El cura Luis Murri, expulsado el año pasado de la provincia por el obispo de La Pampa, Raúl Martín, entre otros aspectos por dar misas en latín y pretender que los fieles comulguen de rodillas, cargó su “santa bronca” contra el obispo y sostuvo que sufrió “persecución y hostigamiento” de parte del jefe de la iglesia pampeana. Murri, a quien medios pampeanos habían vinculado tiempo atrás con sectores filonazis de la iglesia y que supo ser colaborador de la revista nacionalista Cabildo, fue expulsado a fines del año pasado por el obispo Martín, por su comportamiento “ultraconservador” dentro de la parroquia a la que había sido asignado, en 25 de Mayo. Ayer, en una entrevista concedida a la radio municipal de esa localidad, el cura se definió como un perseguido por el obispo “modernoso”. “Para que lo voy a negar hay enojo con el obispo. Una santa bronca. Lo mismo que Cristo expresó a los fariseos ante la hipocresía, el cinismo, la ruindad, y que lo llevó a empuñar un látigo y expulsarlos del templo”, se explayó el cura-
“El tema es complejo y es largo. Hay una visión de la iglesia de algunos pastores, obispos, cardenales, muy modernosos, que no aceptan el espíritu que uno tiene, el de la iglesia de siempre. Hay cosas que no les gusta y hay un hostigamiento para los que pensamos de esta manera”, se victimizó Murri al tiempo que hizo alusión al obispo Martín, sucesor en ese puesto del actual arzobispo porteño, Mario Poli. En diálogo con la radio municipal de 25 de mayo, la localidad cuya parroquia debió abandonar por orden de su superior, el cura a quien medios pampeanos retrataron por sus simpatías nacionalistas y filonazis defendió la perspectiva conservadora. La deriva casi lefebrvista de Murri había salido a relucir ya tiempo atrás en otras situaciones conflictivas. A comienzos de 2000, debió abandonar un colegio católico de General Pico, en el que lo habían contratado cuando estaba a cargo de la parroquia de Quemú Quemú, luego de que padres de alumnos denunciaran su ultraconservadurismo en las clases de “orientación católica”. Los reclamos incluían la denuncia de que el cura indicaba métodos de autoflagelación a los alumnos. En 2006, por la época en que presentó un libro que recopilaba sus columnas en una radio de Quemú Quemú, era colaborador de la revista nacionalista Cabildo. En 2008, cuando estaba destacado en la localidad de Luiggi, el diario pampeano La Arena denunció que Murri tenía fuertes vínculos con dirigentes filonazis y que era admirador del fundador del grupo nacionalista Tacuara, el cura Alberto Ignacio Ezcurra.
Ayer, en diálogo con la radio municipal de su ex parroquia, el cura Murri detalló que el obispo le sacó “tarjeta roja” porque tienen “cosmovisiones no solo distintas, sino diametralmente opuestas: lo que está bien para el obispo, para mi está mal; y lo que está mal para él, para mi está bien”.
Lo que tiene con el obispo, añadió, es “una santa bronca”. “Si el obispo quisiera hablar conmigo haría lo que hizo Cristo con Herodes, que cuándo éste quiso dialogar lo despreció porque consideró que no era digno de hablar con él. Solo le mostraría la otra mejilla si se arrepintiera de lo que hizo, pero eso no va a ocurrir”, reflexionó.