Llega enero y Buenos Aires se tiñe de celeste. Esta vez, el lugar escogido es el Café Vinilo y los uruguayos geniales que cruzan el Río de la Plata son cuatro: Fernando Cabrera, Leo Masliah, Hugo Fattoruso y Daniel Maza. “Así es, otro enero en Buenos Aires, como ha pasado durante tantos años. Pero este enero, en particular, mucho menos húmedo que lo habitual. O sea que está muy agradable, y ya lo estoy disfrutando, porque me gusta más el verano que el invierno”, climatiza Cabrera, encargado de abrir el ciclo con una catarata shows: cinco al hilo. El primero fue ayer, y el resto desde hoy hasta este domingo, siempre a las 21. “Me queda muy cómodo hacer cinco fechas seguidas... Me gusta hacer una seguidilla así en la misma sala”, admite el vate musical nacido en Paso Molino hace tanto como 62 años, cuya intención es mostrar canciones de 432, su último disco solista. “Es un disco muy pero muy mío. Así es como lo siento. Siento que salió de lo más profundo de mi espíritu a pesar de que es novedoso y que todas sus composiciones son relativamente nuevas”.
Al momento de explicar el todo por las partes, el cantautor opta por tres canciones de las veinte que prevé tocar, y da las razones. Una de ellas es “Oración”. “Es una canción de amor que comienza. Una canción exultante, no como muchas de mis canciones que son de amores rotos. Esta no, todo lo contrario. Se llama así porque está vertebrada en torno a una especie de rezo o a una especie de oración. ‘El trío Martín’ también la voy a tocar porque es otra de mis preferidas. Es una historia muy querida, familiar… Tiene que ver con un hermano, con sobrinos, y con cosas que pasan en la ciudad”, cuenta Cabrera. La tercera pieza inevitable, en tanto, ancla en una de esas viejas joyas atesoradas que le da por recuperar de tanto en tanto. Se llama “Copando el corazón”. “Esta también es de amor, pero no tan exultante como ‘Oración’… No sé cómo llamarle… blancos y negros, claroscuros, cosas agridulces como suele suceder con el amor. No sé. Es una canción muy rockera, y al mismo tiempo muy tanguera”, define.
Respecto de la estructura musical de las cinco noches, Cabrera piensa un clima general y un orden igual en todas ellas. “Excepto que ocurra algún accidente o algo extraño, prefiero plantear los shows como una especie de obrita de hora y media”. El segundo uruguayo en copar la parada estival en el Vinilo será Leo Maslíah. “La idea es presentar material nuevo y usado, tocar en el piano música propia y ajena, y también cantar y contar”, prevé el hombre ante PáginaI12. “Como artista que soy, el plan es siempre el mismo: tornar las obras audibles, visibles y legibles, ya que esto es lo que diferencia al arte de otro tipo de formas de comunicación, donde hay un mensaje y un vehículo para comunicarlo”.
A diferencia de Cabrera, la seguidilla de Masliah será por tres (del viernes 18 al domingo 20) y el cambio respecto del arribo del año pasado está dado por el formato. Aquella vez vino con “Da en la tecla” y esta vez lo hace solo. “Las similitudes y diferencias entre ambas venidas las dejo para que las detecten quienes hayan ido el año pasado y quieran jugar al juego de ‘establezca cuántas son las diferencias e identifíquelas una por una’”, se ríe el compositor, pianista y cantante oriental, que no ahorra tampoco ahorra ironías para contar cómo le va a sus músicas en los tiempos que corren. “En estos días voy alternando tomar un poco de sol con andar bajo la lluvia, y el resto del tiempo trabajo en música que verá la luz cuando aclare. Por lo pronto, veo al 2018 como un año de aprendizaje y al 2019 como un bebé chiquitito”.
El ciclo oriental cierra jueves 24 y viernes 25 con una dupla de luxe: Daniel Maza + Hugo Fattoruso. Ambos ya han confluido en varios proyectos, e incluso en discos. Por caso, en dos publicados a principios de la década: Cuarteto Oriental y el excepcional Tango del Este, un agradable par que incluyó a Osvaldo Fattoruso en batería. “Grandes trabajos los dos… me sentí en las nubes al tocar con Hugo y Osvaldo, esas son las ligas mayores”, infla el pecho Maza, que anuncia un nuevo trabajo del Cuarteto con nombre y todo: Sin corbata. “La química con Hugo pasa por la admiración que le tengo. Es una gran persona, somos amigos y además se toca todo… A Osvaldo, su hermano, lo extraño ‘empila’, y tocar con el Hugo es como atajarle un penal al Diego”, figura. El tándem prevé visitar piezas de cada quien, más ciertos clásicos de inexorable tinte uruguayo. Esto es: candombes, boleros, funk y jazz bañados por las aguas del river plate. “Alguna vez charlamos acerca de que nosotros hacíamos música destilada, que sería algo así como sin estilo”, se ríe el bajista, en una síntesis casi perfecta de lo que propone el dúo cada vez que le da por coincidir.