Las alarmas se encendieron en forma simultánea en distintos puntos del país al multiplicarse los posteos en redes sociales de personas que buscan, infructuosamente, hacerse de distintas vacunas incluidas en el calendario nacional de vacunación. Desde fines de noviembre se convirtió en una quimera conseguir dosis de la triple bacteriana acelular –que protege contra la difteria, el tétanos y la tos convulsa– y de la antimeningocócica, cuya aplicación a los niños y niñas de 11 años fue suspendida por las autoridades nacionales en agosto del año pasado aduciendo “dificultades en la adquisición y entrega”, sin que a la fecha la situación se haya subsanado. También se registra faltante de la Sabin.
Logro de la gestión anterior, la amplitud del calendario nacional de vacunación en lo que hace a la prevención de enfermedades y los rangos etáreos contemplados es motivo de orgullo entre los especialistas que lo distinguen como uno de los más completos del mundo.
Sin embargo, ese esplendor entró en zona de riesgo por los cambios que con frecuencia se disponen en las indicaciones de aplicación, como consecuencia de los faltantes de dosis. Por caso, los equipos de inmunizaciones de las provincias están priorizando la vacunación solamente de las embarazadas con la triple bacteriana acelular, en desmedro del refuerzo que deberían recibir las niñas y niños de 11 años y el personal de salud.
“Técnicamente, lo que los grupos de vacunación hacen frente a la falta de insumos es priorizar a los grupos de mayor riesgo, pero esa priorización atenta contra la calidad del esquema de vacunación que la Argentina se vanagloria de tener como uno de los mejores de América, pero que definitivamente si empezamos a no cumplirlo, generará problemas”, razonó el diputado nacional Pablo Yedlin, autor de la flamante ley de vacunas y ministro de Salud de Tucumán durante ocho años.
“Las priorizaciones se han hecho en el caso de la triple acelular al no vacunar a los chicos de 11 años, y se está priorizando a los más chiquitos con la del meningococo, pero ni siquiera así estarían alcanzando las dosis”, alertó.
“Que se discontinuen las vacunas genera un gran impacto no solo en la población sino también en el equipo de salud. Bajan las coberturas que son difíciles de recuperar, se pierde la confianza en el sistema y se corre el riesgo de la aparición de casos de enfermedades que están controladas”, advirtió Pablo Bonvehí, quien integra la Comisión Nacional de Inmunizaciones (Conain), el organismo técnico que tiene como misión asesorar a las autoridades nacionales en lo que respecta a la política de inmunizaciones.
Mas contundente, su colega de la Conain Silvia González Ayala, quien es profesora titular de la cátedra de Infectología de la facultad de Ciencias Médicas de la UNLP y docente en otras unidades académicas, aseguró que “esperamos un 2018 con un descenso en las coberturas”. Con un tono de voz sensiblemente dolido, la especialista reseñó que “ha faltado la vacuna Sabin, que es una de las más aceptadas por la población por su tiempo de uso, y realmente fue muy triste ver vacunatorios con el cartel colgado de ´no hay vacuna Sabin´. Han faltado alternativamente esa, la triple bacteriana acelular, la antimeningocócica, la del virus del papiloma humano... en fin, un panorama muy complejo, y todo esto va incidir lógicamente en las coberturas”.
Fruto de un amplio consenso entre sociedades científicas y del ámbito político, la nueva ley de vacunas asegura que “el Estado deberá garantizar la compra de vacunas e insumos”, lo que no se está verificando en la realidad cotidiana y fue moneda corriente durante los tres años de la administración macrista.
“La ley de vacunas por sí misma no logra asegurar los insumos: la ley prevé que el responsable de garantizarlos es el ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación, que debe generar la previsión y las compras necesarias para que estas cosas no sucedan”, aclaró el autor de la norma.
¿Pero hubo un recorte presupuestario en la partida asignada a la compra de vacunas? Yedlin se apuró en aclarar que lo previsto “en el marco del presupuesto 2019 en el tema vacunas era suficiente y alcanzaba para la compra de todas las vacunas, incluida la dosis de 11 años de la antimeningocócica”, cuya aplicación sigue sin ser restablecida.
“Sinceramente creo que no hay una decisión del gobierno nacional de ajustar en vacunas, pero lamentablemente está sucediendo”, aseveró el legislador tucumano.
“Entiendo que las restricciones presupuestarias son para todas las áreas de gobierno y no solo para salud”, dijo Bonvehí, quien añadió que “al tratarse de un insumo dolarizado, el efecto de la devaluación del año pasado seguramente tiene relación con la falta de vacunas”.
Para el también jefe de Infectología del Cemic y coordinador de la Comisión de Vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), el presupuesto nacional destinado a inmunizaciones “debe incluir no solo la compra de vacunas sino todos los insumos necesarios para su administración”.
“Es verdad que no era un presupuesto que haya previsto la incorporación de nuevas vacunas, pero sí alcanza para la compra de las que hoy tiene el calendario. Por lo tanto, la ausencia de vacunas hoy no responde a no tener los recursos sino más bien a problemas de gestión propios del ministerio, que quizás tengan que ver también con la degradación del ministerio de Salud a secretaría”, analizó el diputado Yedlin.
Para González Ayala, el ex ministerio de Salud aún adeuda una explicación de “cuáles son los determinantes de esta falta intermitente de las distintas vacunas, así como también de lo que se denominó “posponer” –que fue suspender– la vacunación a los 11 años con la vacuna antimeningocócica conjugada tretavalente. Desconocemos cuáles fueron los motivos, si ha habido dificultades en el cumplimiento de las partidas asignadas en el presupuesto nacional o si han sido dificultades en el proceso de compra. A la fecha no ha sido aclarado”.
Para suplir la ausencia del Estado, muchos padres optaron por adquirir en farmacias la vacuna antimeningocócica –cuyo nombre comercial es Menveo–, para lo cual debieron desembolsar alrededor de tres mil pesos.
Desde Córdoba, un vocero de la cartera sanitaria provincial indicó que “hemos tenido inconvenientes a lo largo del año con la vacuna del meningococo, y también ha habido en algunos momentos discontinuidades temporales con algunas otras vacunas, como Sabin o Neumo23, que se han resuelto sin mayor demora”.
Por su parte, una fuente del ministerio de Salud neuquino aseguró que “está en falta la vacuna contra el meningococo, y la Nación entrega vacunas a cuentagotas. Las reponen poco y tardan en hacerlo”.
“Un orgullo argentino como el calendario nacional de vacunación está deshilachándose por la acción depredadora del desgobierno de Cambiemos”, señaló Florencia Saintout, la presidenta del bloque de diputados bonaerenses de Unidad Ciudadana, y remarcó que en La Plata “mamás y papás peregrinan por los centros de salud que el intendente Julio Garro desatiende, en busca de las vacunas que son un derecho”.
Para Yedlin, la falta de vacunas “tiene que ver con una incapacidad de gestionar los recursos de manera eficiente que viene arrastrándose desde el año pasado. Confiamos en que esto mejore y que en el corto plazo los insumos se distribuyan en los provincias, porque acá no hay vacaciones que valgan ni veranos que puedan saltearse. El problema es que cuando una persona se acerca a un vacunatorio y falta una vacuna, es muy poco probable que vuelva otra vez para vacunarse. En la jerga sanitaria eso se llama ‘oportunidades perdidas’”.