El conflicto de los pilotos, que derivó en la derogación de la resolución que permitía la habilitación express de licencias a pilotos extranjeros, probó que es posible derrotar desde una posición de fuerza una de las tantas maniobras que lleva adelante el Gobierno, en su intento por flexibilizar la relaciones laborales. Al mismo tiempo, este triunfo de los pilotos dio origen a una nueva estrategia sindical con la que se buscará superar el dique de contención en el que se transformó la CGT en lo que respecta a la elaboración de un plan de lucha que confronte el modelo macrista. La idea no pretende desplazar a la central obrera ni construir una nueva sino más bien ocupar los espacios abandonados o descuidados por ésta porque consideran que no es posible dejar librado a la suerte electoral el futuro de los derechos laborales.
La idea surgió en la madrugada del viernes mientras se desarrollaban la febriles negociaciones entre los gremios de pilotos y el Gobierno que buscaba con desesperación evitar el paro que se había producido fruto de un intento del oficialismo por quebrar el poder sindical en las empresas aeronáutica. Mientras los llamados iban y venían entre funcionarios y sindicalistas llegó un mensaje de solidaridad de Pablo Moyano al celular del titular de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), Pablo Biró. Eso disparó una conversación donde poco a poco se fue evaluando la forma de superar la mansedumbre de la CGT que en estos últimos meses mantuvo un estruendoso silencio frente las consecuencias del programa económico del gobierno de Macri.
La idea cobró fuerza una vez que los dirigentes sindicales tomaron conciencia de que el triunfo que alcanzado por los pilotos surgió de la mezcla perfecta entre negociación y firmeza como fue sostener el paro a pesar de que tenían todo el aparato mediático amigo de la Casa Rosada en su contra y obligaron a que el Ministerio de Transporte, que dirige Guillermo Dietrich, no tenga más remedio que derogar una resolución que iba en contra de los derechos de los trabajadores aeronáuticos. Entendieron los gremialistas que estaban frente a un triunfo político sindical que no debía desperdiciarse y mucho menos dejar que se pierda entre el cúmulo de noticias que suele imponer el Gobierno como táctica distractiva.
Entonces, y por recomendación de un asesor de Biró, decidieron aprovechar aquellas organizaciones sindicales supranacionales que los dirigentes argentinos de los gremios del transporte integran como es la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF en inglés) donde Pablo Moyano es uno de los vicepresidentes del comité mundial. En esa organización también participan Biró y Edgardo Llano de la Asociación del Personal Aeronáutico (APA) e incluso también hay dirigentes del gremio ferroviario de La Fraternidad que ocupan secretarías en las oficinas regionales de la ITF.
El objetivo parece sencillo: confrontar con mayor firmeza al gobierno de Cambiemos y desde la ITF trabajar para convocar a un paro general que puede ser de los gremios el transporte que también contará con aquellas organizaciones sindicales que integran el Frente Sindical para el Modelo Nacional más las dos CTA, un cúmulo de organizaciones sociales con las que han tejido alianzas y también a la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), que dirige Juan Carlos Schmid quien supo llegar al triunvirato por ser parte de las filas del moyanismo, conjunto con el que pese a las diferencias no ha roto del todo los vínculos.
La incógnita a develar es si con estos gremios es suficiente como para lanzar un paro general en los próximos dos meses donde la ITF haga las veces de paraguas protector en el momento del llamado a la medida de fuerza nacional. Por otra parte y en caso de que fuera exitoso este armado y se supere el muro de la CGT, es probable que surja un nuevo actor dentro del universo sindical. Si bien es demasiado temprano, lo cierto es que entre los que participan de esta idea tienen clara la necesidad de otorgarle a la mayor central obrera de Latinoamérica un nuevo perfil y rol dentro de la política argentina. Esto es qué hacer con los sectores que conducen en la actualidad la CGT, los sectores conocidos como gordos e independientes. Si no aplican aquello de “la unidad aunque duela” es probable que haya más de una central obrera. El resultado de la puesta en práctica de este lema en la compulsa electoral de este año bien puede servir como ejemplo o prueba piloto para la irrefrenable disputa interna de la CGT.
De todas formas la derrota política del Gobierno ante los pilotos, aunque no sea más que un fracaso puntual o una batalla perdida, provocó algunas reacciones en el mundo sindical tradicional. Por caso, en las últimas horas los dos integrantes del secretariado general de la CGT, Carlos Acuña y Héctor Daer, salieron por separado a hablar de resistencia a una reforma laboral y a la posibilidad latente de recurrir a la huelga general. En 2018 ante las presiones internas el entonces triunvirato lanzó un par de paros generales con los que consiguieron el oxígeno necesario para mantenerse al frente de la central obrera. El tercero se diluyó tras el acuerdo del bono de cinco mil pesos. Pero esas bocanadas de aire fresco no morigeraron la crisis que atraviesa a la CGT donde sus integrantes imaginaron un 2019 dedicado casi de manera exclusiva a la participación del armado electoral del peronismo mientras cada sindicato defiende su territorio con más o menos suerte. Prueba de ello es la ausencia de solidaridad pública de la CGT con los gremios que en estos últimos dos meses estuvieron en conflicto. Pero ninguno de los que está al frente de los sindicatos y/o la CGT llegó al mundo hace pocos días por lo que son ávidos lectores de la realidad política y como tal es probable que incrementen el umbral del dolor para lanzarse a trabajar en eso que llaman unidad.