El desarrollo económico ocurre, en todo tiempo y lugar, en
economía de mercado. Vale decir, en aquellas en que el
empresario juega un papel protagónico en la inversión, el
cambio técnico y la inserción en la globalización. […]
A lo largo de la historia, hasta el presente, no hay
empresarios sin Estado, ni desarrollo económico sin
empresarios.”
Aldo Ferrer, “El empresario argentino”.
Las estadísticas muestran que las pymes han sido las más afectadas desde el cambio de gestión, con un resultado de diez mil empresas menos en los últimos tres años. Si bien los análisis suelen englobar a este tipo de firmas en un mismo grupo, lo cierto es que existen varios segmentos en su interior, con realidades muy diversas: desde micropymes con dos empleados, muchas de ellas de subsistencia, hasta empresas medianascon cientos de empleados, niveles de gestión y competitividad a nivel internacional. Sobre estas últimas queremos hacer foco, ya que en este tipo de empresas reside el potencial de desarrollo económico del país, por su capacidad de transformación de la matriz productiva, de agregación de valor y de conquistar nuevos mercados.
La literatura económica muestra que este perfil de empresas cumplió un rol vital en varios procesos de desarrollo económico –Alemania y Japón, los más destacados– al impulsar la innovación tecnológica y la diversificación exportadora. Una dinámica similar se observa en la historia económica de nuestro país. Durante la década del ´60, la consolidación de un núcleo de empresas medianas nacionales permitió la conformación de un nutrido entramado industrial en sectores de medio-alto desarrollo tecnológico, entre los cuales se destacan: maquinaria y equipo, químico y farmacéutico,complejo automotriz-autopartista.
En los últimos meses, los analistas económicos han hecho foco en la dimensión macroeconómica (actividad, inflación, empleo, endeudamiento, déficit externo) del fracaso del programa económico de la actual gestión. Pero poca atención se la ha otorgado al impacto que este dinámica macroeconómica tiene sobre la actividad productiva, no sólo en el corto sino en el mediano y largo plazo. En efecto, los recursos de capital, humanos y tecnológicos que se pierden cuando cierra una empresa mediana requiere luego, para recuperarlos, mucho tiempo e inversión. Esta dinámica de destrucción de empresas agudiza, además, el histórico problema de la falta de dólares de la economía argentina, al dañar el potencial exportador con valor agregado y limitar una estrategia de sustitución inteligente de importaciones.
La crisis que atravesó la economía durante este año ha afectado a las empresas vía la caída del consumo, las altas tasas de interés, los problemas en las cadenas de pago, la aceleración de la inflación y, en líneas generales, la situación de “inestabilidad macroeconómica permanente”. De la mano de ese proceso, el gobierno viene tomando una serie de decisiones que implican la eliminación de varias políticas sectoriales que profundizan los problemas mencionados.
Desde el punto de vista financiero, lasfirmas medianas fueron las más perjudicadas por la eliminación de la Línea de Crédito de Inversión Productiva (LCIP) o el inciso K de las aseguradoras, ya que eran las principales destinatarias de este tipo de financiamiento, en un mercado financiero poco profundo y con una baja propensión de prestar. En tanto, el constante aumento de las tarifas ha sido otra gran dificultad, agravada por el bajo alcance del régimen de empresas electro-intensivas o la ausencia de financiamiento para avanzar en procesos de reconversión y eficiencia energética.
En este contexto adverso, se suma otro conjunto de medidas que afectaron particularmente a estas empresas como sonel establecimiento de retenciones a la exportación de bienes, y también servicios; la reducción del alcance del Programa Ahora 12; la dificultad del cumplimiento de la Ley de Compre Argentino en el actual contexto de ajuste fiscal y reducción de la obra pública; la lentitud en el otorgamiento de los Repro y su desfinanciamiento; entre otras.
Por otro lado, la subejecución presupuestaria de los programas oficiales de apoyo a las pymes, también ha sido un factor negativo. En 2018, la Sepyme ejecutó apenas el 39% de los $1372 millones asignados. Esto se registró inclusive en las iniciativas lanzadas y promocionadas por esta misma gestión, como el Programa de Transformación Productiva, que sólo ejecutó el 12% de su presupuesto.
Por último, la ley Pyme sancionada en 2016 –que ha sido la principal política del actual gobierno para estas empresas– ha tenido un bajo alcance, tanto por problemas o demoras en su reglamentación, como por los recortes presupuestarios.
En síntesis, las empresas medianas, la mayoría de ellas de capital nacional, se encuentranentre las más afectadas por el actual programa de gobierno. Esto sucede no sólo por el adverso contexto macroeconómico, sino por diversas medidas sectoriales que han sumado complicaciones para el necesario desarrollo y crecimiento de las firmas. Como hemos destacado, se trata de actores fundamentales en las distintas etapas de desarrollo económico a lo largo de nuestra historia, así como en economías desarrolladas. De esta manera, se vive hoy una destrucción del tejido empresarial que, de mantenerse en el futuro este rumbo económico, hipoteca la capacidad de desarrollo de nuestro país.
* Directora de Radar Consultora.