No fue un domingo cualquiera para HBO. La cadena estrenaba la tercera temporada de True Detective, pero además ya se había dejado correr la voz de que durante esa emisión habría novedades sobre Game of Thrones, el anuncio de la fecha de comienzo de la octava y última temporada y, quizás, alguna imagen, una escena, algo que rompiera con el secretismo que impera alrededor de la serie más exitosa de la TV paga. En un teaser de minuto y medio –que el lunes por la mañana ya llevaba más de diez millones de reproducciones sólo en Twitter–, al fin relumbró el dato esperado, y ya todos saben que el domingo 14 de abril será el inicio del fin para la saga.
El anuncio no es poca cosa, teniendo en cuenta la ansiedad de una multitud de fans arengados desde el 27 de agosto de 2017, fecha de emisión de “The Dragon and the Wolf” y su aterradora escena final con los White Walkers al fin destruyendo el Muro a lomos de un dragón convertido al otro lado. Pero en lugar de mostrar algo más que la escena ya vista en redes del encuentro entre Sansa Stark y Daenerys Targaryen, HBO se decidió por un clip conceptual y dramático, que no muestra imágenes de la serie propiamente dicha sino una puesta en escena de lo que vendrá. Allí puede verse a Jon Snow (quien, de acuerdo a lo visto también en la séptima temporada, ya puede empezar a usar el apellido Targaryen) y sus hermanas Sansa y Arya Stark en las criptas de Winterfell. La reunión familiar incluye a las estatuas de Lyanna y Catelyn Stark y del mismísimo Eddard “Ned” Stark, de quien se escucha su voz diciéndole a Jon “Quizás no tengas mi nombre, pero tenés mi sangre”. Todo eso podría ser un hermoso reencuentro (de hecho, en la pantalla Jon y Arya se cruzaron por última vez en... el segundo episodio de toda la serie, cuando el bastardo le regaló la espada Needle), pero de pronto se enfrentan a sus propias efigies, las antorchas se apagan y la cripta es invadida por ese soplo helado que caracteriza al ejército del Rey de la Noche. Suficiente para excitar aún más la impaciencia del público, que el domingo por la noche hizo estallar los hashtags #GameOfThrones y #ForTheThrone.
Esta octava y última temporada de Game of Thrones –que ya superó largamente el punto hasta el que había llegado George R. R. Martin en sus libros de la Canción de Hielo y Fuego– será más breve en cuanto a la cantidad de episodios. Las seis primeras temporadas tuvieron diez capítulos, pero la producción se volvió tanto más ambiciosa que la séptima temporada presentó siete, aunque de mayor duración y con un formato –y un costo– directamente cinematográfico: el finale tuvo una duración de ochenta minutos. Por eso, el anuncio de que la última temporada tendrá sólo seis episodios vino matizado por la aclaración de que casi todos tendrán una duración similar. Los creadores David Benioff y D. B. Weiss se encargaron del guion de los últimos cuatro episodios y dirigen el gran final, a emitirse el 19 de mayo. David Nutter, el realizador que ganó un Emmy por la dirección de “Mother’s Mercy”, episodio final de la quinta temporada (el del célebre “paseo de la vergüenza” de Cersei Lannister), está a cargo de los capítulos 1, 2 y 4; los episodios 3 y 5 fueron dirigidos por Miguel Sapochnik, responsable de “The Winds of Winter” y ganador del mismo premio televisivo por el impactante “Battle of the Bastards” que enfrentó a Jon Snow y el hipervillano Ramsay Bolton. Dave Hill, guionista de “Sons of the Harpy” (temporada 5), “Home” (temporada 6) y “Eastwatch” (quinto episodio de la 7), se encargó del libro de la premiere; Bryan Cogman, que ya escribió diez episodios en diferentes temporadas (en 2017 fue el responsable del segundo capítulo, “Stormborn”), firma el segundo episodio.
A sabiendas de la fiebre que desata la serie y el afán por conseguir la más mínima pieza de información, HBO diseñó un sistema de seguridad que hasta el momento probó ser a prueba de filtraciones. No pudo verse ni una instantánea robada en la filmación, y mucho menos precisiones sobre el guión, del que nunca existieron copias en papel: a la hora de la lectura de los seis episodios finales, los integrantes del elenco recibieron tablets con un triple sistema de contraseñas. De hecho, una anécdota que sí trascendió fue que Kit Harington (Jon Snow) nunca pudo destrabar su aparato, y llegó a la lectura sin ninguna idea de la trama. Con el secretismo asegurado, todo lo demás entra en el terreno del misterio. Los actores y actrices que dieron entrevistas ya dijeron varias veces que la lectura del último episodio terminó a pura emoción, y que todos coincidieron en que era el mejor final que se podía pensar. Es casi lo único que se han permitido deslizar en diferentes reportajes publicados en los últimos meses, donde todas sus frases son lo suficiente medidas como para que ni el foro más nerd dedicado a Game of Thrones pueda desentrañar alguna pista sobre quién quedará en pie y quién no en la última batalla entre muertos y vivos. Y menos aún quién terminará triunfante en el ajedrez político entre los clanes, ese asunto mucho más gris que un enfrentamiento espada contra espada. El invierno llegó, y trae enemigos más peligrosos que el mismísimo Tywin Lannister. Pero al menos ya se pudo poner en marcha la cuenta regresiva.