Segundos afuera para la trigésimo cuarta edición del Festival Jazz Plaza, que se realiza año a año en la plurimusical República de Cuba. Durante una semana y en diversas sedes de la isla (el Centro Cultural Bertolt Brecht, el Pabellón Cuba y los Jardines de Coppelia, entre ellas) una enorme cantidad de músicos locales y visitantes se entremezcla para mostrar pasado, presente y futuro del género, en sus más variadas y abarcativas expresiones. “Es uno de los grandes festivales que se hace aquí, en La Habana. Lo creó Chucho Valdés hace tres décadas y le puso una impronta de calidad y de curación increíble, porque se mezcla lo más granado del jazz cubano con importantes nombres de la música internacional. Considero que es parte de los grandes acontecimientos que vertebran la rica cultura cubana”, enmarca el embajador argentino en Cuba, Javier Figueroa, ante PáginaI12.
Bajo el marco expuesto, entonces, orbitará un mundo de músicas entre la propuesta del maestro jamaiquino Bobby Carcassés, que sonará hoy bajo el título guía de “Afro Jazz y Timba Funk”, y el rico cruce entre Omara Portuondo y Roberto Fonseca (“The Cubans Voices”), que clausurará el evento el próximo domingo, en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional, con Haila María Mompié, Bárbara Yanes, Eme Alfonso, Ivette Cepeda, María Victoria Rodríguez, La Reina y la Real, Barbarito Torres, Michel Herrera, Paulito FG y Coto como invitados. Parte de ese “mundo de músicas” incluye también al argentino Adrián Iaies y su Colegiales Trío, que completan Facundo Guevara en percusión y Diana Arias en contrabajo.
Iaies debutó en una especie de vermouth que se llevó a cabo el lunes, en el teatro Mella, donde tocó tres temas al piano, y luego participó de la big band del maestro Joaquín Betancourt. Y hoy, ya en el marco estricto del festival, el compositor y arreglador porteño se presentará por dos: la primera en la sala Tito Junto del Teatro Bertolt Brecht, y la otra en la Fábrica de Arte Cubano. “A Adrián, cuando yo era embajador en Sudáfrica, lo llevé a un festival de jazz allí. Me encanta su música, me parece increíble. Tiene un lenguaje estético que mezcla la impronta de Thelonious Monk con un montón de tradiciones nuestras. Un dato interesante es que Guevara, el percusionista del trío, se formó acá en Cuba, y es un todoterreno”, comenta Figueroa quien, además de funcionario, es un gran conocedor musical.
“Lo bueno de este festival es que está todo el mundo pendiente de quién toca, dónde toca, a qué hora… Tiene una visibilidad enorme, y hace que toda la ciudad gire en torno a él”, sigue. “Desde el punto de vista cultural, yo creo que La Habana es una de las grandes capitales de América Latina, junto a Buenos Aires y el Distrito Federal de México. Pero hay un plus: como los cubanos son tan cálidos, si querés conocer a un artista, enseguida lo tenés tomando un café con vos. Es algo muy llano, acompañado por la admiración que tienen los cubanos por los argentinos. Es muy fácil mi trabajo como embajador, porque te subís a toda esa corriente de cariño y conocimiento, y eso te facilita las cosas. Siempre digo que dos pueblos que reconocen la complicidad en el humor, se comunican más fácilmente”, sostiene Figueroa, que reemplazó en el cargo a Ernesto Pfirter, en mayo del año pasado.
Otro de los atractivos de la fiesta jazzera –dicho fue– está dado por su variopinto elenco internacional de artistas. Entre ellos, se destaca en esta edición la presencia de la cantante británica Joss Stone, cuya voz mezzosoprano le ha proporcionado un lugar significativo en las vitrinas de la música popular universal. Otros artistas internacionales de fuste que figuran en la grilla son la Preservation Hall Jazz Band de Estados Unidos; la Moshulu Band que tiene como “bajista estrella” a Jeff Berlin. También aparecen Patricia Graus de España, el dúo uruguayo Ibarra-Minetti, la cantante australiana Emma Pask, y duetos binacionales como el estadounidense-cubano Julio Montalvo Collective; el cubano-noruego Alejandro Gispert and the Cuban Spectrum Project, o belgacubano Adrián Adalberto Iriarte.
Vuelve Figueroa sobre el tema. “Si bien la gran mayoría de los músicos que tocan en este festival son jazzeros, de repente te encontrás en la grilla con tipos que tocan temas de Benny Moré, cultor del son montuno y del mambo, y otros artistas de tal especie. Quiero decir que si te ponés a escuchar jazz cubano de Irakere para acá, las influencias de los tipos son muy variadas. Por ahí, están tocando una jam con piezas de Coltrane y en dos segundos derivan en un son, y no te das cuenta. La percusión de jazz, básicamente, es recontra cubana, muy personal, y muy diferente al jazz nórdico, porque los jazzeros nórdicos son una heladera… Te tocan algo de Mingus y es Mingus. Los cubanos no, los músicos cubanos son ellos y por eso este festival favorece la sinergia por todos lados”.