La propuesta se guío mediante relatos y conversaciones que llevaron a preguntarnos cómo se nos cuela el patriarcado entre los vínculos. A sabiendas de que revisarnos es tarea fundamental en el camino hacia el horizonte que andamos, bajo el sol de la responsabilidad afectiva y política en las comunicaciones e informaciones, nos desvestimos para despojarnos de todo aquello que tan inculcado llevamos sobre en nosotres.
Para pisar distinto nuestro suelo, más cercano a las raíces de la tierra y más lejano del extractivismo lo que siguió a los conjuros contra todo este mundo que avasalla fue el Ollo Popular, esta vez en la Comunidad Mapuche Motoco Cárdenas, al norte de Lago Puelo sobre las orillas del Río Azul. Haciendo sentir el territorio que pisamos, respiramos y vivimos las locas del sur, las que nos enmarañamos a pesar del despojo, la persecución política y las desapariciones. Visibles aunque no lo quieran, visibles a pesar de la censura.
Entre nosotres encontramos el momento para ser nosotres, para estar. Así exigimos el reconocimiento de nuestras corporalidades y nuestras formas de afecto. No existe una forma más autorizada que otra, son formas, propias, sentidas, gozadas, genuinas. Decimos no al aparato represor del estado, no a los crímenes de odio, desde el arte, desde la poesía y el desborde. Reivindicamos en cada instancia el poder de decisión sobre nuestros cuerpos, mundos y territorios, en clave de derechos y libertades.
Inundamos las calles con nuestro fluir multicolor, marchamos el sábado por las calles de ripio, montadas en tacos esquivando piedras con la conciencia de danzar los barrios y llegar a cada recóndito circuito de los márgenes de la ciudad. Explotamos en el centro con artivistes que hicieron nota musical de nuestros reclamos y proclamas. Rompimos los mandatos del orden preestablecido desde el movimiento de los cuerpos, como corrientes de agua que se mezclan, entre cálidos abrazos, tibios roces y el frío atardecer de las montañas enrojecidas por el sol.
Para cerrar semejante abrazo nos leímos y visitamos en diversas expresiones sabiendo que acá estamos, que acá somos, que producimos teoría, que lo transversalizamos a todo, que a ese mundo que queremos: lo que estamos haciendo.