Cantó con todos, Carlos Varela. Parte de su lista curricular lo pasea por Leopoldo Federico, Roberto Grela, Daniel Maza, el Sexteto Tango, Raúl Garello, Osvaldo Piro, Atilio Stampone y la Orquesta Típica Imperial. También incursionó en programas de radio y Tv afines al tango (la Botica de Bergara Leumann, por caso), produjo notables discos del palo como El álbum blanco de Rubén Juárez o Carlos Barral & Leopoldo Federico, fue manager, es actor, y ha publicado una nada despreciable cantidad de discos solistas, cuya lista arranca allá por 1986 con La piel de Buenos Aires, pasa por Nuevos Clásicos y Sigo aquí (por nombrar un par) y llega hasta el flamante No te entregues nunca, sentido homenaje a quien en vida fuera su amigo, el poeta Héctor Negro. “Y estuve así de cantar para Osvaldo Pugliese, pero justo se le venció el contrato y no se lo renovaron”, evoca este cantor –y demases–, que se ha tomado el tango de los últimos cuarenta años de un sorbo, y ya lo está exhalando de a trazos en esta charla con PáginaI12.

–No pudo hacerlo con Pugliese pero sí con y para Negro, a quien lo une toda una historia de vida, además. ¿Por qué recuperar los textos de aquel poeta en este contexto del país?

–Porque de los poetas de los sesenta, Negro es el que tiene una visión social más amplia, más profunda y visceral. Y porque sus textos plantean un problema pero también una solución. Te plantean la dificultad, te la marcan, pero te muestran una salida, como en el caso de “Levántate y canta”, que hizo con César Isella, o de “Nadie se salva solo”, ambos grabados en este disco.

   “Nadie se salva solo en este barco / si no se salva el barco con nosotros / si nos hundimos todos en el charco / que nadie piense que se ahogarán los otros”, recita en vivo Varela. Y agrega: “El tipo te está dando una salida. Te está diciendo ´juntate, no creas que la salida es individual´. A ver, yo nací en un conventillo de Azcuénaga y Rivadavia en 1955 y no puedo entender que le estén achacando al peronismo setenta años de no sé qué, porque fue el único movimiento que juntó, que vio en concreto que la salida no era individual. Eso de los últimos setenta años es una gran falacia, porque desde el 55´ hasta acá hubo más gobiernos militares o radicales que peronistas. Insólito”, se despacha el cantor de Once.

–Ante este cuadro, seguramente Negro habría embestido con el poema que titula al disco: “No te entregues nunca”. ¿De qué manera este tema guía al resto del trabajo? 

–Es la síntesis, porque justamente Negro habla de no entregarse, ni joven, ni viejo, ni débil, ni fuerte. No te entregues nunca, que se entreguen ellos ¿no? Afrontá la vida como te toque vivirla pero peleala, porque si no te la van a ganar. Otros temas que completarían la síntesis son la milonga “Para cantarle a mi gente” y el tango “Bien de abajo”, porque yo soy bien de abajo… Es un tema que me representa. 

El disco también recibe el influjo guitarrero de tres expertos (Tony Gallo + “Moscato” Luna + César Angeleri) y cuenta con las participaciones de Raúl Garello, Carlos Barral, Mariana Avena, Domingo Moles y Alejandro Apo recitando un homenaje a Ricardo Bochini: “Diez estrofas para un 10”. “Tanto Negro como yo somos de Independiente, y este poema no podía faltar. Apo, un tipo cálido, bonachón, de barrio, lo había grabado en la radio, y yo le pedí ese audio para incluirlo en el disco”, explica Varela, que incluyó dos yapitas arreado por el fin de mostrar la conexión histórica y vivencial con el homenajeado. Dos piezas de Negro grabadas por Varela durante sus comienzos como cantor. Una de ellas viene desde 1984 (el ya referido “Nadie se salva solo”) y la otra (la milonga-candombe de proyección “Del plata y Americano”) perteneciente a 1987. “Los incluí para mostrar que hay una continuidad en mi trabajo con Negro, incluso desde antes, porque yo debuté en las reuniones que hacía la revista Buenos Aires Tango y lo demás en el Café Tortoni, y es él quien me presenta ahí. Desde ese momento, siempre incluí textos de él en mis discos. 

–Otra persona con la que tuvo una intensa amistad fue Rubén Juárez, a quien produjo Album Blanco. ¿Qué recuerda de esa situación clave para sus vidas?

–Un día, en 2001, fui a ver un espectáculo de Rubén en el Café Homero. Hacía 16 años que él no grababa un disco, y ese espectáculo fue tremendo. Estaba mi mujer sentada al lado mío y le agarró como un fanatismo rockero terrible… Le quería tirar con una botella, porque Juárez te rompía la cabeza (risas). Le comenté a Pepo Ogivieki que el Negro tenía que hacer un disco. Pepo me armó una reunión para el día siguiente y fui con un proyecto y lo primero que le dije a Rubén fue el título del disco, porque sabía que era fanático de Los Beatles. El le decía que no a todo el mundo, pero me citó al otro día en su casa y me dijo que sí, que íbamos a hacer el disco, ¡pero además me propuso ser su manager! Yo no tenía ninguna experiencia como manager (risas). Pero andá a decirle que no al Negro... Creo que se dio cuenta que yo, igual que él, no estaba bien de la cabeza y a partir de ahí trabajamos juntos un montón.

 –En una coyuntura muy compleja… 2001, 2002

 –Tal cual. La gente de la empresa multinacional que iba a poner la guita desapareció y nos salvó una empresa chica argentina. ¿Las pymes sirven o no?, pregunto yo. Bueno, la cosa fue que el disco salió, la presentación en el ND Ateneo fue impresionante, y laburamos muy bien hasta 2004, cuando me retiré de la tarea de manager y volví a cantar. Pero Juárez permaneció en mí, porque siempre fue un norte al que miramos todos los cantores de mi generación. El nos mostró por dónde era el camino.