Constipada y con el cuerpo a punto de estallar ella mueve los volados de su vestidito rosa como si quisiera sacarse una furia que jamás expresa. Es que la protagonista de esta historia está consternada por todo lo que no comprende y de esa confusión, suerte de mezcla entre una vida pueblerina sin ambiciones y los lugares comunes de la cosmética, nace un humor que desborda en su voluntad de hablar sin detenerse. Estrella podría ser una mujer atormentada si esta fuera una obra realista, una melancólica ama de casa que encuentra en la reventa de productos Avon la salvación y el sentido como si fueran una Biblia. Pero en la lógica cómica de Juan Pablo Geretto el conflicto no puede ser asumido jamás por su criatura y se convierte en la materia de una serie de distorsiones que ella empuña en un monólogo alocado donde la digresión es la estructura narrativa.
En la selección de escenas que el texto de Geretto y Virginia Martínez componen como el mapa de una clase media provinciana que no sabe muy bien qué hacer con su drama, sorprende esa imagen de un Papá Noel que en pleno festejo familiar golpea con su bolsa de regalos a la sufrida tía de Estrella. En un mismo Instante la niña descubre que Papá Noel no existe y que su tío es un golpeador. La revelación aparece por obra de la brutalidad decorada con la torpeza del cliché. Geretto y Martínez se meten en las entrañas de un machismo que desencaja los cuerpos y lo hacen a partir de una palabra desbocada. Es allí, en la imposibilidad de parar de hablar donde la protagonista se encuentra con los motivos de una infelicidad que no despertará consecuencias. Encerrado en ese conformismo, el humor resuena como la única discrepancia.
En sus palabras, Estrella revela lo que su ingenuidad desmedida no alcanza a ver. El texto de Geretto y Martínez se aleja de su destino de tranquila comedia veraniega para convertirse en algo más oscuro. No solo porque la parodia del emprendedorismo resuena como crítica a un discurso marketinero actual que se une sin pudores con ciertas proclamas evangélicas, sino porque las debilidades y limitaciones de la protagonista tienen en la mirada filosa de lxs autorxs una línea que no se contenta con la identificación ni la clemencia, que busca el cuestionamiento donde en apariencia únicamente arde la risa.
La voz de la madre que la maltrata, el imperativo de disfrute que ella quiere cumplir aunque jamás llega a alcanzarlo y sus pequeños triunfos de revendedora, siempre están contados desde la liturgia de la desesperación que Geretto utiliza para producir un humor de sueños frustrados. Es que en la enumeración que Estrella realiza de las aspiraciones truncas de su marido por ser jugador de fútbol o del modisto del pueblo que tuvo que resignarse a no poder ser Jorge Don está esa lengua que lo descubre todo, como si el humor sirviera para sacar lo que está en el fondo del suelo de barro pero sin que las cosas cambien, sin que el temblor produzca desencuentros dentro de ese odio familiar al que todxs se aferran.
La actuación de Geretto se anima a meterse en esas formas donde la comicidad deviene tragedia. Los cortes que realiza en su interpretación para mostrar la mirada del padre o del coordinador del viaje de egresados, permiten que esa masculinidad se filtre en escena como una violencia que ya está instalada en los gestos y en la voz y que es tan diferente en su ritmo a ese cuerpo de Estrella abandonado de toda templanza.
Estrella es el reflejo de lo que puede convertirse una mujer cuando decide volverse una caricatura de sí misma, alistada en la batalla de la reventa de cosméticos para hacer de la fatigosa tarea del sometimiento algo más parecido a un modesto deseo de independencia.
Estrella se presenta viernes y sábados a las 20 y 22 en El Camarín de las Musas. Mario Bravo 960. CABA.