Max Cachimba y Pablo de Santis comenzaron a trabajar juntos hace 35 años. En 1984 salieron de abajo de las baldosas para ganar la convocatoria “Fierro busca dos manos”. El rosarino como ilustrador, el otro como guionista, construyeron vanguardia en la mítica revista de historietas antes de continuar sus carreras en solitario. Cachimba dibujando siempre, De Santis más volcado a la literatura, aunque con ocasionales incursiones en la historieta de la mano de otros dibujantes. Igual sus caminos siguieron cruzándose: muchos de los libros de De Santis están ilustrados –al menos la portada– por su viejo compañero. La Editorial Común lanzó recientemente La cazadora de libros, una novela gráfica que vuelve a reunirlos como autores, aunque sigan trabajando a distancia.
En La cazadora de libros, la dupla invita a conocer una biblioteca casi escondida donde las estanterías cobijan misterios y los ejemplares pueden volverse peligrosamente reales. Los guiños literarios y editoriales están por todos lados y Cachimba se encarga de poner en acto lo que propone De Santis (hay ahí algunas soluciones gráficas a la cuestión de la onomatopeya que son para prestar atención). A su particular modo, el tándem mezcla aventura, humor y amor por los libros casi sin salirse de un único escenario. En diálogo con Páginai12, Cachimba cuenta cómo fue la experiencia de volver a trabajar con su antiguo compañero y los desafíos que supuso correrse de sus últimas inquietudes personales para volcarse a este universo compartido.
–En estos años ilustró muchas novelas de De Santis, pero recién ahora vuelven a hacer la historieta juntos. ¿Cómo fue volver a ese rol con él?
–Mis primeras historietas publicadas fueron las que hice con guiones de Pablo, historias que me encantaban y asombraban por su precisión narrativa e imaginación desenfrenada. En un afán juvenil de experimentación gráfica, yo interpretaba sus guiones de maneras insólitas, a veces haciendo pastiches de dudoso gusto. Unos años después, empecé a escribir mis propios guiones yendo más a una tónica de disparates varios y humoradas algo chabacanas. Me entusiasmé mucho con la oportunidad de volver a trabajar con Pablo, con la confianza de que escribiría maravillas, y me sentí muy inspirado por el aire de comedia y fantasía de la historia. Me he divertido bastante ilustrando las peripecias de estos personajes estrafalarios.
–Sus historietas en la segunda etapa de Fierro eran más experimentales, mientras que La cazadora de libros está en un registro un más convencional. ¿Por qué le interesaba trabajar en esa historia?
–En mis últimas historietas estaba trabajando con propósitos bastante sencillos, más bien en plan de resolver algún argumento o gag mínimo a través de ideas y juegos con la narrativa visual.
–Entonces, ¿por qué volver a la dinámica de dupla después de tantos años trabajando en solitario?
–Me resultaba muy interesante hacer algo con Pablo y trabajar con un guión más complejo, con diversos personajes, diálogos y tramas que se entrecruzan mientras avanza el argumento general.
–La protagonista es muy peculiar. ¿Cómo abordó al personaje?
–Cuando ilustro un libro o un guión de historietas, dedico bastante atención en imaginar el aspecto de los personajes, ver de qué modo representar su carácter, temperamento o naturaleza. Para ello, realizo gran cantidad de bocetos y pruebas (es como probarle diferentes peinados a algún personaje y esas cosas), hasta que aparecen las figuras que me resultan más convincentes. En este caso, por ejemplo, ocurre algo dentro de lo que llamaría “lo inverosímil en la historieta”, que los personajes están siempre con la misma ropa.
–Gran parte de La cazadora... pasa por los chistes literarios. ¿Cómo se llevó con ellos, ilustrándolos?
–Soy un lector entusiasta y curioso, está todo bien con los chistes literarios, y con homenajear de alguna manera a bibliotecas y libros.
–¿Qué lugar ocupa La cazadora de libros en el conjunto de su obra?
–Significa varias cosas para mí. Siempre es un gusto trabajar con Pablo y es la historieta más extensa que hice. Me parece una historia consistente con dibujos adecuados, para ocasionales lectores que imagino pueden ser de lo más diversos.
–En una entrevista, Liniers dijo que su trabajo que siempre estaba un paso adelante. Que para cuando él entendía qué hacía usted y por qué era brillante, usted ya exploraba cosas nuevas. ¿Cómo siente esa definición?
–¡Vaya a saber! Hago cosas medio a la bartola y no sé bien para dónde iré en breve. Diría que no me interesan precisamente las novedades, me siento medianamente conservador, al rescate de antiguallas medio perdidas. También puedo decir que aprendo bastante de las labores de Liniers, estaríamos como en el mismo tren, de rumbo incierto.