En su primer discurso en Panamá, donde llegó para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), el papa Francisco tocó ayer uno de los temas más frecuentes cuando se refiere al mundo de la política, la necesidad de “transparencia y honestidad”.
En un país considerado durante años un paraíso fiscal, Francisco instó a los cristianos a “tener la osadía” de crear “una cultura de mayor transparencia entre los gobiernos, el sector privado y la población”.
Francisco llegó al palacio de Bolívar, sede de la Cancillería, para pronunciar su discurso a las autoridades panameñas, a los representantes del cuerpo diplomático y del mundo de la empresa y la cultura.
A todos ellos les recordó que las nuevas generaciones pretenden que quienes “tienen una función de liderazgo en la vida pública, lleven una vida conforme a la dignidad y autoridad que revisten y que les ha sido confiada”. Empezó el Papa recordando en su discurso que aquí en la ahora Cancillería de Panamá, el libertador Simón Bolívar “convocó a los líderes de su tiempo para forjar el sueño de la unificación de la Patria Grande”.
“Es una invitación a vivir con austeridad y transparencia, en la responsabilidad concreta por los demás y por el mundo; llevar una vida que demuestre que el servicio público es sinónimo de honestidad y justicia, y antónimo de cualquier forma de corrupción”, aseveró.
También insto a hacer esfuerzos para evitar “sufrimiento” a los venezolanos ante el recrudecimiento de la crisis y ofreció la ayuda de la Iglesia para superar los “miedos y recelos” contra los migrantes en América latina.
Asimismo, el Papa se ocupó de otros flagelos en el continente con más católicos: migración masiva, feminicidios y corrupción política. Francisco planteó la intervención de la iglesia en la ola migratoria que arrastra a centroamericanos que golpean a las puertas de Estados Unidos, así como a cientos de miles de venezolanos asfixiados por el colapso económico.
“La Iglesia, gracias a su universalidad, puede ofrecer esa hospitalidad fraterna y acogedora para que las comunidades de origen y las de destino dialoguen y contribuyan a superar miedos y recelos, y consoliden los lazos que las migraciones, en el imaginario colectivo, amenazan con romper”, sostuvo. En un discurso ante los obispos centroamericanos, el jefe del Vaticano señaló que la Iglesia debe “acoger, proteger, promover, e integrar” a los migrantes.