El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, expuso ayer una vez más su política de tolerancia cero hacia la inmigración. En horario central y transmitido en la mayor parte de las cadenas del país, el mandatario defendió su postura de construcción de un muro en la frontera con México. En lo que fue su primera intervención presidencial solemne desde la Oficina Oval en la Casa Blanca, desde su llegada al poder, Trump hizo hincapié en intentar convencer a la ciudadanía de que existe una crisis migratoria en la frontera sur y que la valla de acero 5.700 millones de dólares es absolutamente necesaria.
Mientras sigue el tira y afloje entre el gobierno y los demócratas por las discusiones sobre el presupuesto, ayer se cumplían 18 días de cierre parcial del gobierno, que afecta a 800.000 empleados federales. Este shutdown (como es conocido) está cerca de ser el más largo de la historia, si llega a superar los 21 días de cierre bajo el gobierno del demócrata Bill Clinton entre fines de 1995 y principios de 1996.
“Esta noche me dirijo a ustedes porque hay una creciente crisis humanitaria y de inseguridad en nuestra frontera sur”, comenzó el magnate neoyorquino. Trump utilizó los argumentos que ya insistentemente ha expuesto para defender una política migratoria dura: el paso de las drogas, la victimización de mujeres y niños migrantes, y la criminalización de los inmigrantes ilegales. “Le pedimos al Congreso que deje los tecnicismos en seguridad fronteriza para que los niños inmigrantes ilegales puedan volver a salvo a casa”.
“El gobierno continúa cerrado porque los demócratas no quieren intervenir en seguridad fronteriza”, siguió Trump y aseguró que los demócratas en otros tiempos habían defendido una frontera física, pero que no lo apoyan ahora porque él está en la Casa Blanca. Al término de su intervención, los líderes demócratas en el Congreso, Nancy Pelosi y Chuck Schumer, también dieron a conocer su postura al respecto y dijeron que el presidente estaba teniendo a los estadounidenses de rehenes del shutdown.
Al contrario de lo que se creía, el magnate neoyorquino no anunció la aplicación de la ley de emergencia nacional –que deriva fondos del presupuesto del Ejército que no estaban previstos– para la construcción de la barrera, que fue una de las principales promesas de campaña de Trump. Este recurso fue utilizado en contables ocasiones. George W. Bush lo usó tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 para aumentar los recursos de las fuerzas armadas más allá del presupuesto votado y Barack Obama durante la epidemia de gripe H1N1 para levantar algunas disposiciones del secreto médico, por nombrar solo algunos.
Consejeros de Trump le advirtieron sobre la probable batalla legal en la que se vería inmerso si declarase la emergencia nacional. Es que la medida podría ser inmediatamente impugnada ante la justicia y la oposición demócrata –que ahora controla la Cámara de representantes– ya ha indicado que hará lo posible para bloquearla en el Congreso. Por eso, el mandatario optó por ganarse a sus conciudadanos con el objetivo de convencerlos de la construcción del muro y generar presión sobre los demócratas. Sin embargo, aunque ayer no se proclamó la emergencia nacional, no se descarta que pueda hacerlo en los próximos días.
La justificación de Trump y sus aliados en la Casa Blanca para hablar de crisis nace de una vinculación entre el flujo de drogas desde México y la epidemia de opioides en Estados Unidos. Como se vió en el discurso, el presidente argumentó a favor de la construcción del muro diciendo que la frontera con méxico es un paso importante para las drogas ilegales. “Van a morir más estadounidenses por las drogas sólo este año que durante la guerra de Vietnam”. Además, el mandatario, específicamente ha sugerido que podría haber terroristas infiltrándose a lo largo de la frontera sur.
No obstante, hay muchos argumentos que contradicen estas supuestas amenazas, según informó el diario estadounidense The New York Times. En primer lugar, dice el rotativo, los cruces de migrantes por la frontera vienen en baja hace décadas. En segundo lugar, la mayor parte de la heroína que entra en Estados Unidos pasa por puertos oficiales de entrada y no por las áreas abiertas de la frontera. Por otro lado, según indicó el diario neoyorquino, los inmigrantes son menos propensos a cometer crímenes en Estados Unidos que los ciudadanos estadounidenses. Además, el Departamento de estado lanzó recientemente un informe en el que afirma que no hay evidencia creíble de que grupos terroristas hayan enviado gente para entrar a Estados Unidos a través de México.
Por si todo este drama no fuera poco, se espera que el mandatario viaje mañana a la frontera sur, según dijo, para encontrarse con los que están en primera línea, como si fuera un campo de batalla.