¡Que viva México!

Así como la cocina peruana ya forma parte de la nueva tradición gastronómica porteña, a la culinaria mexicana le sigue costando hacer buen pie en Buenos Aires: en su mayoría, los que dicen ofrecerla no hacen más que repetir insulsas tortillas de trigo con rellenos que poco o nada tienen que ver con los sabores originales. Por suerte, Me Vale Madre, con apenas un año de vida, intenta (y en muchos casos logra) ser una de las excepciones a la regla. 

El local es sencillo, barrial, con capacidad para unos 20 comensales. Pizarrones con la carta y alguna memorabilia alusiva a las tierras de Malinche completan una austera decoración. La cocina, en cambio, está equipada a todo vapor por la pareja que regentea el local.

Todo empieza por auténticas tortillas de maíz nixtamalizado con cal y preparadas una a una con prensa y comal especialmente para la casa, pasos ineludibles si se pretende emular ese particular sabor y textura de las originales del norte. Los tacos se pueden pedir por unidad ($45) o por “orden” de tres ($135), y se sirven con frijoles y pico de gallo. Hay para todos los gustos; camarones, vegetariano o pollo, aunque las palmas se las llevan los de carne de res deshebrada y los de cochinita pibil, con un buen manejo de las especias y óptimo punto de cocción.

Los dueños de casa son eximios panaderos (preguntar la disponibilidad de panes), por lo que una buena opción para los que prefieren el trigo al maíz son los sándwiches ($130), con rellenos que van de un pollo desmechado con achiote pasando por los contundentes 170 gramos de carne de cerdo con cebolla caramelizada o el Cabrón, un completísimo vegetariano con palta, huevo, queso, frijoles, hojas verdes, zanahoria rallada y salsa taquera. A pedido de los clientes, la casa también ofrece algunas ensaladas y burritos.

Para beber, rica el agua de Jamaica ($60 el vaso grande), cerveza Corona y la infaltable limonada.

En una zona en la que no sobran las opciones de comida al paso, Me Vale Madre trae color mexicano y sabores bien sabrosos.

Me Vale Madre queda en Honorio Pueyrredón 683. Teléfono: 5368-1534. Horario de atención: lunes a sábados, de 20 a 24.


Chocolate atlántico

Corría el año 1995 cuando dos amigas decidieron fundar una chocolatería en Mar de las Pampas, por aquel entonces apenas un caserío con un almacén en medio de la inmensidad de los pinares costeros. Los primeros clientes, por cuenta gotas, fueron pasando de boca en boca el secreto que, en poco tiempo, se convirtió en éxito. Tanto es así que, ya dos décadas después, La Pinocha no sólo mantiene el local original sino que además suma tres sucursales, ahora en los barrios de Palermo y Belgrano y en Martínez.

Los locales, sobrios y con excelente refrigeración (indispensable para mantener el chocolate en su mejor estado), abundan en vitrinas que exponen el principal protagonista de la casa: más de 70 variedades de tabletas y barras (desde $90 los 100 gramos), con opciones, y en este caso no es un lugar común decirlo, para todos los gustos. Los amables dependientes explican que los porcentajes de cacao aumentan desde el 40% (en el caso del chocolate con leche), al 50% del semiamargo y al 70% y 80% para los amargos.

Amantes de sabores dulces y golosos irán, por ejemplo, por el chocolate con leche con rellenos frutales o por la casi decena de variedades a base de chocolate blanco. De sabor más intenso, las tabletas de chocolate amargo se preparan con materia prima belga y perduran por largo tiempo en la boca. Una apuesta ya conocida y no siempre bien equilibrada es la mezcla con cayena, y en La Pinocha logran el balance ideal de picante, dulce y grasa. 

A tono con el verano, hay también helados, con la creación propia de su bombón Mousette, relleno de mousse y que sale directo del frío, elección inevitable en estos días en los que el sol castiga sin clemencia. La oferta se completa con mermeladas caseras y elaboradas especialmente para la casa, mientras que la sucursal de Av. Santa Fe suma cafetería, panadería y tortas (fácil imaginarlo) pletóricas de cacao.

La Pinocha ya no es aquel micro emprendimiento familiar hecho a pulmón; pero por suerte logró crecer manteniendo la calidad y calidez de sus orígenes. Los clientes, muchos de la primera hora, dan fe.

La Pinocha queda en Echeverría 2383, Av. Santa Fe 3476 y Alvear 17 (Martínez). Horario de atención: lunes a viernes de 9 a 21, sábados de 10 a 21 y domingo de 11 a 19.


Del sur con amor

Pablo Mehanna

Las calles que van del Hospital Garrahan a la estación Constitución marcan una suerte de agujero negro gastronómico. Abundan los boliches rantifusos de dudosa higiene entreverados con parrillitas menores y los consabidos pizza café a pura luz dicroica. Es allí donde, hace tan sólo nueve meses, el cocinero chileno Javier Avilés Lira, junto a dos socios, abrió Pulpería Flamingo, reformando un bar venido a menos para ganar ambiente y espíritu. Se mantuvo la barra en forma de U, aunque revestida con maderas de demolición y plena de objetos variopintos: balanzas, frascos antiguos y canastos que exponen algunos de los productos elaborados en la casa, como el delicioso escabeche de verduras. Las paredes aparecen recubiertas por pizarrones anunciando la carta y por una serie de enormes cuadros que enmarcan publicidades antiguas. Mesas y sillas de juegos diversos redondean un espacio popular.

Pulpería Flamingo abre bien temprano, desde el desayuno, y de a poco el salón se va llenando. Al mediodía lo que más sale es el menú ejecutivo (entrada, principal y bebida, entre $110 y $125), que puede ser, por ejemplo, una pasta salteada o alguna carne de cerdo al horno. También están disponibles las consabidas minutas (milanesas, pechuga grillet, bife de chorizo) y un menú más simple, con entrada, ensalada y bebida, por $100.

A la noche (por ahora sólo los viernes, pero con planes de ampliar al resto de los días) las luces bajan y el ambiente se relaja. Sin carta, los mozos vocean las ofertas del día, que siempre incluyen dos entradas ($90/$100) y dos principales ($200 a $260), según el antojo del cocinero, siempre dentro de una cocina simple y porteña. Las porciones son abundantes, recomiendan compartir y conviene hacerles caso. Para beber, cerveza de litro, vermuts varios, vino por copa y botellas a buen precio. Pulpería Flamingo es una buena noticia en el barrio. Y eso queda claro tan sólo pasando por allí un viernes y verlo completamente lleno, incluso las mesas en la vereda, con amigos y familias en plan de comer y pasarla bien. 

Pulpería Flamingo queda en Combate de los Pozos 1964. Teléfono: 3533-3306. Horario de atención: lunes a viernes de 7 a 17; viernes de 20 al cierre.