Me gusta mucho leer biografías de músicos. La historia no solo de una banda sino la gestación de un disco en particular. Soy fan de este tipo de libros. Y siempre fantaseé con poder escribir algo al respecto. Cuando inesperadamente me llegó la propuesta por parte de Leandro Donoso de hacer un título para Gourmet Musical –una editorial independiente dedicada al arte del que es patrona Santa Cecilia y al dancin’ con un catálogo exquisito– no solo me alegré un montón sino que también me dio un pánico enorme. Y todo el pudor que jamás tuve a la hora de hacer mis ficciones. O mejor dicho: el pudor que fui perdiendo de a poco cuando arranqué el taller literario en lo del maestro Laiseca dieciséis veranos atrás. 

¿Qué tenía yo para dar después de obras enormes como el Fargo Rock City de Chuck Kloosterman o los Ilustres raperos de David Foster Wallace y Mark Costello? ¿Cómo contar los Titanes en el hit: la biografía oral de Los Auténticos Decadentes como lo hizo Fernando Sánchez en solitario o en dúo con Daniel Riera para Virus: una generación? Incluso narrar un romance como el que tuvimos los argentinos con los Ramones de una manera tan amorosa como lo logró Gerardo Barberán Aquino. Uno de los textos que más atesoro son las 31canciones de Nick Hornby. Porque me lo regaló una amiga y colega muy querida (Acheli Panza) y porque tiene un relato que el autor de Un gran chico y Alta fidelidad le dedica a su hijo que es sumamente conmovedor.

Me di cuenta que iba por ese lado el laburo. Y que tenía que hacer algo bien personal y que a la vez me exigiera. Así que me armé un compilado en el que, más que ponerme en melómano, la intención pasaba por mostrar la hilacha. Lo titulé: Spaghetti western, italianos que sonaron en Isidro Casanova. Arrancando por Rafaella Carrá, pasando por el himno del Mundial 90 hasta llegar a Eros Ramazotti. Con una parada en los one hit wonders de la Z95 y en especial con el italo dance y Lo mejor de Gapul. Esperamos editarlo en algún momento de este 2019 que recién empieza.

La historia de estas páginas la leí por primera vez en vivo en un ciclo organizado por la librería Caburé de San Telmo, y tres semanas después en la Biblioteca de Posadas (Misiones). Fui muy feliz al hacerlo en ambas oportunidades ante audiencias muy distintas. Esa conexión cuando la gente te escucha. Esa sensación de que si en ese instante sacara a bailar a los allí presentes, todos me dirían que sí.