Aunque se ha buscado tomar recaudos para que no llegue a nuestras costas, una noticia puso en alerta al sector petrolero estadounidense, por motivos de los cuales los inversores en la formación argentina Vaca Muerta no deberían sentirse a salvo. “El problema secreto del fracking: los pozos de petróleo no producen tanto como estaba previsto”, tituló en los últimos días un artículo de Wall Street Journal (WSJ). El texto advierte que “miles de pozos shale (producción no convencional, como en Vaca Muerta) perforados en los últimos cinco años están bombeando menos petróleo y gas de lo que sus propietarios pronosticaron a los inversores, lo que plantea dudas sobre la fortaleza y la rentabilidad del auge del shale”. El estudio, realizado por reconocidas consultoras de energía de Estados Unidos, sugiere que la declinación de la producción es mucho más acelerada de lo esperado. El problema surge ahora en Estados Unidos, que empezó a perforar por sistema no convencional unos cinco años antes que Argentina. Por lo que es previsible que pueda reproducirse en Vaca Muerta en pocos años, advierten los expertos, dado que el problema está dado por el método de fracking, que supone “perforar por un camino artificial, rompiendo la roca, que de a poco se vuelve a tapar, por lo que suele suceder que a partir del tercer año declina la extracción hasta en un 90 por ciento; eso obliga a perforar nuevos pozos constantemente, que siempre van a ser de más bajo rendimiento que las primeras perforaciones para las cuales se eligió el camino óptimo”.
El Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad (Ceepys) publicó, en su último informe, una síntesis del artículo del WSJ, el medio indudablemente más influyente en el área de negocios de Nueva York. Comenta dicho centro de estudios que, a partir de un análisis realizado por Rystad Energy, y confirmado por otras dos firmas consultoras de energía, se concluye que las perspectivas de producción y rendimientos de la explotación no convencional “podrían estar ofreciendo una imagen ilusoria”.
El estudio se basa en “un análisis de unos 16 mil pozos operados por los 29 productores más importantes de shale oil”. “El WSJ no quiere socavar la opinión convencional de que el auge del petróleo del shale está llevando a los Estados Unidos a la independencia energética, por lo que es bastante prudente al discutir detalles”, señala el informe del Ceepys al comentar el artículo. “Al principio de la historia, el Journal aclara que el pronóstico defectuoso no significa que la producción de petróleo de Estados Unidos esté a punto de caer. Sin embargo, gran parte de la nota apunta a la conclusión de que una cantidad importante de recursos proyectados para los próximos años no se producirá.”
El WSJ informa, en el artículo citado, que “hace tres años, la empresa Pioneer Natural Resources anunció a los inversionistas que esperaban que los pozos en el shale de Eagle Ford, en el sur de Texas, produjeran 1,3 millones de barriles de petróleo y gas cada uno. Esos pozos ahora parece que están produciendo a un ritmo de 482 mil, un 63 por ciento menos que lo previsto”.
Agrega que “un promedio de las previsiones de Pioneer en 2015 para los pozos que había fracturado recientemente en Permian (otra área de producción en Texas) sugería que producirían aproximadamente 960 mil barriles de petróleo y gas cada uno. Esos pozos ahora están en camino de producir unos 720 mil barriles, según la revisión del matutino, un 25 por ciento por debajo de las proyecciones de Pioneer. La empresa discute estas conclusiones, destacando que asume que sus pozos producirán por lo menos durante 50 años”. El artículo refuta a la empresa, señalando que “dado que la mayoría de las autoridades coinciden en que los pozos de shale estarán bastante agotados en los próximos cinco años o menos, no está claro dónde están los 50 años de vida útil, a menos que estén planificando una costosa re-perforación y un nuevo fracking”.
El Journal señala que “hay otros ejemplos, todos sugieren que los pozos de shale pueden no producir suficiente petróleo con los precios actuales para cubrir los costos de adquisición de tierras, perforación, fracking y producción”. Y advierte que las 29 compañías del sector sobre las que realizó el seguimiento llevan “gastados 112 mil millones más en efectivo de lo que generaron en sus operaciones de los últimos diez años”. “Mientras los prestamistas continúan financiando la producción de shale oil, las participaciones de capital en las compañías de productoras han caído de unos 35 mil millones de dólares en 2016 a alrededor de 6 mil millones el año pasado (2018). En algún momento, Wall Street puede darse cuenta de que los días del petróleo por encima de los 100 dólares, que se necesitan para la producción rentable de shale oil, pueden no regresar y que los mejores lugares para perforar pozos de shale rentables ya no existen.”
Qué pasa en Argentina
¿Cuál es la lección que debería aprender Argentina de la experiencia estadounidense? Según Víctor Bronstein, director del Ceepys, “el problema del fracking en Estados Unidos es un alerta, porque el tema de la declinación de la producción en el sistema no convencional es mucho más acelerado que en la perforación tradicional. En el pozo vertical, de producción convencional, sólo con el mantenimiento, el mismo pozo puede seguir en producción por décadas. En el fracking se llega al hidrocarburo por un camino artificial, rompiendo la roca, por lo cual de a poco ese camino se va cerrando, se va tapando, y es probable que a los dos años la producción se reduzca al diez por ciento de la que tenía originalmente. Eso sucede, y obliga a seguir haciendo perforaciones constantemente para mantener la producción”, describe. Como lo indica la experiencia estadounidense, las perforaciones secundarias no serán tan eficientes como las primeras, porque deben elegir recorridos alternativos al óptimo, que se perforó primero. En consecuencia serán más costosos y de menor rendimiento. Un estudio de la firma Schlumberger, citado en el mismo artículo de WSJ, señala que “los pozos de shale secundarios completados cerca de los pozos iniciales más antiguos en el oeste de Texas habían sido hasta un 30 por ciento menos productivos. Este problema amenaza con socavar las proyecciones de crecimiento de la producción”.
Por otra parte, está el tema de los precios del gas y el petróleo. El primero, advierte Bronstein, no tiene una cotización internacional única, no se valúa como un commodity, sino que varía según el contrato. En Argentina se había implementado, con la gestión de Juan José Aranguren, una política de fuertes subsidios que ahora fue objetada por el FMI. Entre otras, fue una de las razones que provocó el enfrentamiento de Javier Iguacel (ex secretario de Energía) con Nicolás Dujovne y la renuncia del primero. Con menor subsidio, Vaca Muerta pasa a ser menos rentable, particularmente para Tecpetrol, principal beneficiaria de esa política gasífera.
El petróleo ha recuperado valor en el mercado (el crudo Brent supera los 60 dólares por barril en Londres), pero está lejos de los valores óptimos para la muy costosa inversión en la producción no convencional. Estados Unidos contó con una ventaja adicional, que la producción de shale se inició en la etapa en que las tasas estaban muy bajas, y se financiaron inversiones a un interés del 2 o 2,5 por ciento; los bancos siguen prestando aunque los resultados bursátiles son alarmantes, por la caída de rendimiento de los yacimientos. En Argentina, el costo financiero puede convertirse en una mecha encendida cuando llegue el momento –que las investigaciones de Estados Unidos empiezan a plantear como inevitables– en que los rendimientos de los pozos de Vaca Muerta empiecen a declinar. ¿Será otro caso de gran negocio para hoy y fuga para mañana?