Un acuerdo multilateral implica que ningún país que adhiere al mismo puede dar un trato diferencial a un determinado país por sobre los demás. En materia comercial promocionan la igualdad de condiciones de acceso de los productos de todos los países a sus respectivos mercados. Una igualdad de derecho que tiende a consolidar las desigualdades de hecho en materia de competitividad, ya que anulan la posibilidad de que países de menor desarrollo relativo preserven mercados a sus productos mediante acuerdos bilaterales.

El multilateralismo fue la política exterior de las potencias industriales para consolidar la  predominancia de sus productos en los mercados internacionales desde mediados del siglo pasado. Durante las dos guerras mundiales, en el marco de una creciente guerra comercial entre Inglaterra, Estados Unidos y Alemania se habían consolidado las relaciones comerciales bilaterales entre los países. Así, en la Argentina conservadora de la década infame, el libre comercio había sido dejado de lado bajo la consigna de “comprar a quien nos compra”, un eufemismo usado por los ingleses para seguir vendiendo su producción, cada vez menos competitiva frente al desarrollo estadounidense, a cambio de continuar comprando carne refrigerada. 

El bilateralismo fue también la política exterior de los primeros dos gobiernos de Perón para romper el bloqueo comercial instalado por Estados Unidos y la Unión Soviética a nuestra producción agrícola. También el kirchnerismo experimentó el bilateralismo con Venezuela, cuando acordó comprar combustibles a cambio de alimentos y maquinarias agrícolas. 

Volviendo al siglo pasado, una vez consolidado el predominio estadounidense en el lado capitalista del mundo, se promocionó el regreso a las relaciones multilaterales a través de distintos acuerdos internacionales. A través de organismos como la Organización Mundial de Comercio, se fue consolidando el “made in USA” a nivel global. Cuando el avance de este tipo de acuerdos se veía trabado en interminables negociaciones, el multilateralismo tomaba el atajo del regionalismo, a través de acuerdos de libre comercio entre determinados países de una región. El tratado del transatlántico y del transpacífico que Donald Trump acaba de sepultar eran los dos proyectos más ambiciosos de multilateralismo regional.

El regreso del bilateralismo en Estados Unidos es una respuesta al cambio en las relaciones de competitividad internacionales. En el siglo XXI, el multilateralismo favoreció el desarrollo industrial de parte de Asia y hasta México en desmedro de las potencias y otros países con altos estándares de vida. El libre comercio permitió a las multinacionales planificar su producción a escala global, radicando en esas regiones de bajo costo de la mano de obra sus actividades más empleo-intensivas. La consecuente pérdida de puestos de trabajo y el deterioro de las condiciones laborales en las potencias llevó a su población a un creciente rechazo por la globalización y los partidos políticos que la sostienen brindando, de rebote, una nueva oportunidad para el desarrollo productivo de nuestro país que no puede ni debe competir con la estrategia de salarios bajos.

@AndresAsiain