El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llegó ayer a la colonia McAllen, en la frontera con México, donde volverá a presionar para erigir un muro entre ambos países, un día después de abandonar abruptamente una reunión con los líderes del Partido Demócrata en donde discutieron el fin del cierre de la administración. Antes de aterrizar en Texas, el mandatario aumentó la presión sobre los demócratas al anunciar que, por su culpa, no asistirá al foro económico de Davos, que se celebrará entre el 21 y el 25 de enero.
“Por la intransigencia de los demócratas sobre la seguridad fronteriza y la gran importancia que tiene la seguridad de nuestra Nación, respetuosamente cancelo mi importante viaje a Davos, Suiza, para el Foro Económico Mundial. ¡Mis sentidos saludos y disculpas!”, escribió el republicano en su cuenta de la red social Twitter.
Trump, quien siempre se regodea sobre sus habilidades para negociar debido a su pasado como magnate inmobiliario en Nueva York, no ha logrado que los demócratas en el Congreso cedan ante su exigencia de invertir los 5700 millones de dólares en su proyecto de expandir una barrera a lo largo de la frontera sur. “Podés tener toda la tecnología del mundo, si no tenés una barrera de acero o un muro de algún tipo, fuerte, poderoso, vas a tener tráfico de personas, vas a tener entrada de drogas por toda la frontera, vas a tener bandas entrando”, dijo el magnate neoyorquino fuera de la Casa Blanca antes de partir hacia Texas.
Los demócratas, por su parte, alegan que el muro no resuelve los problemas de inmigración y critican que es sólo una jugada política para satisfacer a las bases de derecha del presidente.
Anteayer Trump se había vuelto a reunir con los máximos líderes demócratas del Congreso para intentar buscar una salida al cierre parcial del gobierno. Sin embargo, el encuentro duró poco. El senador Chuck Schumer y la representante Nancy Pelosi lo acusaron de inflexible, mientras que el mandatario calificó la reunión como una pérdida de tiempo y respondió con una mayor escalada. Antes de subirse al avión en Washington ayer, el líder republicano amenazó con declarar una emergencia nacional y, así, poder destinar fondos a la expansión de la valla, sin tener que pasar por el Congreso.
Analistas advierten que esta decisión de Trump sería impugnada en los tribunales por extralimitación presidencial, por lo que el proyecto del muro podría quedar bloqueado. Sin embargo, este proceso le daría al presidente credibilidad política ante sus bases, ya que demostraría que hizo lo que pudo para construirlo. En ese momento, el presidente podría poner fin al cierre parcial del gobierno.
En su alocución a la prensa, el mandatario, asimismo, descartó cualquier quiebre dentro de las filas del oficialismo por su posición en medio de un cierre de gobierno o “shutdown” que ya lleva 20 días y ha dejado a 800.000 de los 2,1 millones de empleados públicos federales sin poder cobrar su sueldo.
Según un informe de la Comisión de Presupuesto del Senado, cerca de la mitad tienen que seguir yendo a trabajar de todas maneras, mientras que el resto tuvo que tomarse licencia hasta que el Congreso apruebe nuevos fondos. Entre los que deben seguir yendo a trabajar sin cobrar, se destacan 41.000 miembros de las fuerzas de seguridad, cerca del 88% de los empleados del Departamento de Seguridad Interior y más de 5000 bomberos.
Entre los que debieron tomar licencia, en cambio, se destacan más del 85% de los empleados del Departamento de Comercio, el 96% de la planta de la NASA, unos 52.000 trabajadores del Servicio de Impuestos Internos y el 95% de la cartera de Desarrollo Urbano y de Vivienda. Además, la mayoría de los parques nacionales, varios museos públicos y cortes dedicadas específicamente a temas migratorios fueron cerrados.