Al menos cuatro soldados estadounidenses murieron ayer víctimas de un ataque suicida reivindicado por el grupo islamista radical Estado Islámico (EI) en Siria. El hecho, ocurrido en la ciudad de Manbech, al norte del país, ocurrió pocos días después del comienzo de la retirada de las tropas de Estados Unidos en el país árabe anunciada el pasado diciembre por el presidente Donald Trump. El ataque, además, fue el más mortífero para las fuerzas de Washington desde que se formó la Coalición Internacional para enfrentar al EI en 2014.
Un hombre identificado por el grupo terrorista como Abu Yasin al Shami se hizo explotar afuera de un restaurante y cerca de una patrulla de la coalición internacional, en un área muy concurrida de esa ciudad en el norte de Siria. Como resultado, dos soldados estadounidenses murieron en el lugar y otros dos mientras eran trasladados para recibir atención médica. Un vocero de la coalición confirmó las muertes vía Twitter, mientras que la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, indicó que Trump había sido informado sobre el ataque y que seguirá supervisando la situación en el país árabe.
Además de los militares extranjeros, la ONG Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en el Reino Unido, señaló que murieron cinco combatientes sirios de las fuerzas kurdas aliadas a la coalición –Fuerzas de Siria Democrática (FSD)– y que controlan la zona, y diez civiles.
Manbech estaba bajo el control de un Consejo Militar integrado por unidades de las FSD, aunque los combatientes de estas milicias comenzaron a retirarse de la localidad después de llegar a un acuerdo con el Ejército sirio para que este los protegiera ante la salida de Estados Unidos. Actualmente, tropas sirias gubernamentales y efectivos de la Policía militar rusa tienen presencia en la zona, aunque según el Observatorio la ciudad sigue estando controlada por el Consejo Militar de Manbech.
El ataque de ayer fue el primero que tuvo lugar desde que Estados Unidos anunciara la retirada de sus tropas y después de que el día 11 de enero comenzara el proceso de repliegue. Por otro lado, se trata del golpe más letal para las fuerzas estadounidenses en territorio sirio, según cifras del Pentágono, que en los últimos años informó de dos estadounidenses muertos en combate en ese país en dos episodios distintos.
La justificación de Trump para retirar a sus tropas de Siria fue que el EI había sido derrotado, argumento que fue defendido ayer por el vicepresidente Mike Pence. “Gracias al liderazgo de este comandante en jefe y al coraje y sacrificio de nuestros socios de la coalición, ahora podemos transferir la lucha contra el EI en Siria a nuestros socios de la coalición y regresar nuestras tropas a casa”, dijo Pence, en un encuentro con embajadores estadounidenses desplegados en todo el mundo. “El califato se derrumbó y el EI fue derrotado”, agregó, sin mencionar el ataque de ayer. “Protegeremos los logros que obtuvieron nuestros soldados y nuestros socios de la coalición”, dijo, además, en la reunión en el Departamento de Estado.
Ayer, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, declaró que si el atentado terrorista frenaba la retirada de las tropas de Estados Unidos de Siria, sería una victoria para el EI. “Podría ocurrir que afecte a la decisión de la retirada”, dijo el mandatario en una rueda de prensa. “Pero he visto lo decidido que está Trump, y no creo que vaya a echarse atrás frente a este acto terrorista. Si se echa atrás, sería una victoria para el EI”, agregó.
A pesar de las derrotas infligidas al grupo islamista radical, que vio los territorios bajo su control reducirse a una mínima expresión, aún se encuentra atrincherado en un reducto en la ciudad oriental de Deir Ezzor, donde es blanco de una ofensiva de las tropas kurdas del FDS. Algunos miembros del EI, incluso, se han refugiado en el desierto sirio.
Por ello, el mandatario estadounidense lanzó recientemente la idea de crear una zona de seguridad de 30 kilómetros de ancho en Siria. Enseguida, su homólogo turco aseguró que su país se encargará de esta iniciativa. Para intentar definir las modalidades de esta zona de seguridad controlada por Ankara, el jefe del estado mayor turco se reunió ayer con su homólogo estadounidense en Bruselas.
No obstante, esta iniciativa turca se encuentra con una fuerte oposición por parte de los kurdos. El influyente político Aldar Jalil, alto cargo de la administración semiautónoma de la minoría kurda, rechazó la propuesta. “Turquía no es neutral, es una parte interesada del conflicto y no puede ser un garante de seguridad”, señaló. “Puede haber una línea de demarcación entre Turquía y el norte de Siria con fuerzas de mantenimiento de la paz de ONU”, dijo. “Cualquier otra decisión es inaceptable. Cualquier presencia turca va a cambiar el equilibrio de la región, que no será segura”, insistió Jalil.
Moscú, firme aliado del presidente sirio Bashar Al Asad, parece rechazar también esta idea y estimó ayer que Damasco debe retomar el control del norte del país tras la retirada de las tropas estadounidenses. “La única y mejor solución es el paso de estos territorios bajo control del gobierno sirio, de las fuerzas armadas sirias”, declaró el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.
Ankara tiene tropas desplegadas en territorio sirio para defender sus fronteras de la amenaza del EI y también de las milicias kurdosirias, a las que considera terroristas por su vinculación al proscripto Partido de los Trabajadores del Kurdistán que actúa en Turquía. Desde el anuncio de retirada de Trump, la tensión entre los kurdos sirios y Turquía ha aumentado.