Escribí “Tiempo de cosecha” hace muchos años, cuando era muchacho y creo que durante el servicio militar, que fue para mí un acontecimiento traumático: 16 meses padeciendo todo tipo de humillaciones. Ahora pienso, también, que es posible que éste haya sido uno de los primeros cuentos que escribí.
Muy probablemente imaginé esta narración, que se diría naturalista, al modo trágico de los cuentos de Erskine Caldwell, un autor que mi madre y mi hermana apreciaban y entonces yo también, y quien aún vivía y seguro alguna vez soñé que leería este relato.
Pienso ahora, además, que debe haber sido un ejercicio narrativo, porque en los años 60 en el Chaco era común escuchar historias acerca de la vida nómada de los cosecheros de algodón, que se sabía emblemáticamente dura.
Incluí este relato en mi primer libro de cuentos, Vidas ejemplares”, cuya primera edición se publicó en 1981 en los Estados Unidos por Ediciones del Norte, de New Hampshire, una casa en cuyo catálogo había varios autores latinoamericanos.
Extraña parábola personal, 35 años después forma parte de mi más reciente colección de cuentos, Chaco For Ever, que en Julio de este año publicó Edhasa Argentina.
No hay mucho más para decir de este cuento.