Por primera vez podrán verse en la Argentina más de 200 fotos que sacó Ernesto "Che" Guevara, en la muestra Che fotógrafo, que se inaugura hoy, a las 19, en el Centro de Expresiones Contemporáneas. El recorrido propone viajar por la mirada de una de las principales figuras del siglo XX a través de sus fotografías. La exposición fue coorganizada entre el Centro de Estudios Che Guevara de la ciudad de La Habana (Cuba) y la Municipalidad de Rosario. "Es una muestra que invierte el foco, porque estamos tan acostumbrados a la imagen ya conocida, emblemática del Che, pero ahora podemos recuperar estas fotos emblemáticas que nos permiten ver lo que el Che miraba", expresó Pamela Gerosa, una de las coordinadora del Centro de Estudios del Che (Celche) que tuvo a su cargo el montaje de la muestra curada desde La Habana.

La exposición podrá visitarse hasta el 3 de marzo los miércoles, jueves, viernes, sábados y domingos de 18 a 21, con entrada libre y gratuita.

Exhibida en varios países de Europa, y también en China y Japón, la propuesta llega a la Argentina a partir del convenio de cooperación entre los Centros de Estudios cubano y rosarino, firmado en el 2018 con motivo de los 90 años del nacimiento del revolucionario. "Che fotógrafo" es parte de la colección Vida y Obra del Centro de Estudios Che Guevara de La Habana. La exposición está avalada por la UNESCO como una genuina pieza del proyecto Memoria del mundo, en su categoría internacional.

Las más de 200 fotos tomadas durante diferentes etapas de la vida del guerrillero heroico representan un gran viaje; las imágenes fueron seleccionadas acorde a distintas etapas y al valor tanto histórico como artístico, en una recopilación inicial realizada por Camilo Guevara, hijo del Che. La muestra cuenta también con entrevistas audiovisuales a algunas personas que acompañaron al Che en su vida y documentos que revelan la importancia que daba a la fotografía.

El planteo de la muestra en su paso por Rosario suma como valor agregado textos de cuatro fotógrafos locales. El núcleo La América Latina que vio Ernesto, se acompaña de textos de Beatriz Fiotto; El foco de un proceso revolucionario cuenta con un texto de Silvina Salinas; Una mirada del mundo con escritos de Virginia Benedetto, y Auto-Retratado, con el análisis de Maximiliano Conforti.

Desde pequeño, Ernesto tuvo contacto con la fotografía cuando su padre le regaló una máquina de baquelita. Tiempo más tarde, se convirtió en fotógrafo amateur y lo que en principio surgió como pasatiempo llegó a convertirse en un oficio temporal y en una fuente de ingresos.

Su pasión por los viajes, imaginación y entusiasmo lo llevaron a la aventura. Así buscó alimentar un incansable hambre de conocimientos y ampliar el universo limitado por fronteras, estatus sociales, códigos y costumbres, atreviéndose a explorar recorridos y andanzas fuera de los cánones aprobados y legitimados.

Para Ernesto Guevara, la fotografía no fue sólo un medio de expresión y de subsistencia sino también una manera de acompañar y construir sus relatos sobre las vivencias en sus viajes y vida cotidiana. Así lo expresaron sus cartas, por ejemplo en estas líneas que envió a sus hijos desde Bolivia en 1966: "Ahora quería decirles que los quiero mucho y los recuerdo siempre, junto con mamá, aunque a los más chiquitos casi los conozco por fotografías porque eran muy pequeñines cuando me fui. Pronto yo me voy a sacar una foto para que me conozcan como estoy ahora, un poco más viejo y feo".

O como lo ha testimoniado su amiga Tita Infante: "La distancia no significa ausencia para Ernesto, en cada viaje sus cartas, más o menos regulares según los avatares del camino o su estado financiero, prolongaban el dialogo amistoso. Algunas veces, amante de la fotografía, traían su estampa registrada en las circunstancias más diversas: enfermo en un hospital del Sud, irreconocible por la delgadez; sentado en rueda entre indígenas de una tribu de la selva brasileña; gordo, tras una semana de reposo o, también, en una publicidad de El Gráfico… Conservaba las cartas de los amigos y jamás dejaba una sin respuesta". El corpus de fotos va desde sus primeros viajes por Latinoamérica hasta los últimos días, en Bolivia, cuando llegó a hacerse autorretratos que constituyen también documentos históricos.