River se quedó anoche con el único Supeclásico del verano tras vencer a Boca por 2-0 en un partido que tuvo buenos y malos momentos en cuanto al juego, pero que fue intenso de principio a fin. Pitana arbitró con firmeza, echó primero a los técnicos y, sobre el final, a Driussi –autor del primero de River, de penal; el segundo fue de Mina, de cabeza–, Insaurralde y Benedetto, de flojo partido.  

El Millo salió a jugar decidido a cortar el circuito del juego xeneize, con una presión asfixiante en la zona de volantes. Tan bien hacía ese trabajo, que los mediocampistas xeneizes comenzaron a fallar tanto en el control de la pelota como en los pases. Eso obligó a los atacantes del equipo de Guillermo a retroceder para colaborar en la elaboración de la jugada, y así fue que llegó la primera jugada clara del partido, que llevaron a cabo entre Pablo Pérez y Pavón, que entró solo a espaldas de los centrales y definió ante la salida de Batalla, que tocó la pelota y logró desviarla.  

Por el lado de los millonarios, apenas un cabezazo de Maidana en el inicio, que el arquero Werner sacó al corner. Si bien no cedía en su intensidad para la marca, con Ponzio como abanderado, a los dirigidos por Gallardo les costaba tomar el control de la pelota. La salida de Olivera, lesionado, obligó al Muñeco a cambiar sobre la marcha y mandar a Montiel a la cancha. Los ataques por las bandas habían sido las únicas vías explotadas en la ofensiva de River.

Promediando la primera parte, lo más claro del partido era su pobreza y la tensión entre los jugadores de ambos bandos, que iban calentado el trámite a patada limpia, más allá de que el árbitro Pitana había intentado marcar la cancha desde el arranque mostrándoles amarillas a Pablo Pérez, Montiel, Maidana y  Mayada. River necesitaba un poco más del Pity Martínez y Nacho Fernández para mover la pelota en los tres cuartos, y estos no aparecían. En esa sintonía fue importante el trabajo de Mayada, que cuando se animó a separarse de Gago, fue importante para que River se animara más a atacar.

Sobre el final de la primera etapa, Boca ya no conseguía tener el peso ofensivo de los primeros minutos, y entonces River mejoró y comenzó a llegar con peligro sobre el arco de Werner, que a los 33 le ahogó con un manotazo salvador el grito de gol a Mora, quien conectó de cabeza un buen centro de Mayada, en la jugada más clara del equipo de Núñez.

Centurión, que se había mostrado poco, tuvo su chance para abrir la cuenta los 42, pero definió sobre el cuerpo de Batalla. Después Mora –que terminó siendo clave en la victoria millonaria– probó suerte un remate desde afuera del área que se fue desviado y Nacho Fernández metió un bombazo, también desde afuera, que Werner tapó con una buena atajada.

Pitana, que había echado a Guillermo por invadir el campo de juego,  volvió a dar una muestra de autoridad echando al Mellizo Gustavo y a Gallardo por haberse retrasado en la salida de los equipos. Pero si los hinchas millonarios tuvieron algo que lamentar fue la chance de gol que tuvo Nacho Fernández frente a Werner, que contuvo el disparo entre sus piernas.

Cobró bien Pitana un penal para River tras una mano de Insaurralde y Driussi –el goleador millonario en el torneo local– puso el 1-0 con un remate abajo a la derecha del arquero boquense. El partido se abrió de golpe y River aprovechó la desesperación de Boca para estirar la ventaja con un cabezazo del ecuatoriano Mina, en una jugada de pelota parada en el que se durmió la defensa xeneize.

La impotencia de Boca para dar vuelta el marcador quedó en evidencia cuando, a los 82, tras una pelea entre Insaurralde y Driussi, se armó la podrida que Pitana cortó mostrando tres rojas: a los dos involucrados y a Benedetto, por prenderse en la rosca.