Cuando el río suena es porque agua trae. O piedras también. En cualquiera de sus dos formulaciones, el refrán podría aplicarse al estadio Monumental. Un rumor crece desde hace meses sobre su demolición, mudanza y venta de los terrenos donde se levanta desde el 25 de mayo de 1938. Aunque parezca inviable –y menos todavía en un año electoral– tiene fogoneros que alientan el proyecto en la gestión de Horacio Rodríguez Larreta y hasta en el club también. Los desarrolladores inmobiliarios por ahora esperan agazapados. Pero si del tema se habla cada vez con más fuerza, es porque el primero en hacerlo fue el presidente Rodolfo D’Onofrio. “Yo quiero traer esta discusión a la Asamblea de River”, declaró el mes pasado. Curiosamente, hoy tiene un aliado en Diego Santilli, de quien está distanciado por cuestiones políticas pero no en la idea de mover la cancha y si no se puede, remodelarla. El es uno de los principales operadores para que este deseo se concrete. El ministro de Seguridad aspiraba a que su hermano Darío fuera designado vicepresidente 2º cuando falleció Guillermo Cascio en septiembre, pero lo reemplazó Stéfano Di Carlo. Eso lo alejó de D’Onofrio. “Está detrás de todos los proyectos con tierras en la zona norte de la ciudad, operó por el Distrito Joven en 2016 que se hará entre la Ciudad Universitaria y Costa Salguero. Ahora sigue con esto”, le dijo a PáginaI12 un ex legislador que milita contra las sociedades anónimas en el fútbol.
Durante una entrevista en diciembre por TyC Sports, D’Onofrio declaró con énfasis: “Quiero discutirlo con números, análisis, con dibujos y proyectos de estadios. La factibilidad económica quiero hacerla con todo lo que implica mudarse o no mudarse”. El dirigente dejó la pelota picando que volverá a picar el 24 de febrero cuando se trate en una asamblea ordinaria la memoria y balance. Ese espacio quizá sea una caja de resonancia del debate que vendrá, aunque la iniciativa sobre el Monumental deberá pasar primero por la comisión directiva, donde el oficialismo tiene mayoría. Después sería tratada en la misma asamblea de representantes, donde sobre 150 integrantes, dos tercios acompañan al actual gobierno. Horacio Roncagliolo, uno de los integrantes de la comisión fiscalizadora por la oposición, ya anticipa que “habrá escraches a los miembros de la conducción que intenten aprobar la venta de las tierras donde está el estadio”.
Por la positiva o la negativa, la idea de ampliar la capacidad del Monumental o trasladarlo a otro lado (ver aparte) problematizó el asunto. Por supuesto que los interesados en que el tema se trate se frotan las manos. Remodelarlo saldría entre 100 y 120 millones de dólares; levantar otro estadio rondaría entre 250 y 300 millones. El sitio Revolución Popular Noticias publicó que una consultora está tasando los terrenos del barrio donde se levanta el estadio. Le atribuyó la tarea a Julio Gustavo Menayed, dueño de Prospect SA, que en una UTE con Borok Construcciones SRL de Marcelo Mindlin se adjudicó una obra cuestionada por los vecinos de Colegiales: la instalación de un estacionamiento en el lugar que ocupa la plaza Clemente. Menayed fue uno de los aportantes a la campaña electoral de Elisa Carrió en la CABA. Donó 100 mil pesos en 2017.
Si se colocan en contexto estos y otros emprendimientos inmobiliarios, el corredor norte de la ciudad está sujeto a remate. Para lograrlo juegan en tándem el gobierno porteño y los desarrolladores. Ya lo hicieron con el Tiro Federal, donde la familia de Gerardo Werthein, el presidente del Comité Olímpico Argentino, se asoció con el empresario Daniel Sielecki en el grupo Landmark y se quedó con aquel predio. También hay interesados en ir por el Cenard y el Instituto de Educación Física Romero Brest. D’Onofrio es un viejo conocido del titular del COA, ya que trabajó en La Caja, la aseguradora de los Werthein. Además comparten oficinas en Barrio Parque.
Cuando el presidente habla de la remodelación del Monumental no se lo nota muy entusiasmado. Menciona que eso obligará a cerrarlo y perder la condición de local, como ocurrió cuando se hicieron las obras de ampliación por el Mundial ‘78. En el sitio La página millonaria se lo citó defendiendo una idea más ambiciosa: “Yo también viví grandes momentos en el Monumental. Momentos que no voy a olvidar en toda la vida. Pero a los más nostálgicos hay que decirles que el estadio va a seguir estando hasta que hagamos el nuevo. Lo vamos a someter a votación en la Asamblea de Representantes de Socios”.
En los medios también circuló una información reciente que aumenta las dificultades más conservacionistas. O sea que el estadio incremente su capacidad. Como está cerca del Aeroparque y una normativa para la construcción en altura no permite superar los 32 metros, River se vería impedido de elevar sus tribunas o construir más allá de su baranda superior de hormigón. Antonio Caselli, el jefe de la oposición que quedó muy lejos del oficialismo en la última elección, criticó la hipotética mudanza: “River está en el mejor lugar de la Argentina. Nos quieren hacer creer que el Monumental tiene problemas estructurales. Todo es arreglable, todo se soluciona”.
Para avanzar en los cambios, D’Onofrio y la comisión directiva necesitan la convalidación por los dos tercios de la asamblea de representantes. Ese número no le resultará sencillo de conseguir aunque tienen 100 de los 150 integrantes. El peso simbólico de una transformación tan fuerte en el patrimonio histórico de un club suele ser un problema para una operación inmobiliaria cuando se plantea en la Argentina. El fútbol tiene ejemplos de sobra que terminaron bien o mal. Desde la Bombonera al viejo Gasómetro. El hincha o socio promedio no suele convalidar movidas extremas como una mudanza de escenario. Los estadios son de los clubes. No de multimillonarios como el empresario pakistaní-estadounidense Shahid Khan que le adquirió Wembley a la junta directiva de la Federación Inglesa (FA) a cambio de 670 millones de euros. Un negocio que se concretó en octubre pasado y le permitirá a su nuevo dueño utilizarlo para que jueguen ahí los Jacksonville Jaguars de la NFL, su franquicia de fútbol americano. En la posdata de esta noticia británica puede añadirse que Shahid Khan es el propietario del Fulham, un equipo inglés de la Premier League.