Publicados originalmente en los Estados Unidos con apenas algunos meses de diferencia, a finales de 2008 y comienzos de 2009, los libros Beautiful Boy: A Father’s Journey Through His Son’s Addiction, de David Sheff, y Tweak: Growing Up on Methamphetamines, de su hijo Nic Sheff, se transformaron en un éxito editorial de cierta envergadura. Tomados en conjunto, ambos relatos de vida –memorias personales con un tema en común– los volúmenes permiten recorrer, a partir de dos puntos de vista diferentes, la relación a lo largo de los años entre un padre y su hijo adicto a las metanfetaminas. No se trata, de ninguna manera, de una suerte de Rashomon casual donde las miradas de los autores difieren radicalmente acerca de los hechos narrados. Más bien, los textos se complementan y echan luz sobre datos, sensaciones y emociones, acercando una mirada íntima sobre las consecuencias personales y familiares del abuso de una sustancia extremadamente adictiva y peligrosa para la integridad física y psicológica. En la solapa de Tweak puede leerse la siguiente sinopsis: “Nic Sheff se emborrachó por primera vez a la edad de once años. En los años que siguieron fumó regularmente marihuana, consumió cocaína y éxtasis y, eventualmente, desarrolló una adicción al cristal de metanfetamina y a la heroína. A pesar de ello, siempre consideró que iba a poder dejarlo y encarrilar su vida cuando lo considerara necesario. Sólo fue necesaria una violenta recaída, un verano en California, para convencerse de lo contrario”.
Beautiful Boy: siempre serás mi hijo, el largometraje dirigido por el realizador Felix van Groeningen basa su estructura narrativa en ambos libros, alternando los puntos de vista de David y Nic, aunque con un énfasis creciente en los dolores de un padre que, progresivamente, va cayendo en la cuenta de que ha hecho todo lo posible sin lograr ayudar a su hijo de manera eficaz. En ese sentido, la película –cuyo título está basado, así como también el del libro, en el famoso tema compuesto por John Lennon– se suma a la extensa tradición de relatos centrados en la adicción de su protagonista a cierto tipo de sustancia, sea ésta legal o ilegal, aunque aquí el centro emocional descansa en gran medida en aquella persona cercana que se desvive por comprender e intentar ayudar a ese ser amado que, progresivamente, parece estar transformándose en un extraño. Con un Steve Carell en modo dramático (cada vez más despegado de su famosa faceta de comediante) encarnando a David Sheff y el joven Timothée Chalamet como su hijo David, Beautiful Boy tendrá su estreno en Argentina este jueves.
“Hay momentos en los que miro a este chico a quien crié durante toda la vida y me pregunto quién es”, afirma cabizbajo Sheff padre en la primera escena de la película. Se trata de un evento que el David Sheff de la vida real describe en su libro: la visita a un especialista para tratar de comprender cómo funciona, en términos biológicos y médicos, la metanfetamina. Periodista de profesión, con artículos publicados en medios como The New York Times, la revista Rolling Stone y Playboy (fue uno de los últimos en entrevistar a John Lennon, tres meses antes de su asesinato) y autor de varios libros sobre las adicciones, la publicación de un artículo en la revista New York Times titulado “Mi hijo adicto” se transformaría en el punto de partida de la escritura del libro de memorias. Su hijo, quien cumplirá en algunos meses 37 años, dejó de consumir cualquier clase de drogas hace casi una década y, luego de la publicación de dos libros sobre su experiencia, comenzó una carrera como guionista profesional en series televisivas como The Killing y la reciente 13 Reasons Why.
En comunicación telefónica con PáginaI12, Nic Sheff relata cómo surgió la idea de escribir un libro que describiera su proceso de adicción progresiva, recuperación, recaída y liberación, además de los vaivenes de la relación con su progenitor: “Mi papá escribió ese artículo para The New York Times sobre cómo era tener un hijo con problemas de adicción, pero antes de hacerlo me consultó si yo no tenía algún problema al respecto. En ese artículo escribió acerca de cómo había logrado mantenerme sobrio durante un tiempo. En esa misma época comencé a escribir artículos y cuentos para algunas revistas digitales y una editora de Simon & Schuster me contactó para proponerme la idea de escribir un libro. En la medida de lo posible, todo el tiempo, escribí diarios personales sobre cómo la estaba pasando durante la peor parte de la adicción y en ese momento sentí que trasladar eso a un libro podía ser algo catártico. Así fue como comencé a escribir, capítulo por capítulo, hasta que, eventualmente, ella pensó que había suficiente material como para pensar seriamente en publicarlo”.
–¿El libro de su padre fue escrito y publicado de manera absolutamente independiente del suyo?
–Así es. Aproximadamente durante la misma época en que me contactaron de la editorial mi padre decidió expandir su artículo y eso terminó transformándose en Beautiful Boy. A mitad de camino de la escritura de mi libro comencé un tratamiento en un centro de adicciones y transcurrió un año sin que mi papá y yo nos habláramos. En ese lapso terminé de escribir el libro y mi padre hizo lo mismo por su lado. De manera tal que cuando comenzamos a hablarnos nuevamente pudimos compartir los manuscritos y leerlos juntos. Eso fue algo muy poderoso, poder leer el libro de mi padre y notar el impacto que había tenido en la familia. Fue algo realmente devastador. Y para él, creo, leer mi libro fue revelador en cierta manera, porque siempre pensó que cuando yo andaba por las calles consumiendo drogas no me importaban en absoluto mi familia y aquellos que me rodeaban, que lo único que me resultaba indispensable era divertirme y pasar un buen rato. Y al leerlo creo que cayó en la cuenta de que no era así en absoluto, que lo mío también fue una lucha por tratar de salir y de sentirme mejor.
–¿Cómo fue el proceso de adaptación de los libros al guion de la película? ¿Cuán involucrado estuvo en ese proceso?
–La idea fue, desde el principio, adaptar ambos libros en un guion para una sola película, ya que queríamos mostrar los efectos de las adicciones en una familia y combinar esa trama con la narración propia del adicto. Pero no fue hasta que conocimos a Felix van Groeningen que realmente hallamos a la persona adecuada para hacerlo. Es un cineasta realmente increíble y pasamos mucho tiempo con él conversando, a tal punto que se transformó en algo parecido a un miembro de nuestra familia. Al hacer la película, sin embargo, nos hicimos un poco al lado, porque confiamos plenamente en él y queríamos que hiciese la película que deseaba hacer. Que nuestra historia se transformara en su film. Cuando finalmente la vimos… es algo sorprendente, porque sigue siendo muy auténtica, con un nivel de detalle notable.
–La siguiente pregunta puede sonar un tanto extraña, pero, ¿qué sintió al ver una historia tan personal y dolorosa, su propia vida, transformada en una ficción?
–Es raro, seguro. Y duro. Porque la historia es muy emotiva y, a pesar de que es una recreación, sigue siendo dolorosa. Me he mantenido sobrio por casi nueve años y todo lo que se ve en la película ocurrió hace mucho tiempo. No es que lo haya olvidado, claro está, pero a veces uno olvida cuánto hemos atravesado, como familia y a título personal. Ver la película es un recordatorio de todo lo que pasamos, de la lucha que todos tuvimos que dar. Y estoy realmente agradecido por haber salido de todo eso. Al mismo tiempo, poder acompañar la película, conversar sobre estas cuestiones luego de las proyecciones, es maravilloso. Tanto para mí como para el resto de mi familia. La crisis de las drogas es algo que está fuera de control en los Estados Unidos y es un tiempo ideal para hablar sobre estos temas.
–Usted ha trabajado como guionista, principalmente para la televisión, en series como The Killing y 13 Reasons Why.
–Sí, eso es casi un sueño hecho realidad, poder vivir de ello. Siempre me gustó contar historias y poder hacer esto de manera profesional es algo genial.