Los recortes presupuestarios del sistema sanitario, el brutal ajuste en el área de ciencia y tecnología y una política federalista que consiste en transferir responsabilidades a las provincias sin los recursos correspondientes, conforman un paquete de medidas implementadas por el gobierno que científicos, investigadores y especialistas de la salud que dialogaron con PáginaI12 relacionaron estrechamente con el brote de hantavirus que atraviesa la localidad de Epuyén, en la provincia de Chubut. Además del recorte económico, que implicó que fallara el alerta temprana por el desfinanciamiento de programas de prevención y control –como informó este diario el 15 de enero–, las críticas apuntaron a la ausencia del degradado Ministerio de Salud para conducir la situación que dejó a una población aislada y a una provincia en manos de las presiones del sector turístico.
“Como ocurrió en todas las áreas científicas, en estos años se redujeron los presupuestos y se subejecutaron las partidas. Los subsidios para investigar no alcanzan, y a eso hay que sumarle una devaluación que es destructiva para el sistema científico”, dijo el biólogo e investigador del Conicet Juan Manuel Carballeda, especialista en virología, dedicado a la investigación del dengue y el zika.
“En el caso particular del hanta en Chubut, fue bastante notorio lo que pasó. Para determinar qué tipo de virus circula, es necesario hacer estudios epidemiológicos de los roedores. Esos estudios no se hicieron de la forma en que deberían haberse hecho, por falta de presupuesto y logística. Antes se realizaban durante todo el año las observaciones sobre la ecología poblacional de roedores. Son estudios largos, hay que poner muchas trampas, ver qué roedores caen, y después analizarlos para ver si efectivamente tienen carga viral. Estudiar la dinámica poblacional de estas especies permite evaluar los riesgos”, explicó el virólogo, y agregó que “los recortes afectan a todo el espectro científico y cuando hay temas urgentes como el del hanta, se nota más”. Carballeda, quien integra además la Red de Investigadores Científicos en salud, remarcó que “el país es zona endémica, y por eso es necesario hacer estudios permanentes, durante todas las estaciones del año”.
En el mismo sentido, el investigador Principal del Conicet y titular de Sociología de la Salud (UBA), Mario Pecheny, señaló que hay una disminución tanto del presupuesto y de la ejecución de las partidas como de la voluntad política del gobierno de intervenir. “La determinación política de dejar en manos de las provincias el hacerse cargo de las situaciones forma parte de un modo de pensar las políticas en términos de lo que representa
para el Estado, y no de pensarlas como políticas públicas a mediano y largo plazo. Si no haces vigilancia epidemiológica ni campañas con la población, puede pasar esto del hanta, pero podría ser el dengue o las inundaciones”. “Hay un retiro del Estado al disminuir la investigación reduciendo los fondos, no ejecutando los que dispone y disminuyendo los recursos humanos. Y por ahora el hanta es incurable porque no se ha descubierto una cura, y eso lo hace la ciencia”, remarcó.
En ese camino de desmantelamiento estatal, la investigadora Superior del Conicet y directora del Centro de Estudios Farmacológicos y Botánicos, Ana Maria Franchi, recordó la eliminación de los ministerios de Salud y de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (creado en diciembre de 2007), “cuya consecuencia es que hay programas que empiezan a desaparecer”. “Este año, por ejemplo, no está asegurado el tema de las vacunas”, advirtió.
Hay que recordar que la cartera de Salud, entre otros programas que fueron golpeados como el de HIV/SIDA, el año pasado, recortó el programa nacional de vacunaciones y de entrega de medicamentos y quitó del calendario de vacunaciones el refuerzo para chicos y chicas de 11 años de la aplicación contra la meningitis.
“La sensación es que la salud de la población cada vez importa menos. La alimentación de los chicos ha empeorado por los altos costos de los alimentos y el desastre de los salarios, y a corto plazo vamos a ver el impacto del estrés en los que se han quedado sin trabajo. Y el Ministerio de Salud está ausente de todas las discusiones, como lo ha estado con el hantavirus”.
Por otra parte, los tres especialistas del Instituto Malbrán, donde se realizan los exámenes de los casos sospechosos de contagio con hanta, consultados por este diario y cuyos nombres no se brindan aquí porque tienen prohibido hablar con los medios sin autorización oficial, coincidieron en sus apreciaciones: la Secretaría de Salud actuó tarde y mal; y el vaciamiento estatal tiene consecuencias que, ante las crisis, resultan más visibles.
En primer lugar, señalaron algo de lo que días atrás daba cuenta un informe de la Fundación Sanitaria, y es que la Administración nacional de laboratorios e institutos de salud Anlis (Malbran) que tiene entre sus funciones realizar la vigilancia e investigación epidemiológica y clínica de enfermedades transmisibles y no transmisibles, sufrió un recorte acumulado entre 2016 y 2019 en el presupuesto del 35,73 por ciento.
Además, explicaron que “en tres años en el Instituto jubilaron a todos los jubilables y no reemplazaron a nadie. Se achicó la planta, y con el decreto que cerró el ingreso al Estado, no entra nadie. Eso repercute en la contención de los brotes, porque además de no tener plata faltan recursos humanos, y eso ayuda a que el problema sea más grande”.
Por otra parte, explicaron que con los recortes, la plata termina yendo para el diagnóstico y distrayendo recursos para investigación. “Los estudios del brote los tiene que pagar el Ministerio y no el Anlis, que es lo que sucede”, detallaron.
Tembién apuntaron contra la actuación de la cartera nacional de Salud: “hay antecedentes, sabés que el reservorio está presente porque el lugar es endémico y el Ministerio se desentendió del tema. Lo mismo pasó en noviembre, hubo un brote de leishmaniasis (enfermedad que se transmite por la picadura de un mosquito infectado por el parásito) en el norte y también estuvo ausente”.