La palabra del papa Francisco sobre la situación de crisis política e institucional en Venezuela era esperada desde hace varios días, ya que el pontífice se encuentra desde el miércoles en Panamá a pocos kilómetros de Venezuela. Hoy se refirió al tema y pidió “ que se busque y se logre una solución justa y pacífica para superar la crisis”.
El mismo día que Francisco aterrizó en Panamá para la Jornada Mundial de la Juventud, Venezuela entró en una peligrosa escalada de tensiones cuando el líder opositor Juan Guaidó se autojuramentó como mandatario interino luego de que el Congreso declarara a Nicolpas Maduro "usurpador" por iniciar el 10 de enero un segundo mandato considerado ilegítimo por parte de la comunidad internacional. Washington reconoció de inmediato a Guaidó como presidente interino, tras lo cual Maduro rompió relaciones diplomáticas con Estados Unidos y ordenó el cierre de la embajada venezolana y de todos los consulados en territorio estadounidense.
El Vaticano emtió un primer comunicado el jueves, en el que instaba a hacer esfuerzos para evitar "el sufrimiento" de los venezolanos. "El Santo Padre sigue con cercanía el desarrollo de la situación y reza por las víctimas y por todos los venezolanos", había informado ese día el portavoz interino de la Santa Sede, Alessandro Gisotti.
Finalmente hoy, en el cierre de su visita a Centroamérica, Jorge Bergoglio habló sobre el tema. "Aquí en Panamá he pensado mucho en el pueblo venezolano, a quien me siento particularmente unido en estos días. Ante la grave situación por la que atraviesa, pido al Señor que se busque y se logre una solución justa y pacífica para superar la crisis, respetando los Derechos Humanos y deseando exclusivamente el bien de todos los habitantes del país", expresó el papa Francisco.
Hizo este llamamiento tras el rezo del Ángelus en el Hogar del Buen Samaritano de Panamá. Pidió allí el "amparo de nuestra señora de Coromoto, patrona de Venezuela".
Este domingo, el opositor Guaidó definirá la fecha de una "gran marcha", tras una semana que dejó 29 muertos y más de 350 detenidos en protestas y disturbios, según grupos humanitarios.