A fines de 2018, Lady Gaga comenzó una residencia en Las Vegas que durará hasta noviembre de este año. La superestrella, que venía de hacer su debut como actriz protagónica en la película de Bradley Cooper Nace una estrella, entregará un total de 41 performances en el Park Theater del Park MGM, presentando dos shows diferentes: Enigma y Jazz & Piano. El primero de ellos, según el resort, es “una flamante odisea de sus hits pop construida como una experiencia sin paralelo con cualquier otra en Las Vegas, mientras que el segundo presentará versiones desnudas de sus canciones más conocidas.
Pero la tradición de músicos establecidos tocando en la Meca del juego en medio del desierto se remonta hasta Liberace, quien fue el primero en entretener al público que estaba de vacaciones en Nevada en 1944 y que continuó haciéndolo hasta su muerte en 1987. El pianista llegó a ganar 300 mil dólares por mes y personificó la pompa del resort mejor que nadie.
Los integrantes del Rat Pack fueron los siguientes en tentar a las muchedumbres a alejarse de las tragamonedas y las mesas de apuestas: Frank Sinatra, Dean Martin, Sammy Davis Jr, Peter Lawford y Joey Bishop bebieron tragos y se presentaron juntos en el Copa Room del casino Sands durante el período de tres semanas que les llevó filmar la aventura delictiva Ocean’s 11, de Lewis Milestone, en el otoño de 1960.
Elvis Presley encontró la redención en Las Vegas, llenando el International Hotel durante siete años, entre 1969 y 1976. El ya se había presentado en el New Frontier Hotel and Casino durante dos semanas al inicio de su carrera, pero había tenido que luchar para ganarse a una audiencia mayor desconcertada por su rock and roll energético. “Supongo que ustedes todavía no están listos para esto, pero sus hijos van a amarlo”, podría haber dicho, anticipándose a Marty McFly.
En los 70 y los 80, la oferta de entretenimiento fue provista por crooners plastinados como Wayne Newton, Barry Manilow y Tom Jones. Este último es un incondicional de la Ciudad del Pecado: se ha presentado allí al menos una vez por semana durante más de 42 años. Esos veteranos de smoking representaron una opción segura, pero aceptar los dólares de Las Vegas significaba estar de acuerdo con ser preservado en formol, dándole a los fans lo que deseaban para cantar a los gritos noche tras noche en lugar de probar los desafíos de material nuevo.
El entretenimiento para después de la cena incluía comediantes de stand up como Don Rickles y Jackie Mason, y la magia de Siegfried and Roy, David Copperfield y Penn and Teller, para quienes presentarse en Las Vegas representaba el pináculo lucrativo de sus carreras, no el nadir.
Hacia los 90, las atracciones nocturnas propuestas por los hoteles incluían programas más teatrales, como el Cirque du Soleil y producciones importadas de Broadway. Pero todo cambió en 2003, cuando la diva canadiense Celine Dion firmó para cantar sus grandes éxitos en el Caesar’s Palace. Todavía en su gran momento –“My Heart Will Go On” había sido un hitazo mundial sólo seis años antes–, Dion previó el potencial de una residencia, aprovechando un público cautivo con dinero para gastar y al mismo tiempo eliminando la necesidad de la complejidad logística y el cansancio de las giras. En sus manos, presentarse en Las Vegas se sintió como una coronación, una confirmación de su estatus de realeza del showbiz, en lugar de la admisión de la derrota o la aceptación de un retiro parcial.
Su show “A New Day...” funcionó apropiadamente durante cuatro años en un auditorio para 4100 personas, el Colosseum, construido a medida para ese propósito por 95 millones de dólares. Según Billboard, ese show es el más exitoso en la historia del resort, con ganancias de al menos 400 millones tras haber sido visto por más de tres millones de apostadores a lo largo de 719 performances. “Celine fue una pionera, sin dudas”, le dijo Kurt Melien, vicepresidente de la división Entretenimiento del Caesar’s, a The Daily Telegraph en 2013. “Hace veinte años, no podríamos haber conseguido que alguien de la estatura de Britney Spears se presentara en Las Vegas (lo hizo en ese año). Estrellas como ella nunca habrían considerado la posibilidad si Celine no hubiese abierto el camino. Ella cambió el rostro de la moderna Las Vegas.”
Dion regresó a la ciudad en marzo de 2011 y todavía sigue ahí, con su nuevo show Celine sumando incluso más fichas y programado hasta junio próximo. Su éxito inspiró a Elton John a probarse el mismo traje. Su show The Red Piano la sucedió en el Colosseum entre febrero de 2004 y marzo de 2009; llegó a hacer 248 shows y a ganar 169 millones de dólares antes de ser reemplazado por residencias de Cher y Bette Bidler, respectivamente. Esta última sufrió públicos menguantes cuando la Gran Recesión golpeó hace una década.
Otro desarrollo clave proveyó un cambio en la vida nocturna de la ciudad en ese punto: Paul Oakenfold comenzó una residencia en el nightclub Rain del casino Palm, una apuesta deliberada para atraer a una clientela más joven. Funcionó, proclamando el tardío arrivo de DJs y la música electrónica al Strip. Calvin Harris, Diplo, Tiesto y David Guetta seguirían sus pasos.
La estrella country Shania Twain hizo su show Still the One en el Caesar’s en 2012, en el que había incluso caballos, pero su público era más parecido al de Celine Dion, compuesto de fans en sus 30 y pico, nostálgicos por el apogeo de la cantante en los ‘90. El arribo de Britney en diciembre del año siguiente, en cambio, mostró a los promotores de pop finalmente apostando a que públicos más jóvenes arribaran a la ciudad para pasar un buen rato. Como Elvis, Britney usó la oportunidad como una plataforma desde la cual lanzar un triunfal regreso, con su show “Piece of Me” funcionando durante cuatro años y 250 presentaciones en el Planet Hollywood Hotel and Casino. Desde entonces, Mariah Carey y Jennifer Lopez han desarrollado grandes shows propios, con esta última programada para regresar al Colosseum en 2019 con “The Butterfly Returns”.
El concepto de “mini residencias” también ha despegado en los últimos quince años, con CeeLo Green, Bruno Mars y Pitbull entre quienes hicieron tiradas cortas. “Loberace” fue el tributo de Green al hombre que dio la patada inicial al concepto de la residencia. Y ahora incluso se están incorporando rockeros. Meat Loaf, Guns N’ Roses y Mötley Crüe se han presentado allí, mientras que Blink-182 y Aerosmith estarán entre los competidores de Gaga por las ventas de entradas este año.
Ahora que las apuestas suceden más en los teléfonos de la gente que en las verdaderas ruletas, la Capital del Entretenimiento Mundial se ha visto forzada a reinventarse. Hasta ahora, ha demostrado ser remarcablemente adepta a hacerlo, igual que su última adquisión, quien no le teme al drástico cambio de dirección.
* The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.