En un 2018 para el olvido, la actividad financiera logró escapar a los efectos de la recesión. Mientras la industria manufacturera se desplomó en el tercer trimestre un 6,6 por ciento interanual y la agricultura, ganadería, caza y pesca retrocedió 5,2 por ciento, la actividad financiera se expandió 5,1 por ciento. Esa particularidad no es producto de una mayor intermediación bancaria para apalancar sectores productivos en crisis, sino derivado de una desregulación que les permitió abultar sus márgenes de ganancia a través de la especulación con instrumentos del Banco Central. (ver aparte). “El stock de Leliq (letras de liquidez) creció exponencialmente desde septiembre de 2018, evidenciando que la estrategia solo consistió en cambiar un tipo de deuda por otra”, señala un estudio de la Fundación Friedrich Ebert Stiftung (FES).
El informe destaca que la decisión de reemplazar Lebacs por Leliq (de uso exclusivo de los bancos) le permitió al sector mantener sus márgenes de rentabilidad en un contexto de estanflación. También advierte de la mayor participación de inversionistas privados en la tenencia de títulos del Central.
“La política de apertura y desregulación impulsada por Cambiemos junto con la política cambiaria y monetaria, especialmente luego del primer acuerdo con el Fondo Monetario, tuvieron profundos impactos en la economía argentina”, analiza el documento desarrollado por el ex titular del BCRA, Alejandro Vanoli, junto a Alan y Cecilia Allami, investigadores de la Universidad Nacional de General Sarmiento. De acuerdo con su análisis, la fuga de capitales y el incremento de la deuda fueron consecuencias ineludibles del plan económico de Cambiemos. Según el balance cambiario, desde enero hasta septiembre de 2018 la formación neta de activos externos fue de casi de 18.000 millones de dólares, con un incremento del 70 por ciento respecto al mismo período del año anterior.
El renovado proceso de valorización financiera no pausa desde mediados de 2016, lo que le permitió al sector mantener elevados ratios de actividad pese a la recesión actual. En 2016 la actividad económica se retrajo 2 por ciento, iniciándose el primer período de recesión macrista. En ese momento también se contrajo la industria (-5,2 por ciento), la agricultura (-4,7) y los servicios financieros (-6,4). En 2017 la actividad económica creció 2,9 por ciento y hubo mejora en los tres rubros mencionados. Esa situación incluso se extendió hasta el primer trimestre de 2018, con el 3,4 por ciento a nivel general, según cifras oficiales del Indec.
Pero a partir del segundo trimestre la ecuación cambió. En ese lapso la actividad económica se retrajo 4,8 por ciento y en el tercer trimestre sumó un rojo adicional de 3,5 por ciento. El rubro agrícola, ganadero y pesquero exhibió para esos dos trimestres caídas interanuales del 31,6 y 5,2 por ciento, respectivamente, lo que se explica por la sequía que golpeó al sector. En industria manufacturera hubo caídas de actividad de 1,8 y 6,6 por ciento. Sin embargo, la intermediación registró en el segundo trimestre una mejora de 8,7 por ciento y en el tercero, de 5,1 por ciento respecto de 2017.
El desacople del sector respecto de la situación del resto de la economía tuvo como hecho bisagra el canje de deuda en Lebac por Leliq, las cuales sólo pueden estar en manos de los bancos. Las tasas para estas letras llegaron a pagar un rendimiento de 73,5 por ciento anual y actualmente se encuentra en 58 por ciento. La política monetaria de elevadas tasas de interés no solo generó una retracción del crédito a los sectores productivos, sino que también alimentó el carry trade para los flujos de capitales especulativos del exterior. “Al sector financiero no solo le fue mejor que a los sectores productivos en materia de actividad económica, sino que también tuvo rentabilidades muy altas”, refleja el informe de la fundación FES.